X.30 - LA INTERVENCIÓN DE EL-JIDER
"... Mientras Ibrahim caminaba errante entre las tinieblas de la inconsciencia, sintió de pronto que sobre su pecho se posaba una mano más dulce que la seda, más ligera que el algodón, y más fresca que la nieve, a la par que una misteriosa voz le decía:
‒ No tengas miedo, valeroso combatiente de la Fe: Dios ha decretado, en Su omnisciencia, que morirás de viejo y apaciblemente en tu lecho y bien abrigado con tu manta. Sigue guerreando por la buena causa: nada habrás de temer en la batalla, ya lo verás.
Este hombre, que había venido a visitar a Ibrahim, era el caballero sin reproche, el que alivia toda dolencia, con el permiso del Señor, y aquel que, en c... »