MEIJI. El nacimiento del Japón universal

MEIJI. El nacimiento del Japón universal

La decaída España isabelina, sabedora del valor inherente a estrechar lazos con Asia, envió una embajada con Heriberto García de Quevedo a la cabeza. El 12 de noviembre de 1868 aquella delegación firmaría el histórico Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, gracias al cual se inauguró una etapa de enriquecimiento mutuo merced a varios tipos de colaboraciones. Se consumaba así el ansia histórica de ambos pueblos por cooperar, dejando atrás los desencuentros entre Japón y Manila acaecidos en la horquilla de los siglos XVI y XVII.

En conmemoración de los 150 años de las primeras relaciones hispano-japonesas oficiales Casa Asia, Japan Fundation, The Hearn Sociaty y la Universidad de Cádiz, han organizado un simposio donde se abordaron no solo los hechos históricos anteriores, sino también diversas emanaciones culturales que se desarrollaron en aquellos años apasionantes. Los distintos capítulos de este libro son la plasmación por escrito de aquellas ponencias orales.

 

Prólogo de Antonio Míguez Santa Cruz

Si bien a mediados del siglo XVI Japón comenzó a formar parte del llamado por Wallers­tein sistema-mundo, no sería hasta la instauración del Gobierno de Meiji cuando el país estuvo encuadrado en un contexto universal. En aquel entonces el aislamiento de las islas dio paso a la llegada de trabajadores extranjeros altamente cualificados, así como a la in­dustrialización o a los primeros intercambios diplomáticos y comerciales a máximo nivel. De esta forma, Japón, hasta no hace tanto tiempo condicionado por la política Sakoku, vio cómo se expandió su alma de mil colores sembrando una semilla en cada rincón del Globo, que con el tiempo germinó y dio forma a la popularidad de toda expresión cultural nipona.

La decaída España isabelina, sabedora del valor inherente a estrechar lazos con Asia, envió al país de los kami-gami y los budas una embajada con Heriberto García de Quevedo a la cabeza. El 12 de noviembre de 1868 aquella delegación firmaría el histórico Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, gracias al cual se inauguró una etapa de enriquecimien­to mutuo merced a varios tipos de colaboraciones. Se consumaba así el ansia histórica de ambos pueblos por cooperar, dejando atrás los desencuentros entre Japón y Manila acae­cidos en la horquilla de los siglos XVI y XVII. Por consiguiente, el pasado mes de noviembre se cumplieron 150 años de las primeras relaciones hispano-japonesas oficiales, un hito que tanto el Prof. Takizawa como yo mismo pretendimos homenajear a través de un sim­posio donde se abordaron no solo los hechos históricos anteriores, sino también diversas emanaciones culturales que se desarrollaron en aquellos años apasionantes. Los distintos capítulos de este libro son la plasmación por escrito de aquellas ponencias orales.

Meiji fue el resultado histórico del bakumatsu, postrer hálito de un shogunato de Toku­gawa absolutamente anacrónico dentro del nuevo panorama mundial. Es cierto que la paz del periodo Edo supuso en gran medida la degeneración del guerrero japonés, en muchos casos devenido a mero administrador o individuo desahuciado; pero convenimos afirmar que el aura del bushido seguía influyendo en el mundo de las mentalidades de aquel entonces. En cambio, a partir de mediados del s. XIX la esencia del samurái se puso en entredicho a todos los niveles, originando casos paradigmáticos como los que no trae a colación Andrés Camacho con Takechi Hanpeita, Katsu Kaishu y Sakamoto Ryoma.

Samuráis que blanden la katana entre las estrechas calles de Kioto, geishas embriagando los sentidos de sus clientes en el barrio rojo de Yoshiwara, y fantasmas japoneses que ejercieron de embajadores de Japón por medio de las traducciones de Lafcadio Hearn, tal vez uno de los grandes talentos literarios de finales de s. XIX. He aquí la vida de un hombre dotado con el don de la excepcionalidad, y sobre todo, poseedor de una sensibilidad única a la hora de describir un mundo tan distinto a través de sus weird tales. Desde el principio, acercarnos a la odisea vital de este escritor extraordinario fue objetivo primordial – y per­sonal – en la concepción del libro que usted está leyendo ahora mismo.

Sin lugar a dudas una de las grandes maravillas de la sociedad que vivió Hearn fue su evo­lución rápida y constante, capaz de alterar la fisonomía de las ciudades hasta el punto de adaptarlas a la demanda de una ciudadanía ávida de nuevos tipos de ocio. La académica Nieves Herrero nos explicará cómo la irrupción del cinematógrafo originó en Tokio la lla­mada Eiga-gai, o ciudad del cine, paradigma de la estrechísima relación que los nipones mantendrían con el Séptimo Arte, además de la irrupción de modernos espacios públicos y estilos de construcción.

Ahora bien, sería de una ingenuidad preocupante pensar que la llegada de Meiji conllevó tan solo injertos foráneos, puesto que hubo un interesante mestizaje y evolución en cam­pos tan tradicionales y tradicionalistas como es el de las monturas de sables japoneses o tōsōgu. De nuevo, la universalidad y la fuerza de la renovación trazando reinterpretacio­nes en uno de los objetos por antonomasia del Japón eterno: la katana. Como expondrá más adelante el Dr. Marcos Sala Ivars, es especialmente reseñable este hecho por ser insólito hasta finales del s. XIX, máxime cuando el gobierno promulgó el decreto haitōrei en 1876, según el cual quedaba vedado el uso del nihonto o sable nipón.

Camino de ida y vuelta en el que la industria occidental daba forma al nuevo país asiático, mientras que el arte de las Islas de Naciente impregnaba con el buqué propio del Yamato a miles de artistas europeos, en un fenómeno ingente y visualmente complejo que Jules Claretie estimó denominar japonismo. La especialista Macarena Torralba nos hablará de aquella memorable Exposición Universal de Paris celebrada en 1878, y decimos memora­ble porque fue capaz de convertir un tipo de expresión popular como el ukiyo-e en culmen del refinamiento estético para la Europa tardo-decimonónica. Quizá esté aquí y no en otro lugar el origen del gusto adquirido por los occidentales hacia todo lo reconocible como japonés, un fenómeno que casi siglo y medio después no hace sino acrecentarse gracias al poliédrico universo del Cool Japan.

Casualmente una de las urbes con mayor afinidad hacia Japón es Barcelona, cuyo Salón del Manga, uno de los más antiguos de España, ejercería hoy una función difusora de la cultura nipona semejante a la que antaño jugó la Expo de Paris. Esa querencia arraigada hacia el Manga y el Anime ha originado una enorme cantera de traductores e intérpretes del japonés al catalán, dos idiomas que se institucionalizaron durante el mismo periodo, como nos explicará el lingüista Sergio Paterna.

Arte ukiyo-e que se expandió por occidente, traductores capaces de importar el relatario desde el otro lado del mundo y Salones destinados a explotar el ocio asiático solo podrían confluir en la narrativa visual más potente de la actualidad: el Manga. La doctoranda Elena Gil tendrá la apasionante tarea de levantar un árbol genealógico que conecte la tradición gráfica japonesa con las influencias exteriores. Así podremos bocetar la complejidad de un soporte multivariado, susceptible a plantearnos desde sencillas historias de colegialas hasta grotescas fantasías de temática gore, cuando no se entremezclan ambas tendencias.

Eso es el Japón Universal: un conjunto de dicotomías y dualidades que combinan innumerables triunfos con algunos fracasos, tradición con modernidad, e incluso antiguo oprobio con recién adquirido orgullo y – viceversa –. De lo contrario nunca se podría explicar la reciente designación de la iglesia Ôura de Nagasaki como Tesoro Nacional, siendo el símbolo de una comunidad perseguida durante siglos, tal y como mencionará en la parte final de nuestra obra el Catedrático Osami Takizawa. Hablaríamos, por ende, de una energía amortizada en función de los intereses y contextos nacionales, – el nuestro, el suyo, el de otros Estados – como también ejemplifica de manera extraordinaria el doctorando Manuel de Moya con la guerra ruso-japonesa; tal vez el episodio que consiguió derrumbar en España el tópico del Japón exótico para reinterpretarlo como una entidad política de primer orden mundial. Por tanto, lejos de los estudios pormenorizados en torno a la Revolución Ishin, cuyo deseo primordial es explicar el paso de un Japón feudal a otro capitalista, nosotros hemos decidido tematizar aspectos singulares o periféricos, contribuyendo de alguna forma a completar la historiografía de un momento apasionante.

Como bien apuntó el sr. Shoji Yoshida al inaugurar el simposio celebrado en Casa Asia el pasado 26 de Noviembre, Meiji: el nacimiento del Japón Universal fue oficialmente el último evento conmemorativo dentro del 150 aniversario. No podemos concluir estas palabras sin antes desear haber estado a la altura de unas circunstancias tan exigentes, al tiempo que agradecemos su inmejorable predisposición a todos los profesionales que han contribuido a la gestación de este proyecto. No imaginamos otra manera de dignificar una efeméride crucial para dos países tan distintos entre sí, pero unidos por un hilo invisible que los hace admirarse, precisamente, en función de esas diferencias.

Antonio Míguez Santa Cruz

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