Avisos de 1552 procedentes del Magreb, simultáneos de la expedición sobre Nápoles de la armada turca y con la llegada de Salah Bajá como nuevo gobernante turco a Argel. »
Un memorial de Andrea Doria tras una expedición naval fallida contra Barbarroja por aguas de España y en Cherchell, en Argelia, pidiendo concesiones económicas para resarcirse de sus pérdidas y poder seguir siendo eficaz en el servicio imperial. »
Avisos del avance turco en Hungría, con dos asaltos a Buda y pérdida de Estrigonia. »
A principios de los años sesenta del XVI, el embajador del emperador Fernando de Habsburgo en la corte de Felipe II, Martín de Guzmán, participa en el plan de enviar un embajador al Shah Tahmasp de Persia, aprovechando la vejez de Solimán y el conflicto sucesorio con su hijo Bayaceto, refugiado allí. »
Un burgalés de familia de mercaderes, García de Lerma, de la casa del almirante segundo Diego Colón, escribe a un secretario cortesano de Carlos I sobre asuntos económicos en Santo Domingo de la Isla Española. »
Descripción / Resumen: El Marqués de Atripalda resulta una presencia constante en las fuentes de la administración tanto napolitana como imperial durante la época de Carlos V; entre muchas, nos ha parecido divertido, e incluso justo hacia la memoria de un personaje tan emblemático de la frontera mediterránea, escoger la cita de una carta, que su querido amigo don Pedro de Toledo envía a Francisco ... »
El capitán Antonio de Chávarri recibe instrucciones para viajar a la Chimarra con un notable griego para preparar una sublevación contra los turcos, a raíz de la toma de Túnez por Uchalí. »
Un cifrario musical del verano de 1564, de Marcantonio Colonna, que aglutina a toda una nueva generación de jóvenes políticos de brillante futuro en la monarquía de Felipe II. »
Extensa carta de Francisco Tovar desde la Goleta, de enero de 1541, comentando las necesidades de aquella fortaleza y su articulación con el reino de Túnez. »
Un judío de Argel envía un aviso a Orán contando la conquista del Peñón de Argel, una isla frente a la ciudad, por Jairadín Barbarroja. »
