Svetlana Alexiévich: Los muchachos de zinc. VOCES SOVIÉTICAS DE LA GUERRA DE AFGANISTÁN. Barcelona, 2017. Debolsilo

Descripción / Resumen:

2020-Alexievich-Los muchachos de cinz-01

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Un alegato antibelicista de particular fuerza expresiva; de una periodista bielorrusa y que en su momento, durante el hundimiento del régimen soviético, levantó ronchas en la sociedad y en el mundo político y militar ruso, y amplio debate y acogida en el mundo europeo y americano. En 2015 le dieron el premio Nobel. La sensibilidad femenina aparece en un primer plano del relato, y de ello es plenamente consciente la autora desde el principio del libro:

 

“No logro quitarme de encima la sensación de que la guerra

es fruto de la naturaleza masculina, de la que en muchos aspectos

me siento muy alejada. Aunque es cierto que la cotidianidad de la guerra

es grandiosa. Apollinaire veía la belleza en ella.” (p.24).

 

Esto lo escribe en la primera parte del libro, una suerte de selección de un cuaderno personal de notas de guerra, con entradas de 1986 y 1988, cuando aún lo rusos estaban en la guerra de Afaganistán (1979-1989). En la guerra, dice, “he comprendido que el pensamiento humano puede llegar a ser muy cruel”, así como que “No se debe poner a prueba al ser humano de este modo. El ser humano no resiste tantos experimentos” (p.27). En una anotación del 20 de septiembre de 1988, en plena acción todavía de periodista bélica, escribía:

 

He visto un combate…

Han matado a tres soldados… Por la noche hemos cenado todos juntos

y nadie se ha acordado de los muertos, aunque los tenemos aquí al lado.

El derecho del hombre a no matar. A no aprender a matar.

No está escrito en ninguna de las constituciones existentes. (p.28).

 

Más adelante, en ese mismo día, escribirá con ese tono reflexivo desde un límite de la experiencia humana, desde la guerra, algunos párrafos sapienciales sobre su propia experiencia narradora y creativa que cualquier historiador debería tener en cuenta para su propio trabajo:

 

Yo rastreo el sentimiento, no el suceso. Cómo se desarrollan

nuestros sentimientos, no los hechos. Probablemente

lo que yo estoy haciendo se parece a la labor de un historiador,

soy una historiadora de lo etéreo. ¿Qué ocurre

con los grandes acontecimientos? Quedan fijados en la Historia.

En cambio, los pequeños, que sin embargo son importantes

para el hombre pequeño, desaparecen sin dejar huella.

Hoy mismo un chico – no parecía un soldado, era frágil y de aspecto

enclenque – me ha contado lo extraño y a la vez apasionante

que es matar todos juntos. Y lo espantoso que es fusilar.

¿Acaso eso quedará en la Historia? Eso es

a lo que yo me dedico desesperadamente (libro tras libro):

a disminuir la historia hasta que toma una dimensión humana.

ALEXIEVICH SVETLANA-Los muchachos de zinc

Ficha Técnica

Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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