I.2.06 – EL VIAJE DE PIETRO DELLA VALLE A ORIENTE EN EL S. XVII – Carta 2 – De los derviches de Pèra y sus costumbres

Autor del Documento: Esmeralda de Luis y Martínez

I.2.06 – EL VIAJE DE PIETRO DELLA VALLE A ORIENTE EN EL S. XVII – Carta 2 – De los derviches de Pèra y sus costumbres

I.2.06 - Cofradía de derviches en Pèra - Estambul

I.2.06 – Cofradía de derviches en Pèra – Estambul

En la entrega anterior (I.2.05), el Señor della Valle, además de comparar las ciudades de Nápoles y Constantinopla, en sus diversos aspectos: clima, salubridad, arquitectura… termina con este párrafo que dejamos a continuación sobre los trabajos públicos para el sultán: “… Los turcos trabajan en este lugar con todas sus fuerzas, y a este efecto, se envían allí a todos los vagabundos de la ciudad, además de un buen número de gente de la burguesía turca y cristiana que, todos los días se ocupa, por turnos, según la distribución de los barrios. Para realizar esos trabajos se obliga a ir a todo el populacho a la fuerza, si no lo hacen de buen grado, y se les da una paga justa por cada jornada; hay incluso personas importantes que van sin que les llamen, solo por agradar a su soberano. Se les entrega un bastón de mando y una buena paga a los que presentan mejor aspecto, y se ponen a sus órdenes a cien hombres, a los que hacen trabajar a bastonazos si es necesario. No sé muy bien el éxito que haya podido tener este negocio, porque yo no he vuelto allí después; así que voy a abandonar ahora este asunto para contaros otras peculiaridades que me quedan por describir…

Prosigue así I.2.06.– «… Un viernes, el día en que con mayor frecuencia los turcos suelen ir a las mezquitas para rezar, yo me fui a un lugar de Pèra, el barrio en donde resido, a una especie de monasterio de derviches, en donde me habían dicho que ese día podría escuchar allí buena música. Esos derviches turcos son hombres cuyas reglas se parecen a las de nuestros monjes: renunciar por completo a las cosas de este mundo, llevando un hábito de color parecido al de nuestros monjes capuchinos, pero cuyas vestiduras difieren mucho de la ropa normal. Viven en Comunidad, y hacen profesión voluntaria de pobreza, de ahí la palabra derviche, que significa “pobre”, aunque también y en sentido metafórico se extiende a un hombre dulce, apacible, de buenas costumbres, tal y como debe ser un religioso. Viven juntos, igual que en nuestros conventos, y tienen su propia mezquita aparte, con jardincillos en los que les gusta pasear y charlar con educación y cortesía. No sé si esos votos les atan hasta la muerte, como sucede con nuestros religiosos, o si se someten exactamente a las severidades que conlleva esa obediencia y a otras circunstancias parejas. Sea como sea, lo que en apariencia se puede juzgar es que hacen profesión de dedicarse en cuerpo y alma a la oración, y a elevar su espíritu mediante la contemplación de los asuntos del Cielo mediante un asiduo ejercicio basado en frecuentes meditaciones.

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