I.13.10 – EL VIAJE DE PIETRO DELLA VALLE A ORIENTE EN EL S XVII – Un milagro sospechoso y un Pietro della Valle escéptico.

Autor del Documento: Esmeralda de Luis y Martínez

I.13.10 – EL VIAJE DE PIETRO DELLA VALLE A ORIENTE EN EL S XVII – Un milagro sospechoso y un Pietro della Valle escéptico.
I.13.10 - El Fuego Sagrado

I.13.10 – El Fuego Sagrado

La entrega anterior (I.13.09) finaliza con la visita de Pietro della Valle a algunos de los lugares emblemáticos en los que Jesucristo dejó alguna huella, señalando la prédica sobre El Juicio Final, o el lugar en donde lloró mientras observaba Jerusalén. “… Continuamos hacia el valle de Josafat, y sobre un promontorio, desde el que se tiene una buena panorámica de toda Jerusalén, pudimos ver el lugar en el que Nuestro Señor lloró y dijo: Ay, Jerusalén, Jerusalén… al contemplar la Ciudad. Con esta visita dimos por finalizada la jornada.”

[I.13.10] «El sábado, nueve de abril, víspera del Domingo de Pascua, para nosotros Sábado in Albis, que los griegos y otros pueblos llaman Sábado Santo, entramos con todos los demás en la Iglesia del Santo Sepulcro para ver la ceremonia del Fuego Sagrado que esta gente celebra con tanta solemnidad, y que ellos llaman el fuego santo y milagroso que bajó del Cielo, como puede que vos lo hayáis oído mencionar en Italia. Hay un autor, cuyo nombre no recuerdo en este momento, que escribe sobre la falsedad y vanidad de ese milagro del Fuego Santo de Jerusalén con el que estos Prelados quieren persuadir a las almas sencillas, y dado que yo he sido testigo ocular, os detallaré todas las circunstancias. Vos sabéis bien que estos Cristianos Cismáticos: griegos, armenios, egipcios, abisinios y todos los demás que no os menciono, tienen un sitio propio en el Santo Sepulcro, y solo por dos razones vienen en multitud a Jerusalén para la Festividad de la Pascua: la primera, motivo principal de su devoción, para ir al río Jordán y bañarse en sus aguas de la forma que ya os he explicado, y la otra, para ver bajar del cielo, como ellos dicen, el Fuego Santo, y encender con sus propias manos pequeñas velas con las que queman sus vestiduras y abrasan su cuerpo. También las usan para hacer una Cruz de cera sobre algunos sudarios nuevos que llevan a tal efecto, y con los que casi todos los Cristianos Orientales se hacen amortajar al morir, exactamente igual que en el Evangelio se representa a Nuestro Señor cubierto por el Santo Sudario, y todo esto, por la creencia de la que se jactan, de que de ese modo y sin duda alguna se les abrirá el Paraíso si su sudario ha podido ser marcado con la Cera de las velas encendidas en el Fuego Sagrado de Jerusalén…»

El texto completo de esta entrega en el siguiente enlace:

I.13.10 – EL VIAJE DE PIETRO DELLA VALLE A ORIENTE EN EL S XVII – Un milagro sospechoso

 

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