GREGORIO MORÁN: EL CURA Y LOS MANDARINES. Historia no oficial del Bosque de los Letrados. Cultura y política en España 1962-1996. Madrid, 2014, Akal. Notas de lectura.

Descripción / Resumen:

portada de libro de MoránEl largo ensayo de Gregorio Morán, con más de treinta páginas finales de índice onomástico, recoge una amplísima nómina de más de mil quinientos nombres de políticos y gente de la cultura del franquismo y la Transición, en la mayoría de los casos tratados con ingenio y agudeza, y con los perfiles de su impostura, si es que encuentra alguno, que es lo más habitual, resaltados hasta la caricatura en ocasiones. Sobre todo en el caso de los principales, comenzando por Jesús Aguirre y la Duquesa de Alba, siguiendo con Carlos Barral, Juan Benet, José Bergamín, Pío Cabanillas, Luis Carrero Blanco, Santiago Carrillo, José María Castellet, Carlos Castilla del Pino, Juan Luis Cebrián, Camilo José Cela, Ricardo de la Cierva, Fernando Claudín, Josemaría Escrivá de Balaguer, Manuel Fraga Iribarne, Juan García Hortelano, Jaime Gil de Biezma, José María Gil Robles, Felipe González Márquez, José Hierro, Pedro Laín Entralgo, José Luis López Aranguren, Julián Marías, Rodolfo Martín Villa, Luis Martín Santos, José Ortega y Gasset, los Paneros, Florentino Pérez Embid, Javier Pradera, Dionisio Ridruejo, Carlos Robles Piquer, Joaquín Ruíz-Giménez, Manuel Sacristán Luzón, Alfonso Sastre, Fernando Savater, Jorge Semprún, Adolfo Suárez, Enrique Tierno Galván, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Tovar, Francisco Umbral, Miguel de Unamuno, Manuel Vázquez Montalbán o Luis Felipe Vivanco, por citar los más nombrados en el largo índice onomástico, y omnipresentes Franco y José Antonio Primo de Rivera a lo largo de todo el libro.

Casi sin excepción tratados con dureza, la mayor parte de ellos originarios personal o familiarmente – hijos de los vencedores en su mayoría – de medios entre el falangismo o el nacionalcatolicismo – opusiano o no – y por ello, en su propia transición hacia la democracia, con perfiles de converso/renegado muy destacados, con todo el dramatismo que puede adquirir por ello el evocado. En algunos casos destacados – y pienso en la emocionante figura del poeta José Hierro, por ejemplo, o en el psiquiatra y novelista Martín Santos – tratados con dureza, sí, pero también con amor. Personajes de frontera, pues, de alguna manera, y que encontraron algunos de ellos en Dionisio Ridruejo un arquetipo convertible en héroe, “en su sentido clásico”, “entre la canonización y la leyenda” (p.599). Sobre todo por sus antiguos correligionarios, como el caso de Pedro Laín Entralgo, “su antiguo camarada, luego representante no menos obvio del franquismo fundacional y mediocridad intelectual de la larga dictadura”, sin duda el más negativo de estos personajes de frontera, infumables ya en los nuevos tiempos de una democracia formal con un rey al frente con una biografía tan fronteriza y sospechosa como la suya propia.

El largo ensayo de Gregorio Morán es, como todo trabajo estimulante, de nuevo un principio, y así lo deja él en este texto introductorio que utilizamos como despedida:

“Pido disculpas por los innumerables errores, con los que se ensañará más de uno, y confío en la benevolencia de los lectores para irlos corrigiendo.
Por muchas equivocaciones que contenga, creo que la línea principal es precisa y está trazada a conciencia”.

***

El libro de Gregorio Morán, con ese título y esa franja temporal (1962-1996) me pareció desde el principio un título adecuado para reflexionar sobre algo que tenía pendiente, mis recuerdos personales y vivencias de los años sesenta y setenta, principalmente, con la ayuda de un entendido de casi mi misma edad y que podría ayudarme a racionalizar perfiles que tenía aún desdibujados o que no comprendía sin más. Venía a ilustrarme el trasfondo de uno de mis relatos más experimentales y difíciles, incluso para mí, que había titulado Del movimiento a la movida: una nonovela azarosa y refractaria. Creo que se complementan perfectamente.

GREGORIO MORÁN-El cura y los mandarines

 

Ficha Técnica

Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

comentarios

  1. A mi me ayudó a entender mejor mi propio tiempo setentero-transicional, que dice el Germán Labrador, e incluso a los opusianos que de tenerlos tan cerca no sabía racionalizarlos, por decirlo fino. Por eso lo relaciono con la suerte de relato que es «Del movimiento a la movida»…

  2. Por la lectura de aproximación que nos brindas, la obra de tu paisano se me antoja, además de enciclopédica y coral, muy interesante, por el tiempo que toca y por la cantidad de personajes que circulan por ella, muchos de ellos queridos, otros denostados y algunos hasta desconocidos o de los que solo me suena el nombre.
    Me gustaría ver qué semblanza se hace de Luis Martín Santos, conocido sobre todo por su «experimento» literario de «Tiempo de silencio», una figura que suele aparecer envuelta en una aureola enigmática por su extraña muerte -un accidente de coche, aunque hay gente que habla de su vocación depresiva y «autodestructiva»- . Un personaje que, en todo caso, fue puteado por la dictadura por su militancia socialista y le llegaron a censurar un buen puñado de páginas de su novela.
    Una obra a tener en cuenta.
    Un abrazo, Emilio.

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