Miguel de Herrera: Carta de un espía desde una cárcel turca, en 1561. UN PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN, UN EFICAZ ESPÍA

Autor del Documento: Miguel de Herrera

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Firma de Miguel de Herrera-AGS-Estado-1051-32

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Esta es una carta excepcional de un veterano espía imperial, pues Carlos V le había enviado a Transilvania, sin duda en el marco de la conflictiva y compleja sucesión del reinoavisos de Hungría entre los Zapolya y los Habsburgo, a raíz de la muerte de Juan Zapolya en 1541 y la sucesión de su hijo Juan Segismundo recién nacido en 1540 y bajo la tutoría de su madre Isabel Jaguellón, hija del rey de Polonia. Un conflicto dinástico clásico centroeuropeo que había arrastrado también, indirectamente, a los españoles e imperiales frente a franceses y turcos. Miguel de Herrera aparece en la anotación cortesana de esta carta como “soldado cautivo” de los turcos, sin otra referencia, pero lo que narra en su carta es de tanto interés que, a pesar de su prolijidad – “aunque es prolixa” – es enviada a la corte de Madrid de inmediato, en el marco de los rescates de los innumerables cautivos en Estambul tras el desastre de la expedición siciliana contra la isla tunecina de los Gelves.

Según sus palabras, Herrera había sido un eficaz agente por su amistad con un culto renegado polaco, Lengua Mayor de la corte otomana, intérprete o Dragomán como se los denomina también en otra documentación a estos personajes cortesanos; este es un enlace muy importante durante los años cincuenta, los más conflictivos por la confluencia de franceses y turcos contra los Habsburgo, que había convertido el Mediterráneo todo en un campo de batalla naval cada verano, año a año. Pero debió entender, sobre todo, en asuntos húngaros y austriacos, balcánicos, hasta su caída en desgracia por la concurrencia del agente imperial en Estambul para asuntos de Hungría que le denunció ante las autoridades turcas y fue causa de que lo encarcelaran y le confiscaran sus bienes. Herrera se queja de que tras la muerte de Carlos V – tras 1558, por lo tanto – se han olvidado de él y sigue en prisión, por lo que acude a Felipe II para que le ayude a recobrar su libertad, ofreciéndosele como experto servidor en esos asuntos fronterizos que a raíz del desastre de los Gelves vuelven a presentarse como prioritarios para el rey de España.

Para obtener su libertad, tiene algunos contactos, entre ellos la posibilidad de canje con un cautivo turco, apresado por las galeras de España en el entorno de Orán, que en ese momento está en la galera Patrona de Nápoles, llamado Salim, a cuyos parientes conoce y con los que está en contacto. Para ello pide que se lo entreguen al nuevo virrey de Nápoles, Perafán de Ribera, duque de Alcalá. Pero sobre todo parece contar con la amistad del Dragomán o Lengua Mayor, el renegado polaco que le ha proporcionado mucha información y que se brinda para seguir siendo informante para el rey de España; eso sí, con subsidios especiales que se le puedan hacer llegar, pues “éstos por virtud no hacen nada sino por premio”. Otro de sus enlaces en Estambul, importante para la captación de información relativa a la armada turca, es al que llama Cabo Maestro de las atarazanas de Estambul, un griego – “gregüesco” – al que llama Benito Manoli, y a quien erróneamente denominaban algunos en los medios españoles Maestro Manuel; había sido un hombre importante en la captación de información para el espía Herrera, y lo recomienda a Felipe II a fin de que le asignen un sueldo como premio o pago a sus servicios futuros, pues parece aún operativo para estos asuntos de información. Por otra parte, el cautivo Sancho de Leiva parece estar de acuerdo con este asunto.

Son precisamente esos enlaces en Estambul – el dragomán polaco, el maestro de atarazanas griego – quienes convierten al veterano Miguel de Herrera en un profesional de la información y del espionaje, que había trabajado tanto a través de Nápoles y Palermo, en lo referente a avisos sobre la armada turca, como a través de Hungría y Viena, su misión original según sus propias palabras, como encargado imperial para los asuntos de Transilvania; justamente por esta segunda vía le llegó su desgracia, ya en tiempo del emperador Fernando de Habsburgo – “tío de Vuestra Majestad” – debido a la suspicacia del agente húngaro en Estambul, que se sintió perjudicado en sus asuntos, algunos de ellos dudosos por la ambigüedad de su relación con imperiales y franceses, quien lo denunció a las autoridades turcas temiendo que pudiera descubrir algunos de sus negocios y que por ello pudiera perder su oficio; al citar también a este húngaro como “enemigo de nuestra nación”, y como receptor de dinero del rey de Francia, lo perfilaba como del bando más profrancés que proespañol, perfil común a algunos personajes diplomáticos, como habían sido el polaco Jerónimo Lasky o Antonio Rincón en el periodo anterior. La muerte de este agente húngaro, así como la muerte de Carlos V, debieron de interrumpir sus contactos con los imperiales pues, según sus quejas, las cartas a través de mercaderes no llegaban a su destino, al no llegarlas a entregar, no constituían una red de comunicación segura, no solían ser de fiar.

Su experiencia y veteranía la muestra también en la soltura con que habla tanto de las autoridades anteriores con las que había trabajado – Pedro de Toledo, muerto ya en 1553, pero al que recuerda como diligente y eficaz “en tener buenos avisos”, o Juan de Vega, el secretario Juan Vázquez o Mosén de Granvela – como con los notables que actualmente habían llegado a Estambul, Sancho de Leiva o Berenguer de Requesens, con quienes mantiene contacto y están al tanto de la veracidad de sus avisos. Para mostrar su solvencia también ofrece en su carta una crítica ajustada de la actuación de la armada cristiana en los Gelves, señalando dónde había estado el fallo principal del general de la armada al dejar partir a las dos galeras de Dragut que trajeron a Estambul la noticia del ataque cristiano, perdiéndose con ello el factor sorpresa. Pero en donde se da más a valer es en la información sobre el espionaje turco en Italia, denunciando en concreto a dos agentes importantes; por un lado, un genovés llamado Antoniaso, que va y viene a Italia y avisa al turco, y que tiene trato con un fray Angelo de Pusol en Santa María la Nueva de Nápoles; por otro lado, un patrón de galera, Felipe Carinto, que fue apresado cuando era general de la armada García de Toledo, y que tiene un hijo en Nápoles que le escribe cartas a través del que llama Judío Rico, que tal vez se refiera ya al que se conocería como Gran Judío en los medios españoles, el mercader de origen portugués Juan Micas o Josep Nasi, un hombre clave en los años siguientes y sobre todo tras la muerte de Solimán, con Selim II, cinco años después.

Pero la más notable información que ofrece en esta carta Herrera se refiere a un personaje de frontera excepcional, que tendrá también una actuación particular en la red de espías de Felipe II que está a punto de formarse y que será conocida como la Conjura de los Renegados: el Obispo de Milo; este personaje es bien conocido por Miguel de Herrera: se llama Estéfano Gateluso (o Galatuso o Gatalusio o similares, en otros documentos) y es un dominico de Quíos que en ocasiones fue espía para turcos y franceses, según Herrera; fue encarcelado en Roma por herético en tiempos del papa Carafa, Paulo IV, aunque consiguió huir; su sucesor, a partir de 1559, Pío IV, le nombró obispo de Milo y como tal volvió a Levante. Se queja de que le ha robado información importante cifrada, tras lo que debió destruir esa cifra, y aunque lo denunció su denuncia no tuvo efecto. Ese es el retrato muy negativo que hace Herrera de este personaje que, unos meses después, se presenta a sí mismo como agente desde hace más de quince años (desde en torno a 1545 por lo tanto) muy activo en el rescate de cautivos cristianos, en una de las cartas que llevará consigo Juan María Renzo de San Remo como acto fundacional de la nueva red de espías que controlará desde entonces desde Nápoles. En el Archivo de la frontera pueden verse estas referencias:

https://www.archivodelafrontera.com/archivos/la-red-de-renzo-en-el-otono-de-1562-un-viaje-de-gioan-maria-renzo-de-sanremo-a-estambul-termina-de-fijar-una-red-de-avisos-para-el-rey-de-espana-felipe-de-austria/

Finalmente, Miguel de Herrera ofrece también sus avisos de última hora: el envío al Mar Negro de refuerzos para la guarda de Cafa, y la huida de una galera turca de un turco muy rico, por una sublevación de sus esclavos cristianos, y que sugiere que no se admita su rescate si no es por un alto precio… En la despedida retórica final, Herrera vuelve a reafirmar su eficaz profesionalidad, pues puede hacer que “no quede un esclavo en Turquía, sin costa (sin gasto) de Vuestra Majestad”. Eso, dicho en el contexto de los centenares de esclavos cristianos hispanos e italianos que abarrotan Estambul tras la derrota de los Gelves, es, más que un gran farol, un deseo que rayaba lo utópico; pero que a oídos de Felipe II, como todo lo referente a los servicios secretos al otro lado de la frontera, sonaba siempre muy bien, pues poco se aventuraba y podría sacarse mucho fruto de ello.

 

1561-Miguel de Herrera espía en Pera

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Ficha Técnica y Cronológica

  • Personajes: Miguel de Herrera, Felipe II, Carlos V, Solimán, Fernando de Habsburgo, Enrique II, Dragomán polaco, Frai Giorgio, Benito Manoli, Salim, Duque de Alcalá, Dragut, Sancho de Leiva, Berneguer de Requesens, García de Toledo, Juan de Vega, Escipión Doria, Iani Itola de Trapani, Felipe Carinto, Judío Rico de Estambul, Antoniaco de Puerto Venere, Fray Angelo de Pusol, Pedro de Toledo, Juan Vázquez, Mosén de Granvela, Estéfano Gateluso, Paulo IV Carafa, Pío IV, Agi MAsot, conde de Altamira, Bartolomé de la Cueva,
  • Palabras clave: , , , , , , , , , , , ,
  • Autor de la fuente: Miguel de Herrera
  • Título de la fuente:
  • Impresor:
  • Ediciones / Ediciones Críticas:
  • Archivo de procedencia: Archivo General de Simancas / Volumen: - Sección: Estado - Legajo: 1051 - Documentos: 32
  • Tipo de documento: Aviso, Carta / Estado: Transcripción, Actualización, Completo
  • Época: Moderna / Siglo: XVI DC / Año: 1561
  • Zona geográfica: Mediterráneo, Eurasia / Localización: Torre de Pera, 20 de febrero de 1561
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