EL PARAÍSO DE LAS ISLAS, 09-03: EL PADRE DEL CUCHILLO (I parte, cc. 9-11)
Autor del Documento: Emilio Sola
Resumen / Descripción:

03-MUJERES JUGANDO A CARTAS
La princesa Fatema Bentmalek narra su vida en la ciudad roja,
la historia de las desdichas de su familia y de su pueblo
Las tres mujeres se quedaron solas en la casa y Fatema, la princesa,
aprovechó la ocasión para comenzar a narrarles a Fatema Bujudmi y a Mamía
la historia de su vida y viaje. A lo largo del relato
Mamía había ido pasando de la sorpresa y la incredulidad, primero,
al verdadero interés y a la fascinación, luego, a la satisfacción y a la alegría
de tener tan particular e ilustre muchacha en su casa humilde, al fin,
a Fatema Bentmalek, como desde entonces la llamaría.
–Soy hija del rey Malek y nací y crecí en el palacio grande de la ciudad roja,
bastante al sur de su reino, en la linde del desierto. Desde el tiempo
al que alcanza mi memoria, y hasta los catorce años, todo mi mundo fue
los jardines del palacio grande y el gran palmeral que circunvala la ciudad roja;
nunca había imaginado en mi niñez, a pesar de historias que se contaban
en mi presencia de lugares muy lejanos, que no fuera aquello todo el mundo,
todo lo que existía. Me enteré más tarde de que, siendo aún bebé,
había viajado en alguna ocasión con mi madre y mi padre el rey a Nueva York
y a varias capitales europeas, en los años de felicidad y juventud de mi madre
y de tranquilidad en el reino, pero eso, como es fácil comprender,
nada influye en mis recuerdos, no lo he podido memorizar.
Fui la hija mayor de mi madre, la princesa Yasmina, la mayor de siete hermanas,
y sin duda fruto del tiempo de felicidad y de amor de ella y de mi padre,
el entonces príncipe heredero Malek, del tiempo anterior
a que éste se convirtiera en un hombre malvado.
Durante el séptimo embarazo de mi madre la princesa Yasmina,
murió de muerte misteriosa mi abuelo el rey Mohamed,
padre de mi padre Malek, el rey actual, a causa de una espina envenenada
que alguna mano asesina introdujera en su babucha. Mi padre
se convirtió en el nuevo rey con el nombre de Malek H. Ntani II.
Y comenzaron las desdichas para mi país y para mi familia.
A mi madre, tras dar a luz a su séptima hija, no quiso volver a verla más
y la repudió de hecho. Con nosotras siete, sus siete hijas, la menor
niña de pecho aún en brazos, la reina Yasmina
tuvo que abandonar el palacio grande y sufrir lo que podría considerarse destierro
en uno de los palacios del palmeral, al este de la ciudad roja.
Nunca más habría de volver a ver al rey su marido y supo, por raras visitas
y contados mensajes que sus familiares pudieron hacerle llegar,
que todos los colaboradores próximos al trono de su familia y tribu
habían caído en desgracia y habían sido sustituidos
por nuevos personajes de confianza para el rey Malek, de otra tribu rival
de la que había tomado nueva esposa, una muchachita de quince años
de piel muy blanca y grandes ojos negros. -Fatema Bentmalek
hizo una pausa, como para poner en orden sus ideas-.
Yo tendría ocho años cuando murió mi madre, la desdichada
reina repudiada Yasmina, al año escaso de destierro
en aquel palacio del palmeral al este de la ciudad roja,
una tarde de primavera que recuerdo con precisión.
Jugaba con tres de mis hermanas mayores en uno de los extremos del palmeral,
al lado de una fuente cercana a la alta tapia que rodeaba el palacio,
infranqueable límite de nuestro jardín cerrado, cuando nos sorprendió
el llanto prolongado de nuestra hermanita chica y acudimos al lugar
de donde provenía; a la sombra de un limonero, en un claro del palmeral
no lejos de la casa central del palacio, sobre una esterilla de rafia
que solía usar para sentarse en el jardín o sobre la arena, estaba mi madre,
uno de sus senos fuera de la túnica desabrochada en actitud
de amamantar a nuestra hermana, que lloraba y se removía
entre aquellos brazos que malamente la lograban sostener.
Desde lejos nos sorprendió la inmovilidad rara de nuestra madre
y su cabeza desplomada extrañamente sobre un hombro y hacia atrás,
así como que no reaccionara, ella tan diligente siempre con nosotras,
ante el llanto de la pequeña. Al acercarnos, en la creencia
de que estuviera en el hondón del sueño, descubrimos con horror
sus ojos y la boca muy abiertos, el gesto terrible de la muerte en aquel rostro.
Como pude, desprendí de sus brazos a mi hermanita; conseguí
que dejara de llorar mientras mis dos hermanas, entre lágrimas
gritando lo que había ocurrido, corrían hacia el palacio para pedir ayuda.
-Fatema se tomó un nuevo respiro y luego continuó-.
En el destierro al palacio del palmeral nos había acompañado una familia
que desde siempre había estado al servicio de mi madre; eran algo así
como parientes pobres de la tribu de la que ella era originaria,
y mi padre el rey Malek había consentido que nos siguiera atendiendo
como únicos criados en la nueva etapa de nuestras vidas.
Sidi Mohamed se llamaba el padre, Zohra la madre,
aunque todos le decíamos Ma, Yamel el hijo mayor,
y en verdad era un hermoso muchacho, Mariem la hija segunda,
exactamente de mi edad e inseparable compañera y confidente mía
desde la más tierna infancia, y Mustafa el niño chico, de la edad
de mi tercera hermana, morenísimo, vivaracho como un fenec del desierto, reidor…
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03-El paraíso de las islas-09-03-El padre del cuhcillo Lauari Bujudmi
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Archivos Adjuntos
Ficha Técnica y Cronológica
- Personajes: Lauari Bujudmi el padre del cuchillo, Fatema Bentmalek, Mamía,
- Palabras clave: El Paraiso de las Islas, EMILIO SOLA, frontera, literatura, novela
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- Ediciones / Ediciones Críticas:
- Archivo de procedencia: - / Volumen: - Sección: - - Legajo: Biblioteca de don Borondón o del Naranjal - Documentos:
- Tipo de documento: Crónica / Estado: Fragmento
- Época: Contemporánea / Siglo: XXI DC / Año: Del 50-60 antes de la Gran Guerra y muerte de JB al año 27 de la GG y muerte de JB.
- Zona geográfica: África, Mediterráneo / Localización: