E. Sola: CUENTOS DEL PARAÍSO DE LAS ISLAS, 14-2-3: Carla Canon visita al sabio Mirallá, Capítulo III

Autor del Documento: Emilio Sola

Descripción / Resumen:

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III PARTE  del viaje de visita de Carla Canon al sabio Fausto Mirallá

1

Carla dejó una nota sobre el informe en papel de los campamentos

de refugiados orientales en la mesa de entrada para mensajeros,

por si llegaba alguien a recogerlo mientras estaba fuera.

“Estaré dos o tres días de viaje.

Aquí dejo el informe para comentario y archivo. Carla Canon”.

Con eso bastaba. Las oficinas con posada y servicios de la red de nomadeo

estaban bien organizadas para ese vaivén permanente de gente de paso

en misiones cortas, como ella había estado allí durante todo el mes;

se quedaría hasta la primavera preparando su próxima campaña, de nuevo en Siria.

Se dio otra ducha, se cambió de limpio toda su ropa íntima

y eligió un traje cómodo de viaje, ceñido y enterizo,

con rebequita documentalista, como le decían, y mochileta mínima para tres días.

Una mochileta ergonómica que se le ajustaba bien a la espalda y las caderas,

dejándole los brazos y las manos en total libertad. Última moda, hacían furor

entre jóvenes y menos jóvenes. Como ella. Sabía que tenía que ir adaptando

su tiempo de distensión a modelos más tranquilos y sosegados o relajados,

menos alcohólicos y tumultuosos, pero siempre encontraba una disculpa

para demorar ese momento, o dilatarlo más pues era el momento justo

en el que se hallaba… Por otra parte,

desayunos y cenas, banquetes o fiestas seguían siendo

las reuniones de trabajo o intercambio de ideas y experiencias preferidos

por la mayoría, incluso la menos joven; o, mejor aún, sobre todo

para los menos jóvenes. Como ella, al fin.

Ya nadie hablaba de juntas, congresos o simposios, sino de fiestas

y banquetes o similares. La fiesta de la presentación de… De lo que fuera.

La disculpa para verse, para desvirtualizar esas redes que cada vez más

los mantenían a todos aprisionados. O algo así. Por todo ello,

cuando supo que el grupo del sabio Mirallá estaba en la fase de fiesta

de presentación de su objetivo de trabajo, vio con claridad que aquel

era su destino más inmediato, que ella tenía que estar allí.

 

En la Tercera Vaquería, intersticio de nomadeo muy frecuentado

 

La Tercera Vaquería estaba al otro extremo de la ciudad, camino del aeropuerto,

con lo que decidió tomar un motorino solar de la estación-taller del parque,

frente a la oficina-posada, pegada pared con pared con el restaurante

de la comida del mediodía. Era un proyecto reciente en el que, de manera

indirecta, había participado ella un par de años atrás.

Una pequeña instalación solar que durante el día servía de escuela y taller

para recién llegados que necesitaban adquirir algunas destrezas útiles,

mantenía un parque móvil de motorinos y otros vehículos solares

que tenían ya una red de recepción y mantenimiento por toda la ciudad,

conectada con la red de mensajería. Lo más rápido y divertido.

En un periquete llegó a la estación de motorinos de la Tercera Vaquería

– todo buen local con pretensiones de intersticio de nomadeo de éxito

tenía su estación propia –, y se llevó una grata sorpresa

al encontrarse en la recepción de vehículos

a un chaval que había conocido en uno de los últimos campamentos

de refugiados orientales, precisamente sirio-palestino. Acababa de llegar

y estaba contento. El mundo era una aldea. Un pueblo cada vez

más previsible y chico. Le entró hambre. Tenía tiempo suficiente

para cenar algo, antes del encuentro con el Rincón y sus colegas de viaje.

 

Se fue a una de las terrazas acristaladas de la azotea y se instaló

en uno de los veladores con vistas más amplias sobre la ciudad al atardecer.

Eligió un combinado apetecible que le pareció bastante energético,

y mientras se lo preparaban se dedicó a poner a punto las conexiones

de su Rebequita documentalista, antenitas de wi-fi y dispositivos de registro.

En cuanto pudiera, tenía que remozar la grabadora. Luego

dejó discurrir el pensamiento, mientras la ciudad se iba animando

con el alumbrado nocturno multicolor. “Estamos en manos

de los teóricos del procedimiento, de las tabulaciones, de las tipificaciones.

Teóricos de la diagramación, terribles las palabras. Que, en definitiva,

sólo sirven o debería servir para facilitar los flujos del movimiento

de la gente, de todos nosotros.

Procedimentalistas, administrativistas, constitucionalistas, con el corazón

colmado de deseos de control y represión y palabras

que presentan ostentosamente como teoría de. Cuando ese arte

debería denominarse simplemente teoría del quién para qué

y quién para dónde. Simplificar, facilitar,

no el camuflaje o engaño que pretenden los vendemotos y devoradores

de energía y recursos… Que en el fondo coinciden

con los teóricos de la ética de la condena, los generadores de falsas fronteras

o límites que sólo conciben en términos de contención y optimización cuantificable,

de beneficio mensurable al fin. Eso es monstruoso y así no se puede seguir,

porque así no se puede vivir…”

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14-2-3 Carla Canon visita al sabio Mirallá-III.doc

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Ficha Técnica y Cronológica

  • Personajes: Carla Canon, Fausto Mirallá,
  • Palabras clave: , , , ,
  • Autor de la fuente:
  • Título de la fuente:
  • Impresor:
  • Ediciones / Ediciones Críticas:
  • Archivo de procedencia: - / Volumen: - Sección: - - Legajo: Biblioteca de don Borondón o Biblioteca del Naranjal - Documentos:
  • Tipo de documento: Crónica / Estado: Fragmento
  • Época: Contemporánea / Siglo: XXI DC / Año: Tiempo literario, a partir del siglo I de la GG y muerte de JB.
  • Zona geográfica: Mediterráneo, Eurasia / Localización:
Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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