Corsarios o reyes 3-1: Dragut, el más agresivo y famoso de los corsarios…

Corsarios o reyes 3-1: Dragut, el más agresivo y famoso de los corsarios...

3.- Berbería después de Barbarroja y la consolidación del nuevo régimen político, hasta Lepanto.

3.1.- Dragut, el más agresivo y famoso de los corsarios de la escuela de Barbarroja, consuegro de Hasán Bajá, el hijo de Barbarroja y rey de Argel.

La herencia de Barbarroja quedaba en buenas manos. Dragut, desde la costa tunecina, y los reyes de Argel –el principal de este tiempo fue el propio hijo de Barbarroja, Hasán Bajá– continuaron la construcción de una Berbería conectada con oriente y no con occidente.

Hasta su muerte en el cerco de Malta de 1565, Dragut fue el gran corsario sucesor de Jeredín Barbarroja, la continuación de su modelo. He aquí una evocación del inicio de su carrera por Sandoval:

“Fue Dragut natural de la Notolia (sic, Anatolia), que es en la Asia Menor,
de un pequeño lugar llamado Charabalac,
frontero de una ciudad de tres mil vecinos llamada Estrancoy,
y de parientes villanos, viles, soeces y pobres.
Que de niño salió de su tierra navegando por el mar en servicio de un arraez de su tierra
y vino a poder de Barbarroja, que se sirvió de él en muy malos y torpes oficios;
y cuando ya era hombre le dio una fusta y patente de capitán general
para que los corsarios turcos que armasen le obedeciesen como a él.

“Comenzó a correr el mar Adriático,
en el cual topó con un proveedor veneciano, llamado Pascalino, que traía unas galeras;
y le tomó algunas de ellas con cierto ardid y, con esta presa, fue a los Gelves.
Donde, viendo que no las podía sustentar, las deshizo y de la mejor madera y clavazón
hizo cuatro galeotas y las armó bien; y con ellas y la fusta que Barbarroja le dio,
y otros seis corsarios que con seis navíos con él se juntaron,
que por todos fueron once vasos, salieron a correr la mar.
Con los cuales, y su gran sagacidad, se hacía mucho temer por el mucho mal que hacía.

“Y queriendo Andrea Doria remediar estos daños y prender al corsario,
mandó a Joanetín Doria, su sobrino, que con diez galeras
fuese la vía de Mecina en busca suya” (1).

Capturado a mediados de junio de 1540, fue rescatado por el propio Barbarroja cuatro años después, junto al hijo renegado –o converso, para los cristianos– de Sinán de Esmirna, como ya vimos, en aquel último gran periplo de Barbarroja por el Mediterráneo occidental que le llevara a invernar en Tolón.

“Pues como Dragut se vio libre, alcanzó de Barbarroja, su libertador,
que le diese una galeota proveída de artillería y armas y remeros cristianos,
y gente de guerra, y una patente en que le hacía general de todos los corsarios
moros y turcos que andaban en el agua.
Fueron grandes los daños que este enemigo hizo en todas las costas de la cristiandad
por su mala inclinación, y en venganza de sus trabajos pasados.
Ganó navíos y galeras y corríale el tiempo próspero
por el lugar que los capitanes cristianos le daban.

“Con lo que había robado en cuatro años,
hizo una armada de catorce navíos bien armados;
y, con el nombre que ya tenía, se juntaron con él otros turcos cosarios
con sus galeotas y fustas, que por todas fueron hasta veintiseis.

“Ya la soberbia de su buena fortuna le tenía con tan altos pensamientos
que no hacía caso de Barbarroja, ni quiso acudir a sus llamamientos,
si bien le había hecho juramento.
Casó con una hija de un turco de Modón llamado Saraybat, que vivía en los Gelves,
y recibió con ella grandísimo dote y una gran casa
en que cabían los esclavos de cinco galeras, en la ribera de la mar,
doce millas del lugar de Gaudezuil,
donde el jeque Zala, señor de los Gelves, tenía su casa.
Y desde allí salía con su armada a robar las costas y mares de los cristianos” (2).

Su actividad movilizó a finales de los años cuarenta a los virreyes de Sicilia y de Nápoles. Su pretensión era, a imitación de Barbarroja, “hacerse un señor muy poderoso, que no eran malos pensamientos para quien había nacido tan bajo y sido esclavo y vardage de otro tal” (3). Aquel modelo de corsario acuñado por los Barbarroja y que permitía considerarles como “príncipe nuevo” –el protagonista de hecho del análisis de Maquivaelo en El Príncipe (4)–, incluía el control de un teritorio; para Dragut el territorio más adecuado para forjarse un “principado” o “señorío”, consolidado el régimen argelino, no podía ser otro que los dominios de la impopular y decadente monarquía hafsí tunecina, a duras penas mantenida por el apoyo cristiano desde 1535.

Mármol Carvajal sintetiza brevemente la efervescencia de aquellos territorios desde esa misma fecha; a la noticia de la toma de Mahón por Barbaroja,

“muchos lugares del reino de Túnez que se habían entregado a Muley Hascen
se tornaron a rebelar, y unos recibieron guarnición de turcos y otros
se hicieron señoríos de por sí. En el Cairuán se levantó un alfaquí
tenido entre los moros por hombre santo, llamado Sidi Arfa,
el cual no solamente se hizo rey y señor de aquella ciudad…,
mas pretendiendo serlo de todo Túnez.
Por manera que Muley Hascen siempre tuvo trabajos y guerras
y nunca pudo acabar de apaciguar su reino”,
a pesar de la ayuda de Andrea Doria (5).

En aquel ambiente de crisis de poder, y a pesar de las treguas que con dificultad se habían acordado entre habsburgos y otomanos, Dragut comenzó a controlar ciudades tunecinas en las que ponía su bandera “colorada y blanca con una media luna azul” (6).

Pero su aventura ya no podía tener sentido si no contaba con el favor y apoyo otomano. La lucha contra Dragut había hecho que los imperiales tomaran la ciudad de Mehedía en 1550, llamada también Africa por los españoles, y esto lo interpretó el sultán como ruptura de las dificultosas treguas de cuatro años antes. Dragut terminó acogiéndose a la “legalidad” otomana –una vez más, típico uso corsario (7)–, a pesar del enojo de la Puerta contra aquel súbdito demasiado díscolo. Dragut

“entendiendo… la pérdida de Africa…, lo hizo saber al Gran turco y le pidió favor,
sirviendo con algunos presentes a los bajaes.
El Turco, aunque enojado de él porque usurpó a Africa, le hizo sanjaco,
ofreciéndole su armada para cobrarla o sacarla de poder del emperador.
Alegróse Dragut como debía con la merced y favor de Solimán,
el cual salió en principios de abril del año 1551 a correr las costas
por ganar algo y a mirar dónde emplearía la flota del Turco…
Porque el Turco, indignado contra el emperador,
dio a este corsario el favor que pudo, enviando sus capitanes y armada poderosa
contra las costas de Italia sin reparar en las treguas
que con el emperador y el rey don Fernando había asentado.
Antes, cargaba la culpa en el emperador y se quejó de él al rey don Fernando
pidiendo restituyese a Dragut en la ciudad de Africa
o diese por rota la tregua que entre los tres se había hecho.
A lo cual respondió el César que en las treguas hechas entre príncipes
no se comprendían cosarios ni ladrones comunes.
Que Dragut no era su vasallo pues él no tenía tierras de consideración en Africa.
Irritado el Turco con esta respuesta,
levantò sus banderas contra la cristiandad,
si bien no con la fortuna y aumentos que este enemigo pensaba” (8).

La plaza de Mehedia o Africa ocupada por los imperiales fue un fuego de artificio sin futuro: cuatro años después debió ser abandonada por cara y difícil de mantener. La ruptura de las treguas trajo consecuencias inmediatas: un ataque a Malta y, sobre todo, la conquista de Trípoli por los turcos en 1551. La sombra del embajador francés seguía acompañando a estas operaciones. El sucesor de Rincón, Polin, había sido el negociador de la estancia de Barbarroja en el sur de Francia; ahora, D’Aramon obtenía que los caballeros franceses capturados en Trípoli fueran liberados. Todo el Mediterráneo era hostigado por el kapudán pachá Sinán y por Dragut.

Mármol sitúa en estos momentos también el control de Cairuán por los turcos, en una operación de alianzas contra los que por su debilidad tenían que acudir a los refuerzos de los imperiales, muy similar a lo que había hecho Barbarroja. He aquí la síntesis de Mármol: Sidi Mohamed Arfa

“se hizo llamar rey de Caruán; este Mohamete Arfa reinaba
cuando el ejército imperial expugnó la ciudad de Africa en el año 1550
y tenía paz con Muley Hascen, rey de Túnez, días había,
porque tenía casada una hija con Muley Mahamete, su hijo;
y así por esto como por echar a Dragut de aquella fuerte plaza
favoreció a los cristianos con algunos bastimentos y gente y aseguró el campo;
y no quiso ayudar a Dragut cuando vino a socorrer la ciudad.
De cuya causa se airó el turco tanto contra él, que trató
con otros alfaquíes y ciudadanos de Caruán cómo echarle de la tierra.
Y hecha esta conjuración, entró Dragut de improviso una noche en la ciudad
y prendiendo a Mahamete Arfa, lo mató y se apoderó de ella,
y ahora la poseen los turcos” (9).

Si en 1551 los turcos habían ocupado, en su ataque a Malta, únicamente la isla de Gozzo y habían hecho prisioneros a sus en torno a cinco mil habitantes, en el verano de 1553 un nuevo ataque a Malta traía consigo la ocupación temporal de toda la isla mayor, de Malta misma. Poco después un nuevo kapudán pachá sustituía a Sinán; era Piali: llevaría a cabo la coordinación de la flota turca con las diversas flotas corsarias; él mismo, con ciento cincuenta galeras, llegó a asolar Menorca en 1558. Cada año la salida en primavera de la flota turca era seguida con ansiedad. Este periodo culmina en 1560 con un nuevo desastre español en Yerba, o los Gelves, en el que miles de españoles –y esta vez sí “hombres de cuento” entre ellos, como diría Carlos V– fueron muertos o hechos prisioneros y llevados a Estambul por Piali a su regreso triunfal. El desastre de Yerba –otra vez los Gelves, donde casi medio siglo atrás muriera el joven heredero de los Alba, origen de las desdichas del gran Pedro Navarro (10)– había tenido su origen en una acción destinada a atacar Trípoli, nuevo centro de operaciones de Dragut.

El enfrentamiento entre hispano-italianos e imperiales y el gran poderío naval turco culminó en 1565 con el asedio de Malta. Piali, Dragut y Hasán Bajá, el hijo de Barbarroja, rey de Argel, confluyeron sobre Malta en aquellas jornadas: ciento cincuenta galeras de combate y muchos navíos pequeños más. Los caballeros de Malta –antes de Rodas y de San Juan de Jerusalén– con Juan de la Valette Parisot al frente, y la flota mandada por García de Toledo consiguieron frenar aquel terrible ataque. Despues de combates muy sangrientos –murió el propio Dragut–, los turcos y berberiscos se retiraron. Se dijo que habían muerto en aquel cerco, levantado en octubre, más de treinta mil turcos; pero el poderío naval otomano –como había de suceder después de Lepanto– no pareció disminuir en absoluto. Después de la guerra de las Alpujarras, iniciada en 1568, los turcos, en represalia por la nueva derrota y exilio de los musulmanes granadinos, ocuparon Chipre y la repoblaron con gentes de Anatolia; la pérdida de tierras andaluzas para los musulmanes se compensaba con reparto de tierras chipriotas entre musulmanes. Y en 1571 llegó Lepanto. Allí se forjó la nueva gran figura marinera berberisca, continuadora de Barbarroja, Dragut y el hijo de Barbarroja Hasán Bajá: el renegado calabrés y rey de Argel Euch Ali, nuevo kapuan pachá a raíz de aquella batalla.

Un año antes, a los 55 años, había muerto el hijo de Barbarroja, Hasán Bajá, después de casi un cuarto de siglo de gobierno en Argel; como su padre, moría en Estambul muy rico y honrado. Hasán Bajá fue enterrado al lado de Jeredín, en el mausoleo que era un verdadero santuario para los hombres de la mar. El hijo mayor de Hasán Bajá, Mahamet Bey, “habido de una turca en Constantinopla, aunque otros dicen que era una renegada corsa muy hermosa” (11), nieto mayor de Barbarroma por lo tanto, moría precisamente en 1571; fue despedazado a manos de sus propios galeotes sublevados durante un enfrentamiento en Navarino con el marqués de Santa Cruz. Estaba casado Mahamet Bey con la “hija única y heredera del mismo Dragut” (12). Cervantes, en el Quijote, recoge aquel suceso sangriento con tintes espectaculares. Estando Euch Ali en Modón, cerca de Navarino, se fortificó y esperó a que Juan de Austria se retirase.

“En este viaje (de Juan de Austria) se tomó la galera que se llamaba `La Presa’,
de quien era capitán un hijo de aquel famoso corsario Barbarroja.
Tomóla la capitana de Nápoles, llamada `La Loba’,
regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados,
por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Alvaro de Bazán,
marqués de Santa Cruz.
Y no quiero dejar de decir lo que sucedió en `La Presa’.
Era tan cruel el hijo de Barbarroja y trataba tan mal a sus cautivos,
que así como los que venían al remo vieron que la galera `Loba’ les iba entrando,
y que los alcanzaba, soltaron todos a un tiempo los remos,
y asiendo de su capitán, que estaba en el estanterol gritando que bogasen apriesa,
y pasándole de banco en banco, de popa a proa, le dieron bocados,
que a poco más que pasó del árbol ya había pasado su ánima al infierno:
tal era, como he dicho, la crueldad con que los trataba
y el odio que ellos le tenían”. (Quijote, I, XXXIX)

En Argel vivía otro hijo de Hasán Bajá y su esposa cabil, hija del rey de Cuco, que era “muy niño” aún en 1562, cuando dejara su padre el gobierno de Argel (13). Era nieto, por lo tanto, de Jeredín Barbarroja y de aquel Ben el Cadi tan amigo de Aruch y tan enemigo de Jeredín hasta su muerte. Toda una época parecía desaparecer en aquel inicio de la década de los setenta. Pero el legado de Barbarroja se había consolidado precisamente en Argel.

Y es a esa Berbería central argelina a la que quiero ceñir este libro de maravillas, y en un repaso muy general de la mano de las fuentes españolas, pues ya ese Mediterráneo plenamente cervantino –y de Antonio de Sosa, su gran narrador– ha sido desmenuzado desde múltiples ángulos en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II, ese libro magistral y que quiere ser totalizador del inolvidable Fernand Braudel. Aunque Josep Fontana, con gran conocimiento y espíritu crítico admirables, diga que es toda su obra una mera justificación del mundo capitalista actual (14). Pero ese es otro género de libro de maravillas.

———

NOTAS:

(1).- Sandoval, XXX, XVI, t. III, p. 344.
(2).- Ib., XVII, t. III, p. 345.
(3).- Ib., XVIII, t. III, p. 347.
(4).- Ver Sola, op. cit., pp. 137 ss.
(5).- Mármol, V, c. LXVIII, fol. 287 vto.
(6).- Sandoval, XXX, XVIII, t. III, p. 347. Sobre la tregua con
el turco, ver Mariño, op. cit., pp. 151-158, con los textos de
esas treguas conservados en Simancas y en la Biblioteca Nacional
de Madrid.
(7).- Ver Sola, op. cit., pp. 19 y 40 ss.
(8).- Sandoval,XXX, XXXIX,t.III,p.374.
(9).-Mármol,II,fol. 287.
(10).- Ver Sola. op. cit., pp. 187 ss.
(11).- Haedo, I, p. 343.
(12).- Ibidem.
(13).- Ib., p. 342.
(14).- J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto
social, Barcelona, 19 , Crítica, pp.