Discurso Edad de Oro de La Tempestad de Shakespeare, Versión A y B

Discurso Edad de Oro de La Tempestad de Shakespeare, Versión A y B

TEXTO AUDIOVISUALIZABLE, help III:

GUIÓN (complementario):

Discurso de la Edad de Oro, de “La Tempestad” de Shakespeare.

 

VERSIÓN A:

Discurso de “La Edad de Oro” del consejero Gonzalo, de “La Tempestad” de Shakespeare, sin las interrupciones cómicas de Sebastián y Antonio:

 

 

Consejero Gonzalo:

Señor, si yo tuviese que colonizar esta isla…

Y si yo fuese el rey, ¿sabéis qué es lo que haría?

En mi república

todas las cosas iban a ser lo contrario de lo que son.

Porque no admitiría ningún género de comercio,

ni el nombre siquiera de magistrado.

Las letras no serían conocidas.

Ni riqueza, ni pobreza, ni ninguna servidumbre.

Ningún contrato, ninguna herencia,

ninguna linde ni campo cerrado, ningún cultivo ni viñedo.

No habría metal, trigo, vino ni aceite.

Ninguna ocupación,

todos los hombres estarían ociosos, todos.

Y las mujeres también, pero inocentes y puras.

Ninguna soberanía.

 

La naturaleza produciría todas las cosas para todos

sin sudor y sin esfuerzo.

No iba a tolerar la traición, la felonía,

la espada, la pica, el puñal, el cañón

o cualquier arma, que ya no sería necesaria;

porque la naturaleza ofrecería por sí misma con profusión,

pletórica,

todo lo necesario para alimentar a mi inocente pueblo.

Señor,

gobernaría con tal perfección,

que hasta haría olvidar la Edad de Oro.

 

¿No me escucháis, Señor?

 

(Puesta en escena simple: el Rey Alonso de Nápoles sentado en lugar destacado, mira con cara de “¡Y este tío, ¿qué dice?”, o de no entender nada o de escepticismo, mientras el orador Consejero Gonzalo habla muy en serio, en pie.)

 

——————-

 

VERSIÓN B:

Discurso de la Edad de Oro del Consejero Gonzalo, con el Rey Alonso y los dos príncipes burlones Antonio y Sebastián.

 

 

Consejero Gonzalo:

Señor, si yo tuviese que colonizar esta isla…

(Antonio: …para sembrar ortigas.

Sebastián: O zarzas o malvas.)

 

Consejero Gonzalo:

Y si yo fuese el rey, ¿sabéis qué es lo que haría?

(Sebastián: No caer en la embriaguez, pues falta el vino.)

Consejero Gonzalo:

En mi república

todas las cosas iban a ser lo contrario de lo que son.

Porque no admitiría ningún género de comercio,

ni el nombre siquiera de magistrado.

Las letras no serían conocidas.

Ni riqueza, ni pobreza, ni ninguna servidumbre.

Ningún contrato, ninguna herencia,

ninguna linde ni campo cerrado, ningún cultivo ni viñedo.

No habría metal, trigo, vino ni aceite.

Ninguna ocupación,

todos los hombres estarían ociosos, todos.

Y las mujeres también, pero inocentes y puras.

Ninguna soberanía.

 

(Sebastián: Pero sería el rey.

Antonio: La parte final de este programa de república se olvida del comienzo.)

Consejero Gonzalo:

La naturaleza produciría todas las cosas para todos

sin sudor y sin esfuerzo.

No iba a tolerar la traición, la felonía,

la espada, la pica, el puñal, el cañón

o cualquier arma, que ya no sería necesaria;

porque la naturaleza ofrecería por sí misma con profusión,

pletórica,

todo lo necesario para alimentar a mi inocente pueblo.

(Sebastián: ¿Y no se casaría nadie entre sus súbditos?

Antonio: No, hombre, no, sólo habría holgazanes… putas y bribones.)

Consejero Gonzalo:

Señor,

gobernaría con tal perfección,

que hasta haría olvidar la Edad de Oro.

 

(Sebastián: ¡Dios salve a Su Majestad!

Antonio: ¡Viva Gonzalo!)

 

Consejero Gonzalo:

¿No me escucháis, Señor?

Rey Alonso:

Basta, os lo ruego. Decís cosas que para mi carecen de sentido.

 

 

(Puesta en escena simple: el rey Alonso de Nápoles sentado en el centro en lugar algo más elevado, a su derecha el Consejero Gonzalo magestuoso durante el discurso, a su izquierda los príncipes de Milán y Nápoles, Sebastián y Antonio, en actitudes más descuidadas –uno puede estar sentado o medio tumbado– y con gestualización más o menos exagerada de burla.)