Conferencia de Bogotá de presentación del Archivo de la Frontera – 21/09/2011

Conferencia de Bogotá de presentación del Archivo de la Frontera - 21/09/2011

LA FRONTERA MEDITERRÁNEA CLÁSICA Y EL HOMBRE DE FRONTERA;
A PROPÓSITO DE UCHALÍ, buy viagra EL CALABRÉS TIÑOSO,
COMO PROTOTIPO DEL HOMBRE ECONÓMICO MODERNO.

1 Expansión europea y nuevas fronteras globales.

La expansión europea del siglo XVI,
que sucede a la época de los descubrimientos geográficos
fruto de los viajes de exploración de la Baja Edad Media por todo el planeta,
convirtió al Mediterráneo primero y a toda Europa después
en el mayor centro de captación de información del mundo,
en un momento en el que el gran centro político y cultural chino
parecía replegarse sobre sí mismo y las culturas amerindias sucumbían
ante la irrupción ibérica o latina y luego europea en general.

Se puede hablar desde entonces de fronteras coloniales europeas a nivel global
y flujos continuos de información y mercancías fluyeron hacia Europa
desde esas nuevas fronteras, que en muchos casos se quisieron presentar
como fronteras entre civilización y barbarie o entre cristianos e infieles.
Eran fronteras más que meramente políticas o imperiales,
fronteras culturales y económicas, mentales y de legislaciones,
globales al fin.

A mí me interesó, en principio, en un primer acercamiento
a estas nuevas fronteras de la modernidad, la información generada en ellas,
que me gusta tipificar como una “literatura de la frontera” o “literatura de avisos”.

Literatura de avisos.

Es la literatura de la información y del espionaje,
con un género literario muy refinado que en la rica literatura española de avisos generada por la administración colonial se denominó Relación.

La literatura americana colonial está llena de espléndidas relaciones
que luego se desarrollan y se convierten en esas obras maestras
de la rica biblioteca colonial americana.
También se usa la expresión “Relación de avisos” para indicar el texto
que sistematiza la información primaria obtenida por la observación directa,
que da nombre a la definición clásica de espía: “ojos y orejas del rey”.
Algunas relaciones fueron publicadas como “Relaciones de sucesos”, asimismo,
y ya hay toda una rama científica especializada en su catalogación y sistematización,
aunque esas relaciones de sucesos editadas pueden relacionarse
más con el periodismo y con la propaganda de una causa política o religiosa.

El poder político e imperial siempre necesitó información,
y de ahí que también la “razón de estado” o el imperio se ilustren
en los emblemas renacentistas y barrocos con ojos y orejas
que informan al gobernante (Ver ilustración).

La primera consecuencia de la existencia de una frontera
es la necesidad de información sobre el otro lado de la frontera.
Más tarde, ya vendrá tanto la organización de la conquista
como la organización del gobierno
o el surgimiento o creación de una nueva cultura.

En el caso de la nueva cultura colonial americana,
hoy ya se estudian con toda naturalidad los fenómenos de mestizaje cultural variopintos
generados por esas fronteras modernas, un fenómeno considerado hoy global,
perceptible a nivel planetario, una nueva realidad.
Desde textos maestros literarios mestizos como los de Garcilaso de la Vega el Inca,
a construcciones barrocas admirables o legislaciones
y modelos de organización social, a veces aberrantes, a veces libertadores.
Los procesos de movilidad y mestizaje, migraciones, exilios, refugio,
comercio y finanzas, a la par que la información,
son fenómenos constitutivos de esas nuevas fronteras globales.

2 La frontera mediterránea clásica.

El Mediterráneo es una de las fronteras más íntimas de Europa,
y por ello una de las que más rica información dejó tras de sí misma.
Muchísima más información que la muy abundante de la frontera colonial americana.
Una frontera muy próxima a los centros de poder principales de Europa,
pero frontera global, física y cultural, política, económica,
de creencias y legislaciones, de siglos de contactos e intercambios,
enfrentamientos, préstamos culturales y mestizajes.

El enfrentamiento habsburgo-otomano en el siglo XVI como eje dinamizador
de esa frontera histórica generó una ingente información tanto sobre ella misma
como sobre el otro lado de esa frontera, sobre el Otro,
sin duda en la base de la construcción y reflexión cultural de esa misma Europa.

Se puede decir que una Europa de la información surgía
de manera previa a la Europa cultural y política.
Y en esa realidad cultural naciente el papel de Francia y Venecia primero,
y de la Europa del norte después, serían determinantes.
Para el periodo de especial clasicismo evocado aquí, la época de Felipe II,
las alianzas franco-turca o turco-véneta integraban plenamente
el oriente mayoritariamente musulmán en la realidad europea occidental
mayoritariamente cristiana, antes de que la atlantización definitiva
de la economía europea dejara al Mediterráneo en un lugar secundario,
y las influencias turca y española perdieran magnitud y capacidad dinamizadora.

Las redes de información y espionaje que se fueron estructurando
a lo largo del reinado de Felipe II en España,
por necesidades imperiosas del sistema imperial de la Monarquía Católica,
dejaron una ingente documentación, una de las más ricas literaturas de avisos;
en toda su gama: desde el aviso básico oral – el aviso de plaza –
a la amplia monografía sobre el Otro. Esa documentación,
principalmente en el archivo de Simancas, pero también en otros archivos
españoles levantinos y en casi todos los archivos de estado italianos y europeos,
en mayor o menor medida, y sobre todo algunas de sus piezas más singulares,
la manejé ampliamente para reconstruir la red de espionaje de Felipe II en Levante, sobre todo a partir de 1560, la que algunos de sus contemporáneos denominaron
la Conjura de los Renegados.
La publiqué con amplitud de referencias a esta literatura de la información
en el libro Los que van y vienen. Información y fronteras en el Mediterráneo clásico del siglo XVI (Universidad de Alcalá, 2006),
y más tarde la revisé para el libro Uchalí, el Calabrés Tiñoso o el mito del corsario muladí en la frontera (Barcelona, 2010, Bellaterra).

El hombre de frontera

Es en esa frontera europea clásica del siglo XVI
en donde se puede perfilar mejor su protagonista principal y más dinámico,
el hombre de frontera,
germen de lo que hoy puede tipificarse, con la perspectiva que da el tiempo histórico,
como un hombre económico moderno o un hombre moderno sin más.
Las viejas relaciones feudales y su degradación que algunos antropólogos
tildaron de “bastard feudalism”, simples variantes
de las relaciones patrono-clientelares básicas,
terminarán convirtiéndose en simples relaciones económicas,
siempre reguladas en una tipología ideal por el “interés mutuo”.

En el mundo mediterráneo, sólo la abundantísima literatura de avisos
como literatura de la frontera o de la información
permite aproximarse a esa figura fundamental del hombre de frontera;
mi experiencia investigadora personal me aproximó a un posible arquetipo
de ese hombre moderno en la figura de un corsario muladí, Uchalí,
omnipresente en la literatura de avisos del momento,
desde el aviso de plaza básico a la elaboración literaria más refinada
como el teatro o la novela de Cervantes mismo,
el más brillante narrador o evocador, sin duda, de aquel tiempo histórico liminar.

3 El corsario muladí o renegado como nuevo arquetipo mediterráneo.

Nación, Estado o Imperio y Religión tipificaron unas fronteras básicas
que asignaban a los hombres a un grupo determinado,
y de ahí los relatos clásicos de historias nacionales,
dinásticas o imperiales e historias sagradas.
En un primer nivel, los que transgredían o traspasaban esas fronteras básicas
pueden aparecer como hombres de frontera.

En una primera tipología se pueden considerar así
a los exiliados o desterrados, viajeros o peregrinos,
en su sentido clásico de viajero fuera de su patria,
tanto como a los fuera de la ley, o huidos o forajidos;
así como a los tornadizos, que era como se llamaba
a los que cambiaban de señor o patrón, de lealtad política al fin,
o a los renegados, que eran los muladíes de la frontera clásica medieval hispana
o musulmanes nuevos, figura en todo especular de los moriscos
o cristianos nuevos de moro de la España clásica renacentista.
Pueden buscarse o encontrarse todas las variantes posibles
que se nos pudieran ocurrir, los mestizajes variopintos o los aindiados,
tanto como los asimilados, aculturizados
o las más diversas formas de migración voluntaria o forzada.

En su día recogimos todo esto en un libro singular que titulamos
Renegados, viajeros y tránsfugas. Comportamientos heterodoxos y de frontera en el siglo XVI, en el que la parte americana corrió a cargo
del malogrado Germán Vázquez Chamorro, tan prematuramente desaparecido. El notable historiador italiano Alberto Tenenti accedió gentilmente,
al final de su vida, a enviarnos un epílogo para aquel estudio colectivo peculiar sobre el hombre de frontera que significó un gran estímulo
para nosotros entonces, el final del siglo pasado, inaugurando el año 2000.
Justo en el momento en el que diseñamos la colección documental
que hoy queremos presentarles y brindarles aquí,
y que quisimos denominar Archivo de la frontera.

En el Mediterráneo del siglo XVI el muladí o renegado se convierte
en el arquetipo más potente del hombre de frontera,
y entre esos personajes destacó con luz propia un calabrés analfabeto y tiñoso,
hecho esclavo cuando era un muchacho y que estuvo al remo como galeote
de una galeota corsaria muchos años, antes de convertirse en renegado o muladí,
turco de profesión, y como tal llegar a ser
el corsario más legendario del Mediterráneo y sucesor de los Barbarroja
en Berbería y en Estambul, quienes le habían cautivado en 1536.
A partir de 1560, el corsario muladí Uchalí comenzó a ascender
en poder e influencia en Estambul, en los últimos años del reinado
de Solimán el magnífico y primeros años del reinado de Felipe II.
Ocupó varios gobiernos en ciudades norafricanas berberiscas,
Trípoli, Túnez y Argel, principalmente,
que eran al decir de la literatura de avisos del momento en la Turquía otomana
lo mismo que América para los españoles.
Pero, sobre todo, se convirtió en el gran patrón de los corsarios
al servicio del Gran Turco. Después de Lepanto,
pasó a ser el Capitán del Mar (Kapudán Pachá) o almirante de la flota otomana,
y se instaló en Estambul hasta su muerte en 1587.

Uchalí, el calabrés tiñoso de la literatura de avisos hispana,
se convirtió en Alí Bajá, el más notable de los turcos de profesión,
como les llama Antonio de Sosa, el mejor cronista de esos tiempos,
compañero de cautiverio de Cervantes en Argel.
Un auténtico héroe nacional o mito en la historia de Turquía,
en todo paralelo a don Juan de Austria o Hernán Cortés en la historia de España
y a sir Francis Drake en la historia de Inglaterra,
con quienes llegó a tener relación y hasta cartearse.
Más aún, Felipe II gastó mucho esfuerzo y dinero,
a través de parientes suyos calabreses y amigos, para atraerlo a su servicio,
como señor natural suyo que era al estar Calabria bajo su imperio,
ofreciéndole el ennoblecimiento como duque, conde o marqués
con tierras en su Calabria natal que le rentaran diez mil escudos anuales,
el presupuesto de una familia nobiliaria media en ese momento.

Un ascenso social impensable en la sociedad estamental para hombres como él,
que habían nacido pobres y habían sido esclavos.
Un hombre de Virtú y Fortuna, según el análisis maquiavélico,
que por su propio esfuerzo y valor asciende a convertirse en señor de un territorio,
potentado o príncipe nuevo, un hombre que se hace a sí mismo.
El modelo de ese hombre de acción moderno,
tal Hernán Cortés o Francis Drake,
mitos de ascenso social de aquella clásica y nueva Edad de Oro,
que hoy sabemos que es un mito de la modernidad.

Voy a intentar mostrar por qué.

4 Paradojas y realidad de un mito de ascenso social en la frontera moderna.

Si en una historia de la Turquía clásica del siglo XVI
Alí Bajá aparece como un verdadero héroe nacional,
en una historia de la Italia clásica del mismo siglo Dionisio Galea,
su nombre de cristiano, desaparece completamente; es inviable
como héroe positivo pues si alguna referencia se hace a él es
como prototipo de enemigo malo, del renegado.

Es una visión o punto de vista de una historia nacionalista y confesional,
como lo son estas historias clásicas nacionales desde entonces hasta la actualidad.
Todavía a los turcos les sabe mal este abordaje a su Alí Bajá o Ilich Alí
(Alí Espada Cortante, sería la traducción de ese nombre honorífico
que le da el sultán Selim después de Lepanto)
como calabrés de origen humilde, esclavo y apodado el Tiñoso,
al mismo tiempo que para los italianos es un personaje incómodo
ese calabrés renegado que llenará Estambul y Berbería
de inmigrantes calabreses e italianos como él en busca de fortuna,
la mayoría de las veces a la fuerza, violentamente,
tras operaciones corsarias en las costas de su patria de origen.

En una historia de los italianos del siglo XVI, por el contrario,
debería de ocupar un lugar destacado como hombre que se hace a sí mismo
y colmo del modelo de ascenso social en la época;
eso sí, si a esa historia se la despoja de todo matiz nacionalista o confesional,
pues desde estas perspectivas el pobre esclavo Dionisio
que llega a Capitán del Mar otomano es un héroe absolutamente negativo,
el enemigo malo y diabólico, el mal.

En una historia del Mediterráneo, de la frontera y del mar, Uchalí,
que es como le llamó Cervantes a Alí Bajá o Uluch Alí, por el contrario,
es un personaje de una envergadura modélica y absolutamente positiva
en una historia global como la que hoy precisa el mundo
o precisamos todos sin más.

Emigrante, exiliado, adaptado a la fuerza o adaptado por conveniencia
a un sistema imperial clásico, el otomano en este caso,
Dionisio o Uchalí se convirtió en un arquetipo de ascenso social en la frontera,
modelo de hombre de acción u hombre económico moderno,
en un triunfador absoluto, en un nuevo potentado o gran patrón;
llegó a controlar tanto el mercado de trigo levantino, transilvano o de Anatolia,
como la construcción naval o las obras públicas,
inviables sin sus maestranzas o cuadrillas de obreros;
tuvo el control del mercado de energía principal del momento
como era el mercado de esclavos,
el control del contrabando y las fronteras, que significaban
el control del comercio internacional del momento en el Mediterráneo,
con sus conexiones con el comercio de las especias
que llegaban a través de las rutas del mar Rojo y de las caravanas
de Basora o de Alepo y Damasco,
así como los abastecimientos de Estambul o del Mediterráneo levantino en general.
La armada otomana, que podía reunir hasta trescientas naves,
cifra difícilmente alcanzable por el propio rey de España,
no podía hacerse a la mar sin las chusmas de galeotes de la casa de Uchalí,
que en los momentos de mayor pujanza podía contar con tres mil esclavos
cuyos sueldos cobraba él como patrón suyo que era.
Indirectamente, se podía hablar de él como señor de los mercados
y gran financiero también, con ese sentido de nueva divinidad misteriosa
que está adquiriendo hoy ese concepto abstracto y complejo de Mercado.

La casa del Capitán del Mar era también una estructura organizativa compleja,
tal una gran multinacional hoy pero al tamaño del siglo XVI,
de la que salieron no pocos de los arráeces que a su sombra medraron
en los negocios y en puestos de gobierno de la frontera.
Algunos de ellos de biografía tan legendaria como la del calabrés
como el sardo Ramadán Bajá o el también italiano Hasán Veneciano,
que había de sucederle como almirante otomano a su muerte.

5 Hombres de negocios, señores de la guerra.

En la literatura de avisos de la época, la información básica,
Uchalí aparece también como un señor de la guerra,
siempre dispuesto a ella pues con ella sus negocios eran prósperos
y sin ella no podía sustentar el peso económico que su casa grande precisaba.
La guerra era un negocio, y así lo manifestó en algunas ocasiones memorables,
como cuando le narra al baile veneciano en Estambul una anécdota
de su encuentro con Juan de Austria en el mar, en torno a 1574.

Era el momento en el que salía de Estambul el baile veneciano Moresini
y entraba uno nuevo, Lorenzo Bernardo, en la primavera de 1585.
Ambos bailes, el saliente y el entrante charlaban con Uchalí en una entrevista
en la que el anciano calabrés – tenía entonces unos setenta años –
se mostraba como el gran político en el que se había convertido
en la corte de Estambul, sin duda tan poderoso como el primer visir.
En la conversación salió el problema del contrabando de trigo
con tierras venecianas.
(Retomo la narración que de aquel episodio recogí en mi biografía sobre Uchalí):

El baile Moresisni fue el más interpelado por Uchalí en el discurso,
con alusiones a conversaciones anteriores habidas entre ambos,
y debió ser quien con sumo tacto replicó a las quejas del calabrés:
muchos de los que llevaban el trigo a tierras de venecianos
se decían forzados a ello para disculparse, y en todo caso
ese trigo se pagaba luego, pues tomado por necesidad no es malo,
siendo el hambre “cosa que no se puede soportar”.
De alguna manera, eran usos del mar.
En aquella franca conversación, Uchalí se dio más a valer:
“Dijo Uchalí que en Candía había mejor mercado para el trigo
que en Constantinopla, y que sabía muy bien de todos
los que lo llevaban a aquel reino; pero que por amistad
que tiene con vuestra señoría (el dux de Venecia),
mostraba que no se daba cuenta de ello”.
La conversación siguió sobre la paz y la guerra, y Uchalí reconoció
que con la guerra “recibía más utilidad o beneficio que daño”,
como les sucedía a todos aquellos “que hacen profesión de las armas”;
fue entonces cuando recordó una anécdota personal de un decenio atrás,
en la época de su enfrentamiento con Juan de Austria:

“Que después de la empresa de la Goleta,
habiendo apresado don Juan de Austria una nave suya,
se la devolvió con mucha cortesía diciendo que entre ellos
no debían hacerse mal,
por lo que rogaba a Dios cada día por su vida,
porque hacía que el rey de España tuviese enemigos que mantuvieran
la guerra, pues de ese modo conservaba su ayuda
y su grandeza”.

Son conversaciones de altura, de altos negocios, razones de estado, al fin.

Esa era la verdad de la frontera, al decir de los expertos del momento.
Al decir de los avisos, fletar armada era para el Gran Turco granjería,
pues las tasas que con esa ocasión cobraba a sus súbditos suponían un ingreso
superior al gasto mismo de armar sus naves.
La guerra aparece también enfocada como empresa económica moderna,
dinamizadora de los mercados podría decirse hoy.
Una justificación esencial de una frontera extrema, la de la guerra,
que traía consigo la fortuna para esos hombres de frontera que eran las “gent d’armi”,
la gente de armas, los mismos corsarios.
Y Uchalí era para todos el patrón de los corsarios.
No es aventurado señalar que, en ese contexto, la galeota corsaria,
con sus complejas sociedades de armadores, arráeces, cómitres
y chusmas de galeotes, ya a sueldo como buenaboyas, como les llamaban,
o esclavos cautivos,
distribución de beneficios, impuestos y seguros marítimos,
constituían uno de los emblemas más potentes de la empresa económica moderna.

Eso es precisamente lo que descubre y nos cuenta magistralmente en el teatro
Miguel de Cervantes, después de su estancia de cinco años en Argel,
la gran república corsaria colonial otomana consolidada
por los Barbarroja y por Uchalí.

6 El trato de Argel y el discurso cervantino de la Edad de Oro.

Entre 1575 y 1580 Cervantes estuvo en Argel prisionero de los berberiscos.
Era el momento de máximo poder de Uchalí en Estambul,
y en Argel estaban los dos más importantes muladíes de su casa,
el sardo Ramadán Bajá y el veneciano Hasán Bajá al frente de la ciudad.
Es el momento de mayor clasicismo de aquella república corsaria o ladronera,
como la llegó a denominar Cervantes, o república popolare,
como la denominaría el italiano Salvago pocos años después;
sin duda, la vanguardia fronteriza y colonial otomana en el Mediterráneo occidental
y centro de atracción para gentes de todas las riberas mediterráneas
en busca de fortuna y supervivencia, en todo similar a la atracción que suponía
América para cada vez más europeos ibéricos, latinos y nórdicos.
Fue la experiencia más trascendental de su vida, sin duda,
para ese joven y lúcido Cervantes,
quien nada más volver a España intentó glosarla en una pieza de teatro
que quiso titular precisamente así: Trato de Argel o El trato de Argel.

Recién recuperada la libertad, Cervantes plantea una crítica y una genealogía
de ese nuevo clasicismo fronterizo mediterráneo y pronto planetario también,
en el que la búsqueda de fortuna y el “alcanzar libertad en esta vida”
se relaciona directamente con el enriquecimiento económico.
Es el rey muladí Hasán Veneciano el que resume la esencia de los nuevos tiempos,
el trato de Argel: “De pérdida y de ganancia es este trato”.
Hoy sabemos que es uno de los pilares de la modernidad.
Los enfrentamientos políticos o religiosos que generan esas nuevas fronteras
terminan siendo meros recursos retóricos justificadores
del gran negocio de la guerra y de la esclavización del hombre,
convertido en mercancía.

“Y en la sangrienta guerra,
pudiendo con el filo de la espada
acabar nuestra vida temerosa,
la guardan de prisiones rodeada
por ver si prometemos por librarla
nuestra pobre riqueza mal lograda”.

El rescate del pobre cautivo, prisionero del otro en esa frontera,
se convierte en un negocio más, que desde hoy identificamos directamente
con el rescate de personas con posibles, el tráfico de mano de obra
– mano de obra esclava – y con el mercado de fuentes de energía,
tal el petróleo hoy.
Eran los grandes negocios de las nuevas fronteras coloniales,
con una nueva moral y unos nuevos dioses:

“Guardará por su dios el interese
y do este no interviene no se espere
que por sola virtud bondad hiciese”.

El hombre de frontera, y el corsario muladí como arquetipo o modelo,
aparece como nuevo perfil de la modernidad en el mundo de los mercaderes
y de los negocios económicos, ese primer capitalismo comercial
que dicen los historiadores,
y Cervantes lo capta y lo relaciona con la imposibilidad de volver
a una mítica Edad de Oro en la que

“Entonces libertad dulce reinaba
y el nombre odioso de la servidumbre
en ningunos oídos resonaba”

Esto lo dice en su juventud por boca del protagonista Aurelio
en la pieza teatral El trato de Argel – teatro de avisos refinado
al abordar un asunto de sangrante actualidad.
Muchos años después, ya en su madurez, por boca del Quijote,
Cervantes vuelve a evocar esa mítica Edad de Oro deseable,
que las nuevas fronteras de la modernidad estaban haciendo inviable,
como la bendita edad en la que “los que en ella vivían ignoraban
estas dos palabras de tuyo y mío.
Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes…”

Desde la frontera, Cervantes vislumbraba la nueva realidad colonial
que se imponía de manera global, un capitalismo comercial sin escrúpulos ni moral
que no fuera el interés mismo del enriquecimiento, tal la moral corsaria muladí
– “falsa, sin ley, sin fe y traidora” –
a la que contraponía el mito clásico de la Edad de Oro
de una sociedad igualitaria y ecológica,
diríamos con palabras de hoy, o sostenible, regida por el bien común.

FINAL I:

EL CONCEPTO DE FRONTERA ES UN CONCEPTO ABIERTO.
Y eso es fundamental.

Teorizaciones sobre límites y fronteras pueden ser innumerables,
y últimamente recuerdo de un trabajo de americanistas
(MH Fernández-Carrión, sobre tipología de fronteras )
intentando encorsetar el concepto en tipologías rígidas, de economía política,
de estados y fronteras territoriales. Un horror.

Pura conceptualización de frontera como exclusión,
de alguna manera con visiones del mundo centripetadoras,
estructuradoras de sistemas en clave de poder y beneficio,
de acumulación y, pudiera pensarse incluso, paranoicas.

Tal vez una aproximación adecuada al ,
a la realidad posible o al menos pensable así.

La frontera como fenómeno centrifugador,
puede enriquecer mucho conceptualmente el asunto.
Fronteras naturales, socio-económicas, de leyes o de mentalidades,
precisan para su abordaje ese enriquecimiento conceptual;
para que este mismo abordaje, incluso, pueda ser posible.

En el libro clásico de Turner se relaciona la frontera – americana en su caso,
pero también global – con la ,
con el fin de la servidumbre y con la formación de una .
Fenómenos centrifugadores todos, que una legislación central muy condicionada
por esa realidad debía primar como un de los colonos.
También relaciona la frontera con la ,
hasta el extremo que hoy consideraríamos límite de un
de especulación y negocios. (Y con perdón de los anarquistas canónicos,
si es que puede haber un anarquismo canónico).
Y se afirma, en un momento, en el libro de Turner,
que el destino de la frontera es ,
antes de comenzar el abordaje de la frontera religiosa
y proclamar como guinda o remate que el Mediterráneo griego
fue tan frontera clásica como la frontera americana moderna y contemporánea.

Por todo ello, el Mediterráneo clásico del siglo XVI aparece
como paradigma de frontera,
la frontera moderna colonial de la que las fronteras americanas
culminan ese paradigma, ese modelo tipificable.

En otro lugar considerada como ,
elegimos el Mediterráneo del enfrentamiento Habsburgo-Otomano
como un posible punto de partida.

***

FINAL II:

SOBRE EL ARCHIVO DE LA FRONTERA:
EL ARTE DE FRAGMENTAR.

De la documentación histórica para esa frontera clásica,
ninguna mejor para acceder a aquella posible realidad que la que denominamos ,
la pensada para informar y por ello especialmente expresiva y rica en información,
pues informar era su fin principal, con todas las garantías de veracidad
explicitadas como una cuestión formal más, de estilo.
Un verdadero género literario impregnado de historicidad al mismo tiempo,
admirable. Sus propias tipologías literarias pueden llegar a interesar también
para un abordaje de la frontera. De ahí que otro de los fines de la investigación
tiene que ser la edición de esas mismas fuentes completas o en fragmentos,
para lo cual se impone también optimizar esas fragmentaciones,
adaptándolas a las nuevas tecnologías digitales,
se puede decir un .

Esta acumulación y sistematización de la información se convierte, pues,
en el motor de arranque del grupo de investigación sobre
y en el diseño de la plataforma digital del Archivo de la frontera.

***

FINAL III: APÉNDICE PRESCINDIBLE:

Se dice, y por algo será, que una imagen vale más que mil palabras

La imagen principal de lo dicho hasta ahora es la galeota corsaria
como emblema de la empresa económica moderna.

El Archivo de la frontera, como imagen, es una flotilla de galeotas corsarias
que se echan al mar de la vida y de la WWW a la caza y captura de información.

La colección documental reunida es el verdadero botín
y los autores de los contenidos que aparecen en la colección documental
son los capitanes o arráeces de esa galeota corsaria.

Los objetivos de una galeota corsaria tradicional es la obtención de ese botín,
de beneficio, de riquezas, y en el caso de las galeotas corsarias
del Archivo de la frontera, ese botín es la información y el conocimiento.

El corsario clásico, como empresario moderno – como bien saben los economistas
y nos lo meten por ojos y orejas constantemente – tiene por objetivo principal
la obtención de beneficios o enriquecimiento,
que convierten en tesoros enterrados como los de la Isla del Tesoro,
en palacios, catedrales o vaticanos, o en grandes bancos
y hasta naves voladoras costosísimas o similares en el mejor de los casos.

Pero en su esencia es la centripetación de riqueza,
y el gran corsario almacena y acumula tesoros a costa de la ruina de sus víctimas,
es un depredador, en argot vulgar español de lo más vulgar,
un ladrón o un “chorizo”.

De ahí que su modelo de galeota corsaria
lo denomine “galeota corsaria choriza”,
centripetadora de botín, acumuladora, depredadora o empobrecedora
de sus víctimas, una imagen de empresa económica moderna cuyo colmo del éxito
es la especulación financiera enriquecedora de una elite cada vez más reducida
que puede arruinar sus entornos y hasta países enteros o continentes.

Pero las galeotas corsarias de las flotillas del Archivo de la frontera
son “galeotas corsarias mágicas”,
su botín es la información y el conocimiento y no centripetan o esconden
o monopolizan esos botines sino que centrifugan, reparten, difunden,
comparten o distribuyen ese botín, esa información o conocimiento,
y eso genera la magia que le da nombre al modelo de “galeota corsaria mágica”
del Archivo de la frontera.

A la gran acumulación de información de los Archivos históricos
generados por los Estados modernos, forjados en el corso (“chorizo”)
y en la guerra, superchoriza y depredadora, considerada
a la manera aristotélica clásica como el arte de la adquisición,
los nuevos corsarios mágicos del Archivo de la frontera
obtendrán ese botín de conocimiento e información que sale a la red abierta
en forma de colección documental, de información para todos,
de riqueza distribuida a manos llenas por esos generosos
corsarios o magos buenos arráeces de galeotas corsarias mágicas,
como las de nuestros sueños y cuentos infantiles y juveniles,
desveladores de tesoros enterrados o escondidos en esos Archivos
rebosantes de información reservada en la que se cuentan las historias verdaderas
que necesitamos para seguir viviendo y para que no nos sigan robando
los corsarios chorizos centripetadores de riqueza, poder y energía.

No sé explicarlo mejor, y paso la palabra a la experta programadora y diseñadora
de este ambicioso programa cultural del Archivo de la frontera,
Laura Massimino Amoresano.

FIN.

E.Sola, Arriondas-Alcalá, agosto-2011.

Etiquetas: Cervantes, Frontera, Uchalí