Brujas, Magos e Incrédulos en la España del Siglo de Oro. Microhistoria cultural de ciudades encantadas. María Lara Martínez

Brujas, Magos e Incrédulos en la España del Siglo de Oro. Microhistoria cultural de ciudades encantadas. María Lara Martínez

BRUJAS, viagra MAGOS E INCRÉDULOS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO DE ORO. MICROHISTORIA CULTURAL DE CIUDADES ENCANTADAS
MARÍA LARA MARTÍNEZ

Nos encontramos ante un ensayo histórico, que trata de estudiar tres tipos de concepciones encuadradas dentro del siglo de oro. Por un lado, el ateísmo, por otro la brujería y, por último la hechicería. Este tipo de visiones sobre el mundo, serán estudiadas a través de ejemplos y personajes siempre encuadrados en la España del siglo XVI.
En la última parte del libro se verán los personajes más influyentes de Cuenca y su entorno.
NOTA DE LECTURA
En esta nota de lectura, Emilio Sola, hace un recorrido principal preparando al lector para lo que va a ocurrir en el resto del libro y dando una serie de conceptos generales para ayudar a la comprensión del texto.
En primer lugar, es necesario subrayar, que el siglo de Oro, es conocido como el siglo del esplendor cultural, que no necesariamente quiere decir que esté compuesto a su vez por un esplendor político y económico. En este período, a pesar de ello, la información inquisitorial es una información de gran importancia para conocer el período que nos ocupa, y en el caso del presente libro, fundamentalmente se habla del Tribunal de la Inquisición de Cuenca.
Entre los documentos, se pueden ver casos de ateísmo, de hechicería y de brujería, es decir, casos que se desligan de las directrices generales marcadas por la iglesia y el gobierno. Vemos casos, por tanto de actividades racionalistas como es el caso de Antonio Enríquez Gómez o Fernando de Zárate.
Con la Revolución científica, se produce la crisis de la conciencia europea, que da lugar a una serie de perfiles heterodoxos, y en el caso de Cuenca podemos ver el caso de los Hermanos Valdés y de Brujas y Visionarios.
CAPÍTULO 1: ORDEN Y DISIDENCIA EN PERSPECTIVA
Al comienzo de este libro, para hacer una introducción sobre las heterodoxias y lo que las motiva, la autora nos habla de que las cosas dependen de la perspectiva desde la que contemplemos el mundo, lo que quiere decir, que lo que está bien visto en determinado momento no está bien visto en otro, y esto es lo que ocurre con los personajes que se tratarán en este libro.
La Heterodoxia, puede dar lugar a distintas actitudes, entre las que destacamos la interpretación de la fe a la manera de cada uno, el escepticismo o la utilización de la magia. En estos casos, la fantasía de las personas podría ser perfectamente una vía de escapa del orden social.
Durante los siglos XVI y XVII había una confusión importante entre la fe religiosa y los usos sociales, ya que el cristianismo, estaba vinculado a las costumbres de los “cristianos viejos” y todos los que fueran “cristianos nuevos” se salían de esa órbita y eran mirados con malos ojos.
El objetivo de este libro por tanto, es examinar las hendiduras de la uniformidad ideológica, es decir, estudiar las posturas heterodoxas que surgen entre los siglos XVI y XVII que fueron desde el racionalismo, la astrología y las prácticas brujeriles hasta el ateísmo. También se estudian los motivos de esta heterodoxia, bien surgida como producto de la espontaneidad o bien con intencionalidad explícita, pero lo que queda claro, es que durante esta época ante cualquier tipo de pensamiento disidente la solución era callar, ya que la delación estaba al orden del día y en ocasiones las personas acusaban a otras personas sin motivos, sólo por el simple hecho de mostrar a los demás que se encontraban en el camino recto o por el miedo a ser acusado por estos.
CAPÍTULO 2: ANTROPOLOGÍA DEL SIGLO DE ORO
En este capítulo, se comienza hablando de cómo los tiempos no necesariamente tienen que ser esplendorosos en todos los sentidos, ya que por ejemplo hay épocas de esplendor cultural (como es el caso del Siglo de Oro) que no coinciden con épocas de esplendor político y económico.
En este capítulo, ya se pasa a hablar de las personas y su comportamiento, es decir, que en el siglo de Oro a pesar de su dogmática apariencia ya se empiezan a conformar síntomas de heterodoxia.
Sin duda, el Siglo de Oro es el siglo del auge de la cultura española que se puede encuadrar desde la publicación de la Gramática Castellana de Nebrija (1492) hasta la muerte de Calderón en 1681.
En este tiempo, hay publicaciones de gran importancia que nos hacen ver como se va produciendo el cambio en la sociedad y como se pasa de la edad media al Renacimiento y de este al Barroco, como es el caso del Quijote.
A pesar de ello, aún nos encontramos ante una sociedad que en su mayoría es analfabeta y vemos el trabajo de la Compañía de Jesús para acabar con esta situación y su vez para realizar acciones de fervor religioso tras el Concilio de Trento.
La vida cotidiana estaba vigilada atentamente por el tribunal del Santo Oficio, cuya función era eliminar toda manifestación que se desmarcara de la norma. En este contexto se produjo la revolución científica, pero esta no se alejaba de los textos bíblicos si no que hacía converger ciencia y religión.
A continuación se cita el texto de final de capítulo:
“De todo ello podemos concluir que fue de la consciencia de esa interna contradicción entre los acontecimientos y los anhelos, entre la oscuridad del declive y el candil del intelecto, entre la parca y la musa, la que constituyó la esencia del hombre barroco. Nadie lo expresó con tanta precisión y elegancia como el historiador y poeta del culteranismo Francisco de Trillo y Figueroa: “cegar las luces para ver con ellas””.
CAPÍTULO 3: EL ATHEISTA Y EL ATHEO
A pesar de que la Inquisición era la encargada de castigar a los conversos, también se ocupó de vigilar las ideas de los cristianos viejos, ya que la amenaza de la reforma estaba muy presente.
En el presente capítulo, se define el ateísmo, sin incurrir en una serie de doctrinas simplemente se define como el reflejo de una tensión intelectual dentro de la que se inscribía la actitud libertina. A pesar de ello, ateo en el siglo XVI no era siempre ateo, sino que era incrédulo según Lucien Febvre.
Tras esto se dan en el capítulo una serie de conceptos. Eimeric diferenciaba las blasfemias de las proposiciones heréticas y dentro de las blasfemias estaban las simples, que no eran contrarias a los artículos de fe, y las blasfemias hereticales, que atacaban directamente al dogma, a pesar de esta diferencia, en la práctica la separación no era tan evidente.
La proposiciones heréticas por tanto era la oposición al contenido de la biblia, tanto los artículos como las verdades de fe.
Además de esto, para el pueblo llano todos los años se leían los edictos generales de fe, se citaba a los seguidores de la Ley de Moisés, de la ley de Mahoma y de Lutero. También se daba un apartado con las diversas herejías.
Según la autora del libro, tras estos conceptos, distingue tres niveles de irreligión que van de mayor a menor gravedad y son incredulidad (rechazo de la religión), blasfemia (ataque a Dios) y palabras malsonantes (resistencia e ignorancia hacia los misterios de la fe). A pesar de ello, todos ellos dependían en última instancia de la subjetividad y del criterio del examinador.
A su vez, las penas en los casos inquisitoriales variaban en función de si el acusado era ignorante o letrado, del modo en que se habían producido las acusaciones (cólera o embriaguez) y su actitud durante el proceso, pero claramente los casos de herejía eran más castigados que los de blasfemia, ya que corría el peligro de la difusión pública del ataque al dogma.
A pesar de que a finales del siglo XVI el concepto de ateo ya estaba bastante arraigado es en la primera mitad del siglo XVII en la que vemos el concepto de ateísmo en las obras como en el “Tesoro de la lengua Castellana” de Sebastián de Covarrubias en la que define al ateo como:
“El que no reconoce a Dios ni le confiesa, que es gran insipiencia. Necio es, pues por las cosas visibles y por el discurso natural no rastrea aver una suprema deidad, un principio, una divina esencia, lo qual alcançaron todos los filósofos con sola lumbre natural; y es ingrato, pues no quiere reconocer a Dios, de quien tiene el ser, el vivir, el sustento: y así por ser tan gran dessatino, no osan publicarlo, sino allá dentro de su pecho lo conciben y tienen secreto, aunque con las obras malas lo den casi a conocer. Atheístas, los atheos”
A su vez, el padre Jerónimo Gracián hace una diferenciación de los tipos de ateos.
Vemos texto antiateístas de Quevedo, Saavedra Fajardo… Estas tesis mantienen la hipótesis del contagio en vez de dotar de carácter autóctono al movimiento.
Todos y cada uno de estos personajes y otros que no se citan lucharon en varios ámbitos para evitar que se extendieran ideas y para evitar que la gente dejase de creer, ya que las increencias en muchos casos estaban en la base de la incultura y la creencia en profecías.
CAPÍTULO 4: HECHICERÍA Y BRUJERÍA
La hechicería y la brujería son dos acciones que siempre han estado más relacionadas con las mujeres que con los hombres. A continuación veremos algunos apuntes de Covarrubias sobre estas dos acciones:
“Hechizar: cierto género de encantación, con que ligan a la persona hechizada, de modo que le pervierten el juicio, y le hacen querer lo que estando libre aborrecía. Esto se hace con pacto del demonio expreso, o tácito”
“Este vicio de hacer hechizos, aunque es común a hombres y mujeres, más de ordinario se halla entre las mujeres, porque el demonio las halla más fáciles; o porque ellas de su naturaleza son insidiosamente vengativas, y también envidiosas unas de otras”
A su vez, Caro Baroja también da algunas definiciones asociando la hechicería como un ejercicio solitario y urbano y la brujería como una práctica comunitaria y rural, siendo de esta última la magia negra y perversa la única que saben tratar, mientras que las hechiceras pueden tratar tanto la magia blanca como la magia negra.
Resulta paradójico, que los estudios que hicieron algunos teólogos e inquisidores en vez de combatir las prácticas invitaban a practicarlas, ya que las explicaban de forma muy clara.
En el caso de Castilla, la jurisdicción de estas acciones era secular a pesar de que eran heréticas y la mayoría de los procesos se iniciaban por la delación, que a su vez, también resulta paradójico, las personas que denunciaban era las que habían recibido algún servicio del hechicero o hechicera y este no les había salido bien o no les había dado los resultados que esperaban. A partir de entonces, el santo oficio se encargaba de llevar a cabo una serie de fases para conocer la culpabilidad o no de los acusados, interrogando a testigos, realizando audiencias, investigando el pasado o si estas personas habían tenido alguna vez algún problema con la justicia…
En este caso de hechiceras y brujas, los inquisidores no estuvieron realmente preocupados ya que era conscientes de la diferencia entre la amenaza del dogma por parte de los judaizantes y de la incultura de la que se nutrían las hechiceras. La pregunta que surgía tras el estudio de estos casos era si realmente eran herejías o eran maneras distintas de interpretar los fenómenos naturales.
A continuación se hará una breve exposición de alguno de los casos de hechicería:
En primer lugar, tenemos a una vidente iletrada de Madrid llamada Lucrecia, que tenía sueños en los que podía ver lo que iba a suceder en un futuro próximo. Sus sueños llegaron a formar parte de las tertulias más significativas de la corte de Felipe II.
Profetizó la muerte de Ana de Austria (1580) y el desastre de la Gran Armada (1588). Fue condenada a 100 azotes y tuvo una hija con la que fue huyendo hasta que finalmente se le perdió la pista.
En segundo lugar, tenemos el caso de las Brujas de Zugarramurdi, en Navarra, donde una serie de personas aproximadamente una treintena fueron acusadas de brujería y fueron encerrados en las cárceles de la inquisición, de donde los inquisidores dijeron que habían muerto por una epidemia, pero casualmente, los que habían muerto eran los que pertenecían a la zona de Zugarramurdi y casualmente en la documentación no hay ningún atisbo de noticia de que se hubiese producido una epidemia.
Este fue un caso especial, ya que uno de los inquisidores se opuso a castigar al resto de acusados frente a sus dos compañeros ya que había estado investigando u ninguna persona del lugar había oído hablar ni de aquelarres ni de asociaciones brujeriles.
Además este hecho coincidió con la plaga Brujeril que se produjo en Francia y por tanto, a partir de entonces se proclamó amnistía para todos los brujos que se autodelataran.
Por último tenemos el caso de hechicería de la Cueva de Montesinos por parte de Merlín en la que el Quijote nos cuenta su experiencia en la cueva y aparece como el héroe que va a deshacer el hechizo que quinientos años antes había hecho Merlin.
CAPÍTULO 5: ACTITUDES RACIONALISTAS EN LA ESPAÑA DE LA CONTRARREFORMA
A la vez que se desarrollaron las actitudes ateas se desarrollaron nuevos postulados que daban un auge a la razón como método para entender el universo.
Aunque la inquisición mantuvo una vigilancia muy estricta, la uniformidad de creencias se fue erosionando y los principios asentados en las conciencias fueron cuestionados por los intelectuales que se estaban integrando en la corriente racionalista.
Para entender este libertinismo, hay que irse a 1620, donde fueron surgiendo corrientes racionalistas.
Podemos ver entre los distintos tipos de personajes estudiados el estoicismo, el tópico del exilio en el caso de Fernando de Zárate y la defensa de la justicia en Antonio Enríquez Gómez. En este caso, vemos claramente la Crítica a la Inquisición:
“Él hará inquisición de vuestros juicios y de vuestras obras, y escudriñará vuestros consejos. Porque siendo ministros del Reyno, no juzgasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni caminasteis conforme a su consejo. Espantoso y de repente vendrá sobre vosotros el juicio del todo poderoso: A vosotros, tyranos, se endereçan mis palabras; con vosotros hablo: Espantosa palabra es la que dice, y Dios hará inquisición de vuestros juicios”
En cuanto a Antonio López de Vega en sus tratados vemos como hace una ardua defensa de la razón y del entendimiento para hallar la felicidad. Este personaje despuntó en muchos campos, fue teórico del teatro, crítico de la nobleza, filósofo moral vinculado al neoestoicismo, político ateo o criptoateo, pirronista y pensador heterodoxo.
A continuación vemos un texto en defensa de la razón:
“Por última y general enseñanza le advertimos que todas sus acciones y costumbres consulte y registre en el toque de la razón, no haciendo caso de ejemplos que no se conformen con ella ni de envejecidas e inmemoriables observaciones de su casa; ignorancia y obstinación ordinaria a muchos, como si las determinaciones de los pasados hubieran sido menos sujetas a engaño que lo son las propias; o cuando fuesen infaliblemente acertadas no las pudiese alterar la variedad de los tiempos y la diferencia de los sujetos. No ha de ser ciega sino regulada la imitación de los mayores, y el amor a la razón debe tener primer lugar que el de los padres, pues aún esta primero que el amor propio”
También hizo reflexiones acerca de la independencia de juicio y de la libertad crítica.
Los tratados de autores como Quevedo, Rioja, Enríquez Gómez y López de Vega permiten comprender la hendidura abierta en el consenso cultural hispánico.
En cuanto a la crisis de la conciencia española es una etapa de desarrollo de la crítica moderna que se inicia a finales del siglo XVII con los novatores y se ve fortalecido durante la ilustración. Se trata de un proceso de renovación que afecta a toda Europa, pero aún así, la revolución científica llega con retraso a los reinos hispánicos por la incomunicación con otras corrientes Europeas, el peso de la tradición y la vigilancia de las conciencias de la inquisición.
Pero a finales del siglo XVII aparecen en España los novatores, cuyo objetivo era innovar con la introducción de nuevas corrientes científicas. Estos se organizaron en tertulias financiadas por nobles y clérigos que eran proclives a esta nueva mentalidad racionalista.
Vemos la denuncia de Juan de Cabriada en 1687: Documento fundacional de la renovación científica en España:
“Que es lastimosa y aun vergonzosa cosa que, como si fuéramos indios, hayamos de ser los últimos en recibir las noticias y luces públicas que ya están esparcidas por Europa. Y asimismo, que hombres a quienes tocaba saber que esto se ofendan con la advertencia y se enconen con el desengaño. ¡Oh, y qué cierto es que el intentar apartar el dictamen de una opinión anticuada es de lo más difícil que se pretende en los hombres”
Se produjeron importantes descubrimientos y discusiones entre los que podemos ver que este pensamiento fue elaborado por individuos que no eran profesionales de la filosofía en un ambiente que no era académico, ya que las tertulias eran salones.
Se fue desarrollando un nuevo pensamiento que se relacionaba con el anterior, que no había desaparecido. Esto fue fundamental para el desarrollo de los nuevos desafíos.
CAPÍTULO 6: BRUJERÍA E INCREDULIDAD EN LA CUENCA EN LOS SIGLOS XVI-XVIII
En cuanto a la Inquisición en Cuenca, hay que destacar que una de sus características principales fue su eficacia, no solo por la multitud de casos tratados, sino por la importancia de estos.
En Cuenca, la mayor parte de las causas fueron contra judíos y los períodos de mayor persecución coincidieron con los períodos de persecución conversa. Hubo múltiples casos, desde los que mantuvieron correspondencia con Erasmo, hasta personas que se convirtieron en teólogos y llegaron a ser figuras muy importantes del luteranismo.
En cuanto a la incredulidad es un tema difícil y espinoso de tratar ya que nadie puede adentrar en la mente de otra persona y estas pueden estar movidas a hacer las cosas por diferentes motivos. En este caso, según las causas inquisitoriales tenemos posiciones que se encuentran entre el ateísmo y el materialismo, pero en otros casos simplemente se trata de comentarios, refranes o dichos populares.
En muchos de los casos, los acusados de hacer algunos comentarios ni siquiera sabían el significado de sus palabras y lo que ellas albergaban. Después hay casos en los que se ofende a la Virgen, se niega la inmortalidad del alma… Pero en la mayor parte de los casos, son comentarios que se hacen por la mala situación en la que se encuentran las personas que hacen estos comentarios, ya que la mayoría de ellas están pasando hambre.
Después tenemos el caso de los médicos, que muchos de ellos se habían iniciado en disciplinas como la filosofía y sabían perfectamente que las enfermedades se producían por causas naturales, mientras que el pueblo llano achacaba las enfermedades al castigo divino.
Después hubo otros casos como el de Juan de Frías que estimaba la confesión con intermediarios como una forma de amedrentar al pueblo. Los acusados de herejía en general solían ser los extranjeros o viajeros, que generalmente habían estado en contacto con ideas reformadas.
Por tanto, vemos como estos casos de herejía y blasfemia, a pesar de ser minoritarios eran notorios y por tanto el Santo Oficio tenía que eliminarlos con severidad.
En cuanto a las brujas, en el caso de Cuenca también se dieron algunos casos e incluso a principios del siglo XVI se produjeron numerosas muertes de niños con signos de violencia que fueron achacadas a las brujas.
También se dieron casos de la brujería en hombres como Eugenio Torralba que estuvo seguro de estar conviviendo con un espíritu. También se dio el caso de otros que hacían hechizos para contactar con familiares y otros que predecían enfermedades y sucesos.
Lo que resulta curioso de todos estos casos, es que la mayoría de ellos eran fruto de delaciones por varios motivos variopintos, desde el miedo a la propia acusación, y por tanto, la acusación de un igual hasta el hecho de que se había pedido servicios a la persona denunciada y esta no había resuelto como se esperaba el problema.
CAPÍTULO 7: EL FRESCOR DE LA FE DEL QUE TITUBEA
Tras el estudio de este libro, nos damos cuenta de que cada persona obtiene en su mente una versión distinta de lo que es el mundo, y por tanto, el modo de interpretarlo es completamente distinto.
En el proceso vemos una paradoja importante, ya que las hechicerías, las manifestaciones ateas o incrédulas intentaron ser combatidas por la Inquisición mediante el recurso a la racionalización, y esta a su vez, era una manifestación herética, porque suponía salirse de la norma y ver el mundo de una forma distinta.
Los brujos eran un gran peligro ya que podían convulsionar el orden político y social y crear estados de alarma, incluso podían movilizar a la población. En la mayoría de casos, como se ha dicho antes la superstición y la incultura se encontraban en la base de estas prácticas.
“Tierra fecunda de herejes, iluminados, fanáticos y extravagantes personajes de todo género, a la vez que de santos y sabios varones, fue siempre el obispado de Cuenca” “hay, a no dudarlo, algo de levantisco, innovador y resuelto en el genio y condición de aquella enérgica raza”.