E. Sola: EL PARAÍSO DE LAS ISLAS, 09-07: EL PADRE DEL CUCHILLO (II parte, cc. 4-5)

Descripción / Resumen:

07-grupo

07-grupo

La banda jivi, de nuevo reagrupada, y las cosas

de los “pequeños diablos” Lala Paqui y Sidi Kid

 

En dos semanas escasas, desde la ciudad de los vientos -Mamía y Sherico

en la Cueva del Agua, Fatema Bujudmi en casa de su tío el carnicero Busacram,

Lauari Bujudmi y Antón Dolores en la casa del reloj de sol-, se hizo posible

la reconstrucción del grupo de la banda jivi y, tras ella, la preparación

de la expedición de Antón Dolores al sur, primera de una larga serie

que tal vez un día otro narre pormenorizadamente.

 

Sherico había conseguido para Prófugo Tito no sólo un buen barco

que le llevara a Italia de inmediato -el viaje del pirata Escandalera

estaba registrado en el puerto de la ciudad de los vientos con destino

muy preciso, Siracusa, en Sicilia-, sino también compañía adecuada,

lo que era bien valioso para su misión de rescate: un compañero pescador

que ocasionalmente hacía viajes mediterráneos cortos en algún barco local

como cocinero, al que llamaban Titi Bentata. Extrovertido y alegre,

dicharachero y reidor, aunque a Prófugo Tito le desconcertara al principio,

pronto congenió con aquel animoso compañero. Fatema Bujudmi

no había logrado contactar con el capitán Mengano en persona,

pero le había dejado información muy precisa en su casa familiar veneciana

y en la consignataria de Nápoles. El regreso a la ciudad de los vientos

lo habría de hacer Prófugo Tito, con sus dos amigos rescatados

Martín y Martina, precisamente en la nave Un león y una fénix,

desde Nápoles una vez más. Este amanuense pondrá en sus labios

la narración de aquella aventura en su momento

 

Más sencilla había sido la conexión con los tres componentes de la banda jivi

que se habían quedado en Ceuta. Anunciada su búsqueda por la radio local

y otras de radio-aficionados -la red de radio-aficionados comenzaba a ser

un entramado de ágil funcionamiento y muy eficaz-, no fue necesario

que Antonio SNP viajara a aquella ciudad. La electricista Aurora, o Chispas,

Lala Paki y Sidi Kid habían pasado por tierra hasta la ciudad de los vientos

con su cargamento de material electrónico recibido, a través del país

que desde hacía poco tiempo controlaba el equipo de los treinta y cinco

capitanes de la dentadura áurea, a su cabeza aún Yamel el Inflexible,

en un furgón alquilado para la ocasión. Su llegada a la casa del reloj de sol,

punto de cita acordado, se convirtió, sin ser planeado por nadie, en una gran  fiesta.

 

Lala Paki y Sidi Kid, al contrario que la electricista Aurora -algo mayor

que ellos, aún sin tener los veinticinco años, lúcida y buena organizadora-,

eran una pareja de subyugante simplicidad. Pertenecían a una “especie”

bien definida, a la que se conocía por entonces como los “pequeños diablos”

o “diablillos” -simplemente “diablos” en el argot policial-,

incontrolables y destructivos, desordenadores natos, risueños casi siempre

y despreocupados por el después que fuera superior a unas horas

o unos pocos días como mucho. Crecían en los suburbios de las grandes ciudades

como hongos. Solían vestirse de la manera más extravagante y cómoda

a la vez, procurando imitar con pobres telas y complementos los más refinados

trajes de gran gala a la moda, y en combinación con las más llamativas

y prácticas prendas deportivas novedosas; el resultado era espectacular

de variado y fantasioso, carnavalesco y -si se analizaba- emocionante

como caricatura sentida del gran mundo que desfilaba ante ellos

sin la menor esperanza de que un día les pudiera ser accesible. Esto, sin embargo,

hacía tiempo que nos les importaba a los “pequeños diablos”:

de ahí sus galas como banderas de conformidad,

su actitud como bandera tal vez de  lo contrario.

 

Pequeños diablos Lala Paki y Sidi Kid procedían, la primera,

de la gran ciudad del interior, Madrid, el segundo de la gran ciudad

de las Ramblas, Barcelona, pero en su manera de vestir y de expresarse

no era fácil apreciar diferencias; zapatillas de corredores de fondo o de bailarines

de las aceras y plazas, de colores brutales y llamativos cordones diríanse

fosforescentes, pantalones ajustados como mallas de color, jaspeados o negros,

en ocasiones holgados chándales, y minicamisas domo destrozadas adrede,

o chupas de cuero claveteadas o chubasqueros, podían ser combinados,

sobre todo por Lala Paki, con manteletas de tules y lentejuelas, faldas

de terciopelo y hasta lamés o túnicas de damasquinados o de espejitos afganos.

Con frecuencia, pues sus tallas eran similares, intercambiaban prendas y adornos

o se pintaban o peinaban en consonancia. Cuando llegaron, con Chispas,

a la casa del reloj de sol, hacía una semana que habían decidido

cortarse el pelo al cero y extender las superficies maquilladas de su rostro

a la parte superior y posterior de la cabeza, casi hasta el cogote.

Al “peinado” resultante le habían puesto el nombre de “coco-bola”.

Un ojo de pupila dilatada en lo alto del cogote de Lala Paki

y una boca abierta con la lengua fuera en el de Sidi Kid eran el último maquillaje

que se habían inventado -mutuamente pintado, con ayuda de Chispas Aurora-

y lo mostraban a todos con orgullo.

 

–Chupi, ¿no? -mostraba ufano Sidi Kid.

 

–Este también guay -se le adelantaba Lala Paki

a la vez que exhibía su cogote-. Coco-bola.

 

Y todos se reían. Posiblemente su lenguaje hablado no excediera en mucho

las cien palabras correctas, y éstas con múltiples y variados significados

que dependían del gesto o de la risa y que podían ir deformándose

o transformándose según los modos de hablar de los lugares por los que pasaban.

Pero cuando Lala Paki empuñaba la guitarra de punteo como una metralleta

o Sidi Kid se sentaba a la batería como ante un cuadro de mandos

de una gigantesca computadora o de un avión, se transformaban

en verdaderos monstruos y hacían hablar a sus instrumentos,

según decía la Chispas Aurora. Era el momento de la música,

de la comunicación sin más. Y el mundo podía tambalearse.

 

 

*

 

Este amanuense acaba de sentirse, tras una entrevista

con otros amanuenses con más experiencia que él,

un poco Lala Paki o Sidi Kid en cuanto a su tosco manejo de la lengua

y de las construcciones gramaticales, de la redacción.

Sabe que nunca podrá ser un estilista. Que la mente, con sus distorsiones,

a veces tan insufribles, siempre terminará liándole de mala manera,

haciéndole enroscar la frase por asociaciones de ideas

que le asaltan a cada palabra o situación, a pesar de que intente controlar

el desborde por medio de la escritura a mano a ritmo taimado,

que sus frases y los textos todos en los que intenta narrar eso

inenarrable tal vez que es la vida en el paraíso de las islas,

cómo surgió y cómo se impuso así, tal era, esos textos -estos textos-,

a lo mejor o a lo peor, mal que bien, no son o sean más que un posible

plano de ese laberinto del que hablara Antón Dolores, una foto fija

desde lo alto de esa como ciudad de muralla almenada

que debe de ser su dentro. Y sabe que, a pesar del retorcimiento

o enrevesamiento, que ojalá fuera lo que podría denominarse “estilo duna”

-“ese plano inclinado que gira, así, sobre sí mismo y vuelve

hasta mostrar su envés en sombra”-, pero que no sabe si será así

o pura tosquedad o torpeza, aunque intuye que no,

que un tanto premeditadamente es así como para mostrar algo

que no sabe bien qué es pero que otros sabrán -a él lo único

que le interesa es contar lo más rápidamente posible, porque no tiene tiempo

y desea además terminar pronto para poder descansar en otros menesteres

menos trabajosos, contar o narrar con el mayor rigor ese algo tan difícil

que le encargara el colectivo de amanuenses, ese capítulo

de la formación del paraíso de las islas-, que no le interesa

ni enderezar su frase enrevesada, ni poner al sujeto en su lugar -además,

¿cuál sería ese lugar?-, ni diversificar las pausas por medio de puntos,

comas, puntos y comas, guiones y paréntesis adecuados –aunque sabe

que otro amanuense amigo suyo tiene ganas de escribir un texto musical

jugando con estos elementos sobre todo-, que no quiere de momento

nada ajeno a la plasmación rápida por escrito de esa realidad naciendo

del paraíso de las islas, que tal vez un día se anime y entre

o intente entrar al menos en el intra-texto, pues consideraría que eso

supondría rizar aún más el rizo, o que si no lo hace él porque le resulte

aburrido, otro amanuense más paciente lo ensaye… Y que…, en fin.

Coletilla de amanuense.

*

07-El paraíso de las islas-09-07-El padre del cuchillo Lauari Bujudmi-II PARTE

*

*

 

 

Sigo.

Ficha Técnica y Cronológica

  • Personajes: Lala Paki, Sidi Kid, Martín, Martina, Bartolillo Escandalera, Padre del cuchillo, capitán Mengano,
  • Palabras clave: , , , ,
  • Autor de la fuente:
  • Título de la fuente:
  • Impresor:
  • Ediciones / Ediciones Críticas:
  • Archivo de procedencia: - / Volumen: - Sección: - - Legajo: Biblioteca de don Borondón o Biblioteca del Naranjal - Documentos:
  • Tipo de documento:Crónica / Estado: Fragmento
  • Época: Contemporánea / Siglo: XXI DC / Año: Del 50-60 antes de la Gran Guerra y muerte de JB al año 27 de la GG y muerte de JB.
  • Zona geográfica: África,Mediterráneo,Eurasia / Localización:
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Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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