1585: Cuatro meses de cartas del Bailo Juan Francisco Moresini desde Estambul

1585: Cuatro meses de cartas del Bailo Juan Francisco Moresini desde Estambul.

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Presentación

Presentación

Los últimos meses de estancia del bailo Gio Francesco Moresini en Estambul, el último de ellos en compañía del nuevo bailo entrante Lorenzo Bernardo, fueron de una intensa actividad literaria por parte del veneciano, cerrando los contenciosos principales que los venecianos tenían planteados con los turcos, sobre todo la galera del difunto Ramadán Bajá apresada por Gabriele Emo. El resultado de esa actividad literaria es un riquísimo legado maestro para la literatura de avisos o literatura de la frontera, la literatura diplomática o literatura de la información.

Una correspondencia excepcional

La correspondencia de los bailos venecianos de Estambul – en este caso Moresini y Bernardo – con el dux de Venecia – en este caso Nicolo da Ponte – genera una literatura de alto valor expresivo para acercarse a aquellas realidades cotidianas del momento, esencialmente fronterizas por el punto de vista del autor, en este caso el bailo veneciano, sobre una sociedad compleja y variada, oriental y pluriconfesional o no cristiana, exótica y cosmopolita, espléndida para reflexionar también sobre sí mismo y su sociedad y cultura de origen.

Las historias narradas o evocadas en esta correspondencia son siempre liminares e interesantes y dicen más de la condición humana y del momento histórico que todos los análisis racionalizadores con pretensiones de veracidad de los diferentes discursos contemporáneos a los hechos, pues la cotidianidad irrumpe de continuo en la elaboración misma del discurso. Un discurso, por otro lado, diplomático y refinadísimo, pero perfectamente legible por un lector avisado o avispado. Se puede decir que, a pesar del discurso elaborado, el aviso pervive y es captable tanto por sus contemporáneos, a quienes va dirigido como información reservada excepcional que es, como para nosotros hoy.

Toda esta correspondencia está cifrada, es confidencial, secreta. En ella se narra la realidad tal cual es para ese alguien que la quiere transmitir, y eso emociona también hoy a un lector que busque valores más allá de los meramente informativos, grietas por donde se cuele la belleza. La belleza inconsciente de su propia belleza, la única que es capaz de emocionar, sin duda.

UNOS PROTAGONISTAS VENECIANOS CLÁSICOS

Tanto Gio Franesco Moresini (1537-1596) como Lorenzo Bernardo (1534-1592) tienen una biografía arquetípica de las élites venecianas clásicas de las grandes familias que controlaron todo el aparato de gobierno de la Serenísima República, el primero con carrera eclesiástica paralela a la diplomática, el segundo con carrera política y militar además de la diplomática.

Moresini, antes de sus años de bailo en Estambul (1582-1585), había estado en embajadas a Saboya, Polonia, España y Francia, de joven treintañero, entre 1568 y 1574, antes de su estancia en Estambul, de alguna manera la culminación de su carrera diplomática, cuyos tres últimos meses de correspondencia presentamos aquí. Ordenado sacerdote a su vuelta a Venecia, fue nombrado enseguida obispo de Brescia y nuncio apostólico en Francia, y Sixto V lo hizo cardenal en 1588, justo tres años después de su regreso de Estambul. Fue amigo de Felipe Neri, uno de los personajes más representativos del esplendor católico y contrarreformista post-tridentino, y participó, antes de su muerte, en la elección de los tres papas que siguieron a Sixto V, Urbano VII y Gregorio XII en 1590 y Clemente VIII en 1592. Una biografía, pues, en la que la información y el poder se aúnan de manera ejemplar. De él se dijo que escribía y leía de seguido las cartas cifradas de su bailazgo, un signo más de esa profesionalidad que aparece como rasgo destacado en su correspondencia.

Bernardo también tiene una biografía modélica de notable veneciano, aunque laico en este caso. De joven veinteañero acompañó a Francia al embajador Giovanni Capello, casó con una Mocenigo y fue nombrado senador. Con la guerra de Chipre y la batalla de Lepanto tiene lugar su experiencia militar al frente de una galeaza, y con el nuevo periodo de paz con los turcos vuelve a la vida política como proveedor primero y luego como podestá de Verona, mostrándose como buen organizador y administrador. La culminación de su carrera será el bailazgo en Estambul desde la primavera de 1585, en sustitución de Moresini, hasta finales de 1587. Poco después de su vuelta de Estambul, pasó a Brescia como comandante de la plaza – Moresini, en ese momento obispo de Brescia también, era ascendido a cardenal – pero volvió a Venecia por problemas familiares tras la muerte de uno de sus hijos. En la primavera de 1591 debió volver a Estambul de nuevo para una delicada operación diplomática: sustituir al nuevo bailo Girolamo Lippomano, sospechoso de alta traición, y hacerlo volver a Venecia, sin que el interesado mismo se diera cuenta de la gravedad de su situación. Bernardo consiguió su objetivo, aunque Lippomano no llegó a Venecia vivo a su vuelta pues murió ahogado al final del viaje, no se sabe si por suicidio o accidente. Bernardo permaneció en Estambul unos meses hasta la llegada del nuevo bailo, Matteo Zane, y a su vuelta dejó una de las mejores relaciones de embajadores sobre Turquía, fruto de su amplia experiencia allí y de su eficaz estilo literario. Murió poco después de su regreso a Venecia, en mayo de 1592.

En cuanto a Nicolo da Ponte (1491-1585), su biografía – que no viene tan a cuento aquí, pero que también es clásica de la Venecia del momento – concluye en este momento, pues muere a últimos de julio de 1585, justo en el tiempo en el que el exbailo Moresini está regresando a Venecia. Su familia había tenido muchos intereses económicos en Negroponte, antes de que esta isla pasara a poder turco, en su vida política pasó por Corfú como bailo y capitán (1532-1535) y a su regreso a Venecia fue nombrado senador; embajador ante Carlos V tras el desastre de Argel, no cesó desde entonces de tener cargos importantes de gobierno o diplomáticos como embajador en Roma (1547-48 la primera vez, y luego en periodos sucesivos), del Consejo de Diez en numerosas ocasiones, podestá de Padua (1558-59), embajador en Francia y ante el Concilio de Trento, culminando su carrera con la elección como dux en 1578, ya de edad avanzada.

Un caso especial es el de los dragomanes o intérpretes, intermediarios por excelencia del mundo de la frontera.

A estos tres protagonistas principales, en particular a los autores de las cartas, habría que añadir la gente de su casa en Estambul, los secretarios y dragomanes o intérpretes, que aparecen también como principales actores de ese escenario excepcional que se despliega en su alta literatura. El más conmovedor de todos esos personajes que desfilan por esta serie documental es, sin duda, Marco de Scassi, dragomán o intérprete de Moresini, que muere en plena calle de Estambul cuando se dirigía a su trabajo en un momento de especial tensión negociadora turco-véneta; muy estimado por todos los que lo conocieron, su evocación por Moresini en un amplio texto no cifrado es muy cariñosa y emotiva. La muerte de Scassi dejó a Moresini con problemas en su equipo, en un momento de espacial actividad, y tuvo que contratar a un vecino de Pera, Ambrosino Grillo, pues con los otros intérpretes no podía contar en ese momento: Matheca Salvago estaba fuera de Estambul y el joven Brutti, hijo de otro agente veneciano, de una familia de profesionales por lo tanto, era demasiado joven e inexperto, aunque al final de su bailazgo Moresini hubo de contar con él también por necesidad. Otro dragomán o intérprete que aparece en esta serie de cartas es Pasquale, que acompaña al nuevo bailo Bernardo. Finalmente, otro intérprete en formación, Jerónimo Alberti, debe abandonar Estambul para volver a Venecia por muerte de su padre Gasparo, y el bailo lamenta el hecho precisamente en aquellos momentos de especial necesidad.

Otros personajes venecianos, o del entorno veneciano en general, mejor, de menor importancia, van apareciendo a lo largo de este corpus literario tan rico, del que sólo ofrecemos una mínima muestra aquí. Algunos son huidos de Venecia o de sus territorios que llegan a Estambul para intentar hacerse turcos y mejorar sus vidas, esa figura clásica de hombre de la frontera que es el muladí o renegado, el musulmán nuevo o turco de profesión. En estas cartas aparecen algunos de estos hombres, como Jerónimo Strozzi, venido de Corfú para hacerse turco, Vincenzo Negro de Pistoia o Nicolo Andriopulo de Candía, cuya deriva vital seguirá el bailo desde cerca y con interés, torpedeando todo lo que puede sus intentos, hasta hacerlos en gran medida fracasar. También aparecen, normalmente citados en los negocios del bailazgo, autoridades venecianas de los diferentes territorios del dominio de la Serenísima República, como, en este caso, el Sopracómitre Cornaro de Corfú o el clementísimo Capello, bailo de Corfú, el clarísimo proveedor de Budua o el capitán de Antivari.

Con frecuencia se citan también diferentes proveedores de la armada, pero el más dramático de estos personajes menores del entorno veneciano es el gobernador de las galeras de condenados, Gabriele Emo, causante del conflicto turco-véneto que protagonizó estos meses últimos del bailazgo de Moresini, el captor de la galera de Trípoli o la galera de Berbería, como aparece en estas cartas, la galera del difunto Ramadán Bajá en la que volvía a Estambul su viuda y su hijo mayor, que encontraron la muerte en la acción de Emo, y que hizo que el dux Daponte le condenara a muerte y le ejecutara en pocas semanas con el fin de evitar la ruptura con la Puerta. Es justo con esta comunicación del ajusticiamiento de Emo en la plaza de San Marcos de Venecia con la que se inicia esta serie documental de las últimas cartas de Moresini.

Finalmente, un personaje también singular es el flamenco Hiovanne de Wÿntelroy, portador de halcones para el sultán por encargo de los venecianos, otra puerta abierta para entrever una realidad fronteriza de Europa muy sugestiva y que espera un abordaje audiovisualizable.

UNOS PROTAGONISTAS TURCOS TAMBIÉN DE EXCEPCIÓN

Sin duda que el gran dragomán en Estambul en esos momentos, y así aparece en la serie de cartas, es Orambei o Hurrembei, uno de los grandes protagonistas diplomáticos todavía del Estambul de esos momentos; es un valioso y misterioso hombre de frontera, pues ya viene trabajando como intérprete del sultán desde después de Lepanto, por lo menos, a lo largo de los años setenta. La importancia de su trabajo aparece con claridad en esta serie literaria, pues debe intervenir tanto en la recepción y besamanos de los dos bailos ante Murat III como en la fase final del gran conflicto de esos momentos, la devolución a los turcos de la galera de Trípoli o la galera de Berbería, como se dice en el momento, cuya devolución parece culminar burocráticamente en este momento, antes del cambio de titular en el bailazgo.

Pero el protagonismo mayor de esta serie de cartas es sin duda la Sublime Puerta misma, la corte imperial otomana en torno a Murat III (1546-1595), la Gran Sultana Safiye (1550-1605), madre de sultán Mehemet Han, como ella misma firma en sus misivas a los bailos – el Tesquiere, como denominan a estas misivas – y los bajás más influyentes; en estos momentos, Mesih Bajá aparece como primer visir, en ausencia de Osmán Bajá que está en la guerra de Persia como general, el siempre influyente Schiaus Bajá, Sinam Bajá y Ferrat Bajá, entre los asuntos de Persia y el Mediterráneo, el Beglerbei de Grecia, Mehemet, que en ese momentos tiene la mayor intimidad con el sultán, casado con una de sus hijas, el segundo visir Mehemet Bajá, o un Alí Bajá que anda también enredado en la guerra de Persia. Al lado de ellos, y con mayor protagonismo en muchas ocasiones, aparecen otros notables cortesanos muy influyentes, como el Nissangi Bassi, particular protector de los asuntos venecianos, el Defterdar Grande o el Gran Canciller, el Coza del Casna, Mehemet Celebi, traductor al turco de los comandamentos u órdenes imperiales que los bailos discuten hasta la minucia, o el Mufti. También es destacable, en este universo cortesano estambulí, el misterioso Muto, cortesano y de la casa del primer visir, que con el bailo Moresini consigue abortar el proyecto de hacerse turco del pobre Jerónimo Strozzi.

Pero el más presente de todos ellos en la documentación de los bailos es, sin duda, el Capitán del Mar Uluch Alí (Uchalí), cuyas entrevistas con los bailos en estas cartas son memorables. Su influencia en los asuntos marítimos y sus enfados, su astucia y sus bravatas o sus promesas de amistad a los venecianos, sus necesidad de dinero para los gastos ingentes de su casa grande, todo aparece en estos testimonios venecianos con amplitud. Risuán Aga, su checaya u hombre de confianza y amigo de los bailos, veneciano de origen, hace de hábil intermediario para los intereses de su amo. También el yerno del difunto Ramadán Bajá, el muladí sardo de la casa de Uchalí que había muerto en Trípoli, Aidar Bei, es protegido por Uchalí en sus reclamaciones de los bienes del difunto Ramadán y de su viuda e hijo primogénito Memmi o Mehmet Bei, muertos en la acción corsaria de Emo, acción que a punto estuvo de crear un grave conflicto turco-véneto, como hemos dicho.

Como en el planteamiento y despliegue de una gran obra literaria de ficción, aparecen personajes intermedios o subalternos de aquella sociedad fronteriza y oriental tan sugestiva y atractiva también en aquellos momentos, como Enden Aga, capiaga de Osmán Bajá, o el Chaus Husein o el Capigi Mustafá, enviados a Corfú en el marco de las reclamaciones de la galera del difunto Ramadán, el Cadí de Castamena, el Emino de la Bastia, el Beglierbei o Sanjaco de Clissa, como aparece citado en las cartas, hijo de una sultana esposa de Mehemet Bajá, o el bajá de Buda, los Olacos de Tiflis, el conde de Spalato, el Viavoda de Valaquia o el príncipe de Mogdavia, así como un Santón que reclama en Estambul perjuicios recibidos por los venecianos en Budua, o el Arráez Cinco Dientes contra quien protestan a su vez los venecianos. El esplendor de una frontera imperial multinacional y multireligiosa, vivísima y en acción permanente en esta literatura de la frontera por antonomasia.

Una mención especial merece el mundo de los intermediarios hebreos como Moisés Benveniste, judío mercader informante de venecianos y españoles y amigo de Schiaus Bajá, o la hebrea Khira o la Khirazza, secretaria de la sultana Safiye y también intermediaria con los venecianos, y su hijo mercader Salomón que, aunque no aparece en estas fechas en estas cartas, es otro personaje habitual de la correspondencia del bailazgo de Estambul. Y en el mundo de los mercaderes, con naturalidad aparecen los residentes durante muchos años en Estambul y que juegan un papel importante en aquella sociedad cosmopolita: el raguseo Nicolo Prodanelli, el anconitano Nicolo Trionfi o Juan Antonio Stanga, amigo y colaborador estrecho del bailo veneciano. Lo mismo que Alí Turco, el mercader que viajará a Venecia al final del periodo que estamos evocando, con sobrias pero rotundas recomendaciones tanto del bailo saliente, Moresini, como del entrante Bernardo, como hombre protegido por el primer visir.

Un capítulo especial de aquella sociedad estambulí evocada en esta literatura es el de los diplomáticos, con frecuencia citados, como el embajador francés Germigni de regreso a Francia y su secretario en Estambul, el embajador inglés que visita a los bailos y se queja de las ofensas recibidas de los arráeces turcos por los súbditos de su reina Isabel, el embajador de Saboya en Venecia, citado en algún momento entre otros embajadores allí, el embajador cesáreo o imperial, y Henrico barón de Liecstesten, enviado imperial con el presente ordinario, que pide permiso para pasar a Padua a curarse de sus enfermedades y que muere en el camino. Los embajadores de Ragusa con el presente anual, el embajador Moscovita o el embajador de Fez. Un caso particular es el de Gio Stefano Ferrari, esperado por entonces como delegado de Margliani para negociar las treguas con el rey de España, que ha mantenido comunicación con Osmán Bajá, treguas de alguna manera deseadas, con pesar de Uchalí, para mayor tranquilidad en el frente bélico oriental, persa, tártaro y georgiano.

Los reyes y príncipes extranjeros que aparecen también en esta literatura de amplísimo alcance – esa literatura de la frontera más íntima de Europa – son también de enorme amplitud: el Rey Católico de España y el Cristianísimo de Francia, el rey de Moscovia y el de Polonia, el rey de Persia (el Sofi) y su hijo, el difunto rey de los Tártaros, con sus hijos rebeldes, y su viuda persa que reclama el sultán para sí, otra mujer mito de belleza de la frontera evocada en estas cartas con tonos de leyenda, o Islam Han, el pretendiente a suceder al rey de los Tártaros apoyado por el sultán otomano. El caído en desgracia Pedro de Valaquia, o, finalmente, el recién muerto papa Gregorio XIII y el recién elegido Sixto V, de quien en Estambul interesa si será más cercano a los franceses o a los españoles, así como el duque de Saboya que acaba de casarse con la hija segunda del rey de España, y que interesa en Estambul como justificación de los movimientos de armada en la costa de Barcelona.

Ficha técnica y cronológica

Ficha Técnica y Cronológica

  • Tipo de Fuente: Manuscrito
  • Procedencia: Archivio di Stato di Venezia
  • Sección / Legajo: Dispacci Ambasciatori. Constantinopoli, Filza 21, ff. 1-412.
  • Tipo y estado: Carta
  • Época y zona geográfica: Mediterráneo, siglo XVI
  • Localización y fecha: Estambul, Abril-Junio de 1585
  • Autor de la Fuente: Gio Francesco Moresini, Lorenzo Bernardo, Marco Antonio Stanga, Dragomán Orembei o Hurrem Bei, Nicolo Prodanelli, Hiovanne de Wÿntelroy, Gran Sultana

Índice

Índice

Introducción …………………………………………….. 11
I Cartas de Marzo ……………………………………… 19
II Cartas de Abril ………………………………………. 77
III Cartas de Mayo ……………………………………. 118
IV Cartas de Junio …………………………………….. 139
Apéndice: Cartas de Bernardo durante el viaje …. 197

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1 comentario

  1. Imagen de perfil de Emilio Sola

    Emilio Sola - 2 marzo, 2016, 19:10 Report user

    En el Archivo de la Frontera ya había sido publicado, el verano de 2015, una primera aproximación a este epistolario excepcional de Moresini. Son las primeras cartas de estos cuatro meses que ahora son publicados aquí de manera más simplificada, sólo en su versión española y sin las imágenes de los textos originales que se publicaban en este documento: http://www.archivodelafrontera.com/archivos/el-bailo-francesco-moresini-maniobra-en-estambul-para-evitar-que-jeronimo-strozzi-se-haga-turco-con-una-introduccion-de-emrah-safa-gurkan/

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