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“VIAJE A ORIENTE” 034

III. El harem – XI. Los “’ifrít[1]”… En más de una ocasión había pensado estudiar, cialis a través de una mujer oriental, mind el probable carácter de muchas otras, pero temía darle demasiada importancia a las minucias. Y sin embargo, cuál no sería mi sorpresa, cuando al entrar una mañana a la habitación de la esclava, me encontré con una guirnalda de cebollas dispuesta con simetría encima del lugar en el que dormía. Como creí que esto era un simple capricho infantil, descolgué estos ornamentos poco apropiados para engalanar la habitación, y los arrojé con negligencia al patio; pero de pronto, la esclava se levantó furiosa y desolada, se fue a recoger las cebollas llorando y las volvió a colocar en su lugar con grandes signos de adoración. Tuve que esperar a que viniera Mansur para que nos explicara. Mientras tanto yo recibí una sarta de imprecaciones de las que la más clara era ¡”faraón”!. No sabía muy bien si debía enfadarme o quejarme. Por fin llegó Mansur, y me hizo saber que había roto un sortilegio, que yo sería la causa de las desgracias más terribles que caerían sobre ella y sobre mí. Después de todo, le dije a Mansur, estamos en un país donde las cebollas han sido dioses, si yo les he ofendido, nada mejor que reconocerlo. Además, ¡debe haber algún medio de apaciguar el resentimiento de una cebolla de Egipto!. Pero la esclava no quería escuchar nada, y repetía volviéndose hacia mí “¡faraón!”. Mansur me ilustró diciéndome que ese insulto era lo mismo que decir “impío y tirano”. Me afectó este reproche, pero sobre todo saber que el nombre de los antiguos reyes de este país se había convertido en algo injurioso. De todos modos no había por qué enfadarse, me explicaron que esta ceremonia de las cebollas era común en las casas de El Cairo un determinado día del año, y que servía para conjurar las enfermedades epidémicas. Los temores de la pobre muchacha se verificaron, es posible que por su imaginación traumatizada. Cayó enferma de bastante gravedad, y nada de lo que yo pudiera hacer a ella le convenía, ni quiso seguir ninguna prescripción médica. Durante mi ausencia, hizo llamar a dos mujeres de las casa vecinas, llamándolas desde la terraza, y me las encontré instaladas junto a ella recitando plegarias, y haciendo, como me dijo Mansur, conjuros contra los genios o malos espíritus. Al parecer, la profanación de las cebollas había revolucionado a estos últimos y había dos especialmente hostiles a cada uno de nosotros: uno, que se llamaba El Verde, y el otro, El Dorado. Viendo que la enfermedad era sobre todo imaginaria, dejé hacer a las dos mujeres, que finalmente trajeron a otra muy vieja. Se trataba de una Santona de renombre. Trajo un brasero que colocó en medio de la habitación, y en el que hizo quemar una piedra que me pareció que era de “alun[2]”. Este hechizo tenía como objeto el de contrariar mucho a los genios que las mujeres veían claramente en las volutas de humo, y a los que pedían gracia. Pero había que extirpar el mal de raíz. Hicieron levantarse a la esclava que se arrojó sobre las fumarolas, lo que le provocó un fuerte ataque de tos; mientras tanto, la vieja le iba dando golpecitos en la espalda, y todas ellas cantaban a voz en cuello rezos e imprecaciones árabes. A Mansour, como cristiano copto, le chocaban todas esas prácticas; pero, si la enfermedad provenía de una causa mental, ¿qué de mal hay en dejarla tratar mediante un método análogo?. La realidad fue que al día siguiente hubo una mejora evidente seguida de su total curación. La esclava no quiso separarse de las dos vecinas que había llamado, y siguió haciéndose servir por ellas. Una se llamaba Cartoum, y la otra, Zabetta. Yo no veía la necesidad de que hubiera tanta gente en la casa, y me abstuve de ofrecerles ninguna recompensa; pero la esclava les hacía regalos de sus propios efectos personales; y como eran los que Abd-el-Kerim le había dejado, no había nada que objetar, hasta que hubo que reemplazarlos por otros y llegar hasta la adquisición de la tan deseada habbarah y del chaleco. La vida oriental nos juega estos avatares. En principio todo parece sencillo, poco costoso, fácil; pero pronto, todo se complica con necesidades, usos, fantasías, y uno se ve arrastrado a una existencia “pachalesca” que, junto con el desorden y la nula fiabilidad de las cuentas, vacía los bolsillos mejor guarnecidos. Yo había querido iniciarme durante algún tiempo en la vida íntima de Egipto, pero poco a poco veía desaparecer los recursos futuros de mi viaje. “Mi pequeña, dije a la esclava, haciéndole explicar la situación, si quieres quedarte en El Cairo, eres libre”. Yo esperaba una explosión de reconocimiento. ¡Libre!, dijo ¿y qué quiere usted que haga? ¡Libre! ¿Pero adónde podría ir? ¡Revéndame de nuevo a Abd-el-Kerim! –  Pero querida, un europeo no vende a una mujer. Recibir dinero por ello sería una deshonra. –  ¡Pues bien! Dijo llorando, ¿es que yo puedo ganarme la vida? ¿acaso se hacer algo? –  ¿No puedes colocarte al servicio de una dama de tu religión? –  ¿Yo sirvienta?. Jamás. Vuelva a venderme. Seré comprada por un musulmán, por un cheikh, puede que incluso por un pachá. ¡Puedo llegar a ser una gran dama! Si quiere dejarme… lléveme al bazar”. ¡Curioso país es éste, en el que los esclavos no quieren la libertad!. Por otra parte, me daba cuenta de que ella tenía razón, y yo ya sabía bastante sobre el verdadero estado de la sociedad musulmana para que no me cupiera duda alguna de que su condición de esclava era muy superior a la de las pobres egipcias empleadas en los trabajos más rudos y desgraciadas con sus miserables maridos. Darle la libertad, era condenarla a la condición más triste, puede ser que al oprobio, y yo me consideraría moralmente responsable de su destino. – Ya que no quieres quedarte en El Cairo, le dije al fin, tendrás que seguirme a otros países. –   Ana enté sava sava (Tu y yo iremos juntos) me dijo. Su decisión me hizo feliz y me fui al puerto del Boulac para alquilar una barca que debía llevarnos por el brazo del Nilo que conducía de El Cairo a Damieta. [1] El ifrit o efrit (en lengua árabe, ?????) es un ser de la mitología popular árabe. Generalmente se considera que es un tipo de genio dotado de gran poder y capaz de realizar tanto acciones benignas como malignas, con lo que presentan un carácter dual que no comparten los otros genios (http://es.wikipedia.org/wiki/Ifrit) [2] También se conoce como alumbre y es un tipo de sulfato doble compuesto por el sulfato de un metal trivalente y otro de un metal monovalente. Generalmente se refiere al alumbre potásico. Se usa ampliamente en química para la fabricación del papel y como base de desodorantes axilares. En la Edad Media la piedra de alumbre adquirió un gran valor debido a su utilización para la fijación de tintes en la ropa, entre otros usos.

Esmeralda de Luis y Martínez 13 febrero, 2012 13 febrero, 2012 'ifrit, alun, Cartoum, conjuros, El Verde y El Dorado, genios, Zabetta
“VIAJE A ORIENTE” 033

III. El harem – X. Choubrah 1… Al parecerle bien mi respuesta, look la esclava se levantó aplaudiendo y repitiendo mil veces: ¡el fil!, order ¡el fil! “¿Qué es eso? Le pregunté a Mansour. –          La SITI (dama) me dijo tras preguntarla, que querría ir a ver un elefante del que ha oído hablar y que se encuentra en el palacio de Méhémet-Ali, en el Choubrah”. Era justo recompensar su aplicación en el estudio e hice preparar los asnos. La puerta de la ciudad, de la parte de Choubrah, no se encontraba a más de cien metros de nuestra casa; todavía es una puerta que se mueve gracias a unos gruesos tornos que datan del tiempo de Las Cruzadas. Se pasa de inmediato sobre el puente de un canal que se extiende hacia la izquierda, formando un pequeño lago rodeado de una fresca vegetación: casinos, cafés y jardines públicos se aprovechan de ese frescor y de esa umbría. El domingo es fácil encontrar a muchos griegos, armenios y damas del barrio franco, que no se despojan de sus velos más que en el interior de los jardines, y allí también se pueden estudiar las razas tan curiosamente contrastadas de Levante. Más lejos, la muchedumbre se pierde bajo las sombras del paseo del Choubrah, posiblemente el más hermoso del mundo. Los sicómoros y bananos que lo dan sombra durante más de una legua son de un enorme grosor, y la bóveda que forman sus ramas es tan densa que, a lo largo de todo el camino reina una especie de oscuridad, que se aclara a lo lejos gracias a los ardientes destellos del desierto que brilla a la derecha, más allá de las tierras cultivadas. A la izquierda, el Nilo rodea vastos jardines a lo largo de media legua hasta abrazar el paseo, al que sus aguas brindan una luminosidad de reflejos púrpuras. Hay un café adornado con fuentes y lacerías, situado a medio camino del Choubrah, y muy frecuentado por los paseantes. Campos de maíz y de caña de azúcar, y aquí y allá algunas quintas de recreo se diseminan a la derecha, hasta llegar a los grandes edificios que pertenecen al pachá. Allí se exhibía un elefante blanco, regalado a su alteza por el gobierno inglés. Mi acompañante, transportada de alegría, no podía dejar de admirar a ese animal, que le recordaba a su país, y que incluso en Egipto era una rareza. Sus colmillos estaban adornados con aros de plata, y el domador le obligó a realizar algunos ejercicios ante nosotros. Llegó incluso a hacer que adoptara unas posturas que me parecieron de una decencia más que dudosa, y como le hice señas a la esclava, velada, pero no ciega, de que ya habíamos visto suficiente, un oficial del pachá me dijo con tono de gravedad: Aspettate…è per recreare le donne (Espera, es para divertir a las señoras) En efecto, allí había muchas que no estaban en absoluto escandalizadas y que se reían a carcajadas. Es una deliciosa residencia la de Choubrah. El palacio del pachá de Egipto, bastante sencillo y de construcción antigua, da sobre el Nilo, frente a la explanada de Embabeh2, tan famosa por la batalla de los mamelucos. Del lado de los jardines han construido un kiosco cuyas galerías pintadas y doradas ofrecen un brillante aspecto. Allí, en verdad, es donde se encuentra el triunfo del gusto oriental. Se puede visitar el interior, en el que se han dispuesto jaulas con pájaros exóticos, salones de recepción, baños, billares, y penetrando aún más, dentro del mismo palacio, se pueden apreciar esas salas uniformes, decoradas a la turca y amuebladas a la europea, y que constituyen por todas partes el lujo de las moradas principescas. Paisajes sin perspectiva pintados al huevo sobre los paneles y las puertas, cuadros ortodoxos, en donde no aparecía ninguna criatura animada, dando una mediocre idea del arte egipcio. De vez en cuando los artistas se permitían pintar animales fabulosos, como delfines, hipogrifos y esfinges. De las batallas, no pueden representar más que los asedios y combates marítimos: barcos en los que no se ven a los marineros luchan contra las fortalezas desde donde la guarnición se defiende sin dejarse ver; el fuego cruzado y las bombas parecen salir por sí solos, el bosque quiere conquistar las piedras, y el hombre está ausente. Y es, aún así, el único medio que tienen de representar las principales escenas de campaña de Grecia, de Ibrahim. Sobre la sala en donde el pachá administra la justicia, se lee esta bella máxima: “Un cuarto de hora de clemencia vale más que setenta horas de oración”. Volvimos a descender a los jardines. ¡Qué de rosas, Dios mío!. Las rosas de Choubrah es decir todo en Egipto; las de El Fayum sólo sirven para el aceite y las confituras. Los jardineros venían de todas partes a ofrecérnoslas. Aún hay otro lujo en la casa del pachá, y es que no se recogen los limones ni las naranjas, para que esos frutos dorados deleiten al paseante el mayor tiempo posible. Cada cual puede de todos modos, recogerlas una vez que han caído. Pero aún no he dicho nada del jardín. Se puede criticar el gusto de los orientales en los interiores, pero sus jardines son impecables. Vergeles por todas partes, lechos y gabinetes de “ifs” tallados, que recuerdan el estilo del renacimiento; es el paisaje del Decamerón. Es probable que los primeros modelos hayan sido creados por jardineros italianos. No se ve ninguna estatua, pero las fuentes son de un gusto exquisito. Un pabellón acristalado, que corona una serie de terrazas escalonadas en forma de pirámide, se recorta en el horizonte con un aspecto de cuento de hadas. El Califa Haroun seguro que no tuvo uno tan bello, pero esto no es nada todavía. Se desciende de nuevo tras haber admirado el lujo de la sala interior y de los cortinajes de seda que revolotean al viento entre las guirnaldas y los festones de la jardinada; se continúa por largos paseos bordeados de bananos, cuya hoja transparente destella como la esmeralda, y así se llega al otro extremo del jardín, a unos baños demasiado maravillosos y conocidos como para describirlos aquí extensamente. Se trata de un inmenso estanque de mármol blanco, rodeado de columnas de gusto bizantino, con una fuente alta en el centro, de la que el agua se escapa por las fauces de cocodrilos. Todo el recinto está iluminado con gas, y durante las noches de verano, el pachá se hace pasear por el lago en una barcaza dorada en la que las mujeres de su harem llevan los remos. Estas bellas damas también se bañan bajo los ojos de su señor, pero con vestidos de crèpe de seda… el Corán, como sabemos, no permite la desnudez. 1.- Choubrah es un barrio con jardines a las puertas de El Cairo. 2.- Embabeh es un lugar próximo a El Cairo, famoso por haberse celebrado en sus proximidades la Batalla de las Pirámides, que tuvo lugar el 21 de julio de 1798 entre el ejército francés en Egipto bajo las órdenes de Napoleón Bonaparte y las fuerzas locales mamelucas. En julio de 1798, Napoleón iba dirección El Cairo, después de invadir y capturar Alejandría. En el camino se encontró a dos fuerzas de mamelucos a 15 kilómetros de las pirámides, y a sólo 6 de El Cairo. Los mamelucos estaban comandados por Murad Bey e Ibrahim Bey y tenían una poderosa caballería; pero a pesar de ser superiores en número, estaban equipados con una tecnología primitiva, tan sólo tenían espadas, arcos y flechas; además, sus fuerzas quedaron divididas por el Nilo, con Murad atrincherado en Embabeh e Ibrahim a campo abierto. Napoleón se dio cuenta de que la única tropa egipcia de cierto valor era la caballería. Él tenía poca caballería a su cargo y era superado en número por el doble o el triple. Se vio pues forzado a ir a la defensiva, y formó su ejército en cuadrados huecos con artillería, caballería y equipajes en el centro de cada uno, dispersando con fuego de artillería de apoyo el ataque de la caballería mameluca, que intentaba aprovechar los espacios entre los cuadros franceses. Entonces atacó el campamento egipcio de Embabeh, provocando la huida del ejército egipcio. (http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_las_Pir%C3%A1mides )

Esmeralda de Luis y Martínez 13 febrero, 2012 13 febrero, 2012 batalla de las pirámides, El Choubrah, el fil, Embabeh, Ibrahim Bey, Murad Bey, Napoleón
14 Antonio de Sosa, y certificación final de Juan Gil

(En el fol.48v: “Son 51 hojas útiles”   (DECLARACIÓN AÑADIDA DE ANTONIO DE SOSA, cialis sale ESCRITA DE SU PROPIA MANO EL 22 DE OCTUBRE DE 1580).   Yo, viagra el doctor Antonio de Sosa, cautivo al presente en este Argel, doy fe y testimonio verdadero a todos los que leyeren o vieren esta cédula y relación firmada de mi nombre, cómo yo he visto y leído estos artículos arriba escritos que Miguel de Cervantes presentó al muy reverendo señor padre fray Juan Gil, redentor de los cautivos por su majestad.   Y pues por causa de mi continuo y estrecho encerramiento –en que mi patrón me tiene con cadenas–, no he podido dar testimonio y deposición sobre cada uno de ellos, diré aquí lo que en mi conciencia entiendo y sé de ellos, de esta manera:   1. Y cuanto al primer artículo, yo no soy deudo ni pariente del dicho Miguel de Cervantes.   Y cuanto a lo demás contenido en este artículo, es verdad que todo el tiempo que ha que estoy cautivo en este Argel, que son tres años y ocho meses, lo conozco y he comunicado y tratado muy a menudo y familiarmente.   2. Cuando al dos artículo, sé que es verdad lo contenido en él porque es notorio y lo entendí de muchas personas que con el mismo Miguel de Cervantres cautivaron juntamente.   3. Cuando al tercer artículo, sé que es verdad lo contenido en él porque le he visto siempre ser tratado y reputado de todos por tal, y en sus obras y costumbres no he visto o notado cosa en contrario alguna, antes he visto muchos en que mostraba ser tal como en este artículo se dice.   4. Cuanto al cuatro artículo, sé que es verdad lo contenido en él porque, (a)demás de se me quejar el dicho Miguel de Cervantes muchas veces de que su patrón le hubiese tenido en tan grande opinión que pensaba ser de los más principales caballeros de España, –y que por eso lo maltrataba con más trabajos y cadenas y encerramiento–, lo mismo también he oído muchas veces decir y a muchos que lo sabían y habían visto con sus ojos.   Y de la misma manera sé lo demás contenido en el dicho artículo, y de cómo procuró dar libertad de aquella manera a los dichos cristianos, porque era cuando yo cautivé muy notorio y lo oí decir a personas que no dirían sino verdad.   5. Cuanto al cinco artículo, digo que todo lo contenido en el dicho artículo pasa ni más ni menos en la verdad como en él se dice.   Porque yo fui uno de los con que el dicho Miguel de Cervantes comunicó muchas veces y en mucho secreto el dicho negocio.   Y que para el mismo negocio fui muchas veces de él convidado y exhortado, y no se hizo cosa en el tal negocio que particularmente no se me diese de ello parte.   Y cierto que se debe mucho al dicho Miguel de Cervantes, porque lo trató con mucha prudencia, cristiandad y diligencia, y merece se le haga toda merced.   6. Cuanto al seis artículo, sé que es verdad lo contenido en él, y de la manera que en él dice.   Porque, como tengo dicho de antes en el otro artículo, el dicho Miguel de Cervantes cuando enviaba a la cueva los cristianos, me avisaba luego de todo y daba parte de su cuidado y diligencias que hacía, y cómo los proveía y enviaba ver y proveer y visitar,   importunándome muchas veces que yo también me encerrase con los demás en la dicha cueva.   Y el día que se fue a encerrar en ella, se vino (a) despedir de mí.   Y es muy gran verdad que se puso a manifiesto peligro de una muy cruel muerte, cual estos turcos suelen dar a los que hallan en semejantes tratos y negocios.   7. Cuanto al siete artículo, es verdad lo contenido en él.   Porque, (a)demás de ser muy notorio, yo mismo hablé después y lo supe de marineros que con la misma fragata vinieron, que cautivaron después.   Y me contaron por extenso cómo vinieron dos veces, y la causa de su temor, y cómo por poco no se efectuó una cosa de tanta honra y servicio de Dios.   8. Cuanto al ocho artículo, sé que es verdad lo contenido en él porque fue cosa muy notoria y pública por todo Argel.   Y el mismo día y hora que el dicho Dorador hizo tan grande maldad, pensando él que yo también esperaba por aquella fragata para ir en ella, se vino a casa de mi patrón, y a mi aposento, y comenzó con fingidas y coloradas palabras a excusarse no le pusiesen la culpa de aquella traición.   Y sé que, así como él prometió a otros hacerse moro, se hizo después y vivió moro tres años.   Hasta que murió en el mismo día que descubrió este negocio al rey Hasán, que fue el día de San Jerónimo, postrero de septiembre.   Y sé también que es verdad que el dicho rey envió los turcos armados y moros a pie y a caballo a prender al dicho Miguel de Cervantes y sus compañeros, como en el dicho artículo se dice, porque fue cosa muy pública y muy notoria en este Argel.   9. Cuanto al nueve artículo, sé que es verdad lo contenido en él porque lo he oído decir a los que se hallaron allí presentes entonces y estaban escondidos en la dicha cueva, y vinieron con el dicho Miguel de Cervantes presos.   Y, así, se vio por experiencia que a sólo Miguel de Cervantes maniataron los turcos por mandado del rey, y sólo él se cargaba toda la culpa.   Y sin duda él escapó de una buena, porque pensamos todos le mandase matar el rey.   10.   Cuanto al diez artículo, sé que fue así como en él se dice todo verdad, porque fue cosa notoria y pública en Argel y lo he oído con (roto) y decir algunas veces a quien lo sabía.   Y particularmente sé que de esta manera fue libre de grandísimo peligro de la vida el reverendo padre fray George Olivar, comendador de la Merced de la ciudad de Valencia.   El cual –aquella misma mañana– me envió a mí luego avisar del temor en que estaba, y que le guardase una casulla, piedra de ara y un retablo, y corporales y otras cosas sagradas, que temía los turcos que el rey enviase a su casa a prenderle no le tomasen y profanasen.   11. Cuanto a once artículo, todo lo contenido en él es verdad, porque así fue fama pública y lo oí decir a muchas personas que me lo vinieron (a) decir y contar a mi aposento y cadenas.   12. Cuanto al doce artículo, lo contenido en él es verdad porque también –como lo arriba dicho— fue muy público y notorio, y lo supe luego de personas que lo sabían y vieron empalar al dicho moro.   13. Cuanto al trece artículo, sé que todo y cada cosa contenido en el dicho artículo es verdad.   Porque el dicho Miguel de Cervantes comunicó muchas veces el negocio conmigo, dándome relación de lo que hacía y ordenaba.   Y cómo, después, lo tenía ordenado y a punto.   Y me convidó a ser uno de los que en dicha fragata habían de ir.   Y, así, no se trató cosa sobre este negocio  que él y los dichos mercaderes no tratasen y comunicasen conmigo, y tomasen mi parecer y consejo sobre ello.   14. Cuanto al catorce artículo, sé de cierto que todo lo contenido en él pasa en la verdad.   Porque –como tengo dicho— yo fui uno de los que el dicho Miguel de Cervantes avisó, y que estaba ya aparejado para con él ir en la dicha fragata, y con otros muchos caballeros, sacerdotes y letrados, y criados de su majestad, y casi toda la flor de los cristianos que entonces había en Argel.   Y vuelvo a decir que se debe muy mucho al valor del dicho Cervantes.   15. Cuanto al quince artículo, es verdad lo contenido en él.   Porque fue cosa muy notoria y manifiesta que lo descubrieron al dicho rey Hasán.   Y se murmuró por todo Argel, y entre todos los cristianos se afirmaba que Juan Blanco de Paz lo había dicho a Cayruan, renegado del rey, y que después él en persona lo ratificara y confirmara delante del rey, por lo cual el dicho Juan Blanco de Paz era muy odiado y malquisto de todos.   Y hubo cristianos que me dijeron que estaban para le dar puñaladas por haber hecho tal cosa.   A los cuales yo rogué y persuadí se dejasen de tales pensamientos y de hacer a un sacerdote cosa tan horrenda como matarle y darle puñaladas.   Y, en efecto, el dicho Juan Blanco tenía por enemigos a todos los que entraban en este negocio y eran de él participantes, no los hablando y huyendo de ellos.   Y particularmente entendí que tenía más enemistad con los dichos mercaderes que dieron el dinero para comprar y aparejar la fragata, como de la boca de los mismos mercaderes lo oí y entendí muchas veces.   Y también lo tenía particular con el dicho Cervantes, a quien luego quitó la habla y conversación. Y Miguel de Cervantes también a él.   Y tenía gran temor el dicho Miguel de Cervantes, y con razón, que le viniese de aquello algún gran mal y pérdida de la vida.   16. Cuanto al diez y seis, es verdad lo contenido en el dicho artículo.   Porque el dicho (O)nofre (E)xarque me comunicó esta su intención de enviar al dicho Miguel de Cervantes a España, y me pareció que acertaba en ello, aunque el dicho Miguel de Cervantes no lo quiso aceptar.   Y de lo demás contenido en este capítulo fue también entonces pública fama y voz, como de cosa notoria.   17. Cuanto al diez y siete artículo, sé ser verdad lo contenido en él porque así fue público y notorio.   Y lo entendí de personas que tenían a cargo saber lo que pasaba con el rey el dicho Miguel de Cervantes, por respecto del temor con que estaban muy muchos cristianos no fuesen  ellos descubiertos y el rey los mandase matar o tomar por esclavos.   Y, así, fue cosa muy manifiesta cómo se defendió el dicho Miguel de Cervantes y cómo el rey no pudo saber de él cómo pasaba aquel negocio.   Y cómo el rey le mandó meter en cadenas en la cárcel y le tuvo allí muchos meses.   Y, cierto, le llevara a Constantinopla y nunca tuviera libertad si el muy reverendo señor padre fray Juan Gil, redentor de los cautivos de la orden de la Santísima Trinidad, el día mismo que el mismo rey Hasán se partía para Constantinopla, que fue a los 19 de septiembre, no le rescatara en 500 escudos de oro.   18. Cuanto al diez y ocho artículo, es verdad lo contenido en el dicho artículo porque lo he así oído decir a muchos, que se confesaba y comulgaba y oía sus misas, y hacía bien a cristianos y exhorataba los pusilánimes y flacos y tibios.   Y en la conversación estrecha que con el dicho Miguel de Cervantes he tenido todos estos tres años y ocho meses, siempre noté en él costumbres y señales de muy buen cristiano.   Y sé que se ocupaba muchas veces en componer versos en alabanza de Nuestro Señor y su Bendita Madre, y del Santísimo Sacramento, y otras cosas santas y devotas.   Algunas de las cuales comunicó particularmente conmigo y me las envió que las viese.   19. Cuanto al diez y nueve artículo, es verdad todo lo contenido en él, y de la manera que en él se dice. Porque parte lo he visto con mis ojos y parte de los mismos principales cristianos y de los redentores lo he oído, que le trataban y tenían por amigo y tenían en su ca(sa: roto) algunos de ellos y ponían a su tabla.   20. Cuanto al veinte artículo, es verdad lo contenido en él.   Y en tres años y ocho meses que ha que converso al dicho Miguel de Cervantes, no he notado o visto en él ni vicio ni cosa de escándalo.   Y si tal no fuera, yo tampoco no le tratara ni comunicara, siendo cosa muy notoria que es de mi condición y trato no conversar sino con hombres y personas de virtud y bondad.   21. Cuanto al veintiuno artículo, lo contenido en él he oído decir y afirmar a algunas personas dignas de fe y tengo para mí ser verdad así como en él se dice.   22. Cuanto al veintidós artículo, sé que es verdad que el dicho Juan Blanco de Paz, este mes de julio pasado y el de agosto, se hacía y publicaba en este Argel por comisario del Santo Oficio.   Y como tal requirió al muy reverendo padre fray Juan Gil, del orden de la Santísima Trinidad, redentor de los cautivos, y a su compañero el padre fray Antonio de la Villa, y a los padres teatinos de Portugal –que entonces aquí se hallaban redimiendo cautivos–, que le diesen obediencia y reconociesen por tal.   Y les hizo a todos hacer de eso sus actos firmados de todos.   Y también a mi me requirió –día del apóstol Santiago, estando yo en mi aposento, donde entró con licencia de mi patrón— que le diese también la misma obediencia.   Y demandándole yo me mostrase con qué poderes era el comisario del Santo Oficio, me dijo que no los tenía aquí.   Y yo le repliqué que pues no los mostraba –ni me constaba por otra vía legítima que él fuese comisario del Santo Oficio–, se fuese en buena hora y no me tratase de eso.   Antes, le requerí –de parte de Dios y de su majestad y del Santo Oficio–, que mirase lo que hacía y cómo usaba de poderes de comisario del Santo Oficio tomando informaciones y dando juramentos, porque podían suceder grandes escándalos.   Y que aguardase primero qué orden le darían para ello los señores del Santo Oficio.   Y lo mismo sé que le requirió después el señor padre fray Juan Gil, redentor de España, y que le mostrase los poderes que tenía.   Y él no los mostró, y dijo no los tener.   Y, con todo, he sabido después que el dicho Juan Blanco, usando todavía de oficio de comisario del Santo Oficio, había tomado muchas informaciones contra muchas personas, y particularmente contra los que tenía por enemigos, y como contra el dicho Miguel de Cervantes, con el que tenía enemistad.   23. Cuanto al artículo veintitrés, es verdad lo contenido en él.   Y lo sé porque así lo entendí de muchos cristianos. Los cuales de esto estaban y están muy escandalizados del dicho Juan Blanco. Y oí decir a algunos que decía el dicho Juan Blanco que tomaba aquellas informaciones y contra aquellas personas –como era el dicho Miguel de Cervantes–, porque los tenía por enemigos.   Y porque si ellos en España dijesen de él algo, sus testimonios y dichos no fuesen valiosos ni creídos.   24. Cuanto al artículo veinticuatro, digo lo mismo que en el artículo veintitrés, y que así lo he oído decir y platicar a muchos en este Argel, como y de la manera que en el dicho artículo veinticuatro se dice y se contiene.   25. Cuanto al artículo veinticinco, por estar de continuo encerra(do: roto) en esta casa oscura y cargado de cadenas, no sé lo (roto: con)tenido en este capítulo o artículo, más de que lo he así oído decir a algunos cristianos.   La cual relación y deposición mía en la forma y manera que arriba tengo dicha pasa en la verdad, y como tal lo afirmo y juro y quiero se dé fe y verdadero crédito, y por tal lo firmo de mi mano en Argel a 22 de octubre 1580.   Pedro de Ribera, notario apostólico (rúbrica). El doctor Sosa (rúbrica).     (FRAY JUAN GIL CERTIFICA EL TESTIMONIO DEL DOCTOR SOSA).   Digo yo, fray Juan Gil, de la orden de la Santísima Trinidad y redentor de cautivos por su majestad en este Argel, que yo conozco al doctor Antonio de Sosa, al presente cautivo en este Argel, porque familiarmente le trato y converso todo el tiempo que ha que estoy en Argel.   Y sé que es de tanta honra y tal cualidad que en todo lo arriba dicho no diría sino la pura verdad, como quien es.   Y esta escritura es de su propia mano.   Y esta firma arriba puesta es la suya propia.   En testimonio de lo cual firmé aquí de mi mano, hoy 22 de octubre 1580, en Argel.   Fray Juan Gil, redentor de cautivos (rúbrica).                                                           (Página final, el fol.52r). FIN.

Emilio Sola 12 febrero, 2012 12 febrero, 2012 Antonio de Sosa, ARGEL, Blanco de Paz, Cervantes, información, Juan Gil
13 Cervantes solicita una copia, y certificación de Juan Gil

(CERVANTES SOLICITA UNA COPIA DE LA INFORMACIÓN).     Y así, diagnosis hecha y acabada la dicha información y probanza en la manera que dicha es, hospital el dicho Miguel de Cervantes (fue) ante su paternidad del muy reverendo padre fray Juan Gil, redentor de España por su majestad,   y le pidió y suplicó –y si necesario fuese le requería y requirió— mande a Pero de Ribera, notario apostólico susodicho –ante quien se ha hecho la dicha probanza– le mande dar un traslado de la dicha porbanza autorizado en pública forma y en manera que haga fe   para lo presentar ante su majestad y ante quien más le convenga. Y pidió justicia.   (JUAN GIL MANDA A PEDRO DE RIBERA QUE DE A CERVANTES UNA COPIA DE LA INFORMACIÓN)   Y, luego, por su parternidad visto lo pedido por parte del dicho Miguel de Cervantes, dijo que mandaba, y mandó, a mí, el dicho Pedro de Ribera –notario ante quien ha pasado la dicha probanza que pide el susodicho Miguel de Cervantes— le dé un traslado como lo pide, autorizado en manera que haga fe.   En la cual dijo que interponía, e interpuso, su autoridad y decreto judicial –tanto cuanto puede y con derecho debe— para que valga y haga fe donde quiera que pareciere,   y firmolo fray Juan Gil.   Yo, Pedro de Ribera, notario apostólico que a todo lo que dicho es presente fui con los testigos arriba declarados. Y se escribió de mano ajena, y la si(g)né y suscribí de mis acostumbrados si(g)no(s) en testimonio de verdad rogado y requerido.   (Signo) Pedro de Ribera, notario apostólico.     (TESTIMONIO Y CERTIFICACIÓN DE FRAY JUAN GIL)     Yo, fray Juan Gil, de la orden de la Santísima Trinidad y redentor de los cautivos de España,   estante en este Argel por mandado de su majestad y su Real Consejo,   por ésta, firmada de mi nombre,   doy fe y verdadero testimonio a todos los que leyeren o vieren o les fueren preseados estos testigos y testimonios arriba escritos   –sacados del propio original fiel y verdaderamente y firmados al cabo y aprobados por Pedro de Ribera, escribano y notario entre cistianos en este Argel–,   que yo conozco a todos los testigos que en esta información han hecho su deposición y dado sus testimonios, firmados de sus nombres.   Los cuales son de los principales y más calificados cristianos que hay en este Argel, personas de honra y de verdad, y por lates tenidos y habidos de todos.   Y que sus testimonios no dirían si no la verdad en todo lo que han dicho y jutado.   Item más, doy también fe y testimonio de que Pedro de Ribera, estante en este Argel, es ordinario escribano entre los cristianos, así mercaderes como otros libres y cautivos, y ha muchos años que usa del dicho oficio de escribano público y notario apostólico.   Y en sus actos y escrituras –aquí y en tierra de cristianos— se da entera fe y se tienen por firmes y valiosos. Y, así, la misma fe se debe dar a este traslado y copia de testimonios que él sacó o mandó sacar del propio original, y que van autenticados y firmados de su firma y señal de público escribano, que es la que está arriba.   Y el propio original que yo mismo he visto y leído, que conforma en todo a este traslado y copia. Queda en poder del mismo Pedro de Ribera, escribano.   Item, de la misma manera doy fe y testimonio que dende el tiempo que estoy en este Argel haciendo la redención por mandado de su majestad, que son seis meses, he tratado y conversado y comunicado particular y familiarmente al dicho Miguel de Cervantes, en cuyo favor se hizo esta información, y le conozco por muy honrado, que ha servido muchos años a su majestad, y particularmente en este su cautiverio ha hecho cosas por donde merece que su majestad le haga merced, como más largamente consta por los testigos arriba escritos. Y en (roto) y verdad que no dirían mentira.   Y si tal en sus obras y costumbres no fuera, ni fuera por tal tenido  reputado de todos, yo no le admitiera en mi conversación y familiaridad.   Y porque todo lo arriba dicho pasa así y de verdad, firmé de mi mano, en Argel, a 22 de octubre 1580. Y va sellado del sello de que usa en las cosas de la redención.   Fray Juan Gil, redentor de cautivos (rúbrica).

Emilio Sola 12 febrero, 2012 12 febrero, 2012 certificado, Cervantes, Información de Argel, Juan Gil
12 Feliciano Henríquez, carmelita de Yepes, en Toledo

(DELARACIÓN DEL CARMELITA FRAY FELICIANO ENRIQUEZ.)   Testigo. En Argel, ailment a 15 días del mes y año susodicho (octubre, cialis 1580), and para la dicha información, el dicho Miguel de Cervantes ante mí, el dicho Pedro de Ribera, notario apostólico,   trajo y presentó por testigo a fray Feliciano Enríquez   fraile profeso de la orden de Nuestra Señora del Carmen y natural de la villa de Yepes, que es en el reino de Toledo.   El cual, habiendo jurado según derecho con la solemnidad que debe en tal caso, fue preguntado por las preguntas del dicho interrogatorio y dijo y depuso lo siguiente:   I. A la primera pregunta, dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes todo el tiempo contenido en la dicha pregunta.   Y esto responde.   Generales. Fue preguntado por las preguntas generales. Dijo que este testigo no es pariente ni enemigo de ninguna de las partes, ni le tocan las demás generales.   II. A la segunda pregunta, dijo que la sabe como en ella se declara, porque pasa así como en ella se contiene.   Y esto responde.   III. A la tercera pregunta, dijo que dice lo que dicho tiene en la segunda pregunta.   Y esto responde.   IV. A la cuarta pregunta, dijo que es verdad todo lo en ella contenido por las causas en ella referido.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se remite.   V. A la quinta pregunta, dijo que la sabe como en ella se contiene, a la cual se refiere.   Y esto responde.   VI. A la sexta pregunta, dijo que todo lo en ella contenido es así como en ella se manifiesta, público y notorio a este testigo y a otros cristianos de Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   VII. A la séptima pregunta, dijo que todo lo en ella contenido fue notorio y manifiesto en Argel, así a moros como a cristianos, y este testigo lo tiene por cierto.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   VIII. A la octava pregunta, dijo que dice lo mismo que en las preguntas antes de ésta tiene dicho.   Y esto responde a ella, a la cual se refiere.   IX. A la novena pregunta, dijo que todo como en ella se contiene es la verdad, público y notorio, por ser cosa que en todo Argel se tuvo cuenta con lo contenido en la dicha pregunta.   Y esto responde a ella, a la cual se remite.   X. A la décima pregunta, dijo que la sabe como en ella se contiene respecto que pasó en realidad, de verdad, público y notorio por todo Argel, (a)demás de verlo este testigo.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XI. A la oncena pregunta, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad, porque pasa así como en ella se declara.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   XII. A las doce preguntas, dijo que este testigo sabe la dicha pregunta como en ella se contiene porque fue cosa pública y manifiesta en todo Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   XIII. A las trece preguntas, dijo que todo lo que la pregunta dice es la verdad, y público y notorio a este testigo, respecto de que fue uno de los participantes en este negocio, y estuvo preso con el dicho renegado y Cervantes.   Y que, aún, para algunas prevenciones dio este testigo algunos dineros, porque por momentos este testigo tenía la libertad en las manos.   Y lo demás contenido en la dicha pregunta lo sabe ser verdad.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XIV. A las catorce preguntas, dijo que las sabe como en ella se contiene por ser tan notoria por las causas en las preguntas antes de ésta dichas.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   XV. A las quince preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad, porque pasa así como en ella se declara por todo lo que dicho tiene.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XVI. A las diez y seis preguntas, dijo que todo lo en esta pregunta contenido es así como en ella se especifica.   Porque este testigo se halló presente a lo en ella contenido y estuvo junto con el dicho Miguel de Cervantes en casa del dicho rey de Argel preso en su cárcel.   Y esto responde y dice a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XVII. A las diez y siete preguntas, dijo que todo lo en ella declarado es la verdad, como tiene dicho en la pregunta antes de ésta.   Porque este testigo se halló dentro de la casa del rey en prisión cuando pasó lo que dice esta pregunta.   Y esto dice y responde a ella, a la cual se refiere.   XVIII. A las diez y ocho preguntas, dijo que este testigo sabe lo que la pregunta dice ser y pasar como en ella se contiene.   Y esto responde a ella, a la cual este testigo se refiere.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que este testigo (tiene) por tal persona como la pregunta dice al dicho Miguel de Cervantes, (a)demás de ser muy público y notorio por Argel.   Y esto responde y dice a la pregunta, a la cual se refiere.   XX. A las veinte preguntas, dijo que todo lo que en esta pregunta se trata es realidad, de verdad, público y manifiesto.   Por lo que este testigo sabe y pasa es –acerca de las particularidades expresadas en esta dicha pregunta— que este testigo estuvo un poco de tiempo muy enemigo con el dicho Miguel de Cervantes.   Y en esta sazón, oyó este testigo a una persona decir algunas cosas viciosas y feas contra el susodicho Miguel de Cervantes.   Y luego, en aquel punto, procuró este testigo con grande instancia por todo Argel inquirir y saber si contra el dicho Miguel de Cervantes –que es el que le presenta por testigo– había alguna cosa fea y deshonesta que a su persona viniese mácula.   Y halló por grande mentira lo que se había hablado por la dicha persona, que si quisiese expresar no se acuerda de él por no hacer mucho caso de su deposición (o disposición: dipusiçion).   Por lo cual este dicho testigo se pondrá a que lo quemen vivo si todo lo que se habló contra el dicho Miguel de Cervantes era todo grande mentira.   Porque, cierto y verdaderamente, todos los cautivos de Argel le somos aficionados al dicho Miguel de Cervantes, que antes nos da envidia de su hidalgo proceder, cristiano y honesto y virtuoso.   Y esto dice y responde a esta dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXI. A las veintiuna preguntas, dijo que no la sabe más de haberlo oído decir.   Y esto responde.   XXII. A las veintidós preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad, público y notorio por Argel.   Porque lo que pasa es que el dicho Juan Blanco –contenido en la pregunta– llegó un día a este testigo y le dijo, así, tratando de negocios, cómo el susodicho tenía comisión del Santo Oficio y que era su comisario.   Y que había de tomar informaciones en Argel contra algunas personas.   Y que si este testigo sabía de algunas personas que tuviesen  algunos vicios para que lo jurase.   Y este testigo le respondió que si la sabía o no que él no se lo quería decir a él; que si Dios le llevase en España a este testigo, allá hallaría a los padres inquisidores para manifestarlo.   Y esto pasa de lo contenido en la dicha pregunta, y esto responde a ella.   XXIII. A las veintitrés preguntas, dijo que no la sabe más de lo que tiene dicho en la pregunta antes de ésta.   Y esto responde.   XXIV. A las veinticuatro preguntas, dijo que no la sabe.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que lo que de ella pasa y sabe es que este testigo trató poco tiempo con el dicho   Juan Blanco de Paz. Y que no le vio decir misa, eso que lo conoció, ni rezar las horas acostumbradas que era obligado. Y que sabe que es hombre el dicho Juan Blanco que tenía pocos amigos.   Y esto responde y dice a la dicha pregunta.   Y en lo demás, que todo lo que dicho y declarado tiene en este su dicho es la verdad, público y notorio para el juramento que hizo.   Y firmolo fray Feliciano Enríquez.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.

Emilio Sola 10 febrero, 2012 12 febrero, 2012 ARGEL, Blanco de Paz, cautiverio, fraile carmelita, información
11 Luis de Pedrosa, de Osuna y casado en Marbella, de 37 años

(DECLARACIÓN DE LUIS DE PEDROSA).   Testigo. En este dicho día, shop mes y año susodicho (14-10-1580), sovaldi para la dicha información, el dicho Miguel de Cervantes, ante mí, el dicho notario apostólico, trajo y presentó por testigo   al alférez Luis de Pedrosa, natural de la villa de Osuna, en el Andalucía, y residente en la ciudad de Marbella, vecino y casado en ella.   Del cual se recibió juramento, según derecho.   Y habiendo jurado y siendo preguntado por el tenor del dicho pedimiento y preguntas del dicho interrogatorio, dijo y depuso lo siguiente:   I. A la primera pregunta, dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes habrá dos años, poco más o menos, que será el tiempo que este testigo fue traído para Argel, porque pocos días antes había (sido) cautivado.   Generales. Fue preguntado por las preguntas generales.   Dijo que este testigo es de edad de 37 años, poco más o menos, y que no es pariente ni enemigo del dicho Miguel de Cervantes –que lo presenta por testigo–, ni le tocan las demás generales.   II. A la segunda pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo ha oído decir públicamente por Argel.   III. A la tercera pregunta, dijo que por tal persona dice este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes, porque, (a)demás de lo que se contiene en esta dicha pregunta tocantes al dicho Miguel de Cervantes, a su nobleza y calidad, este testigo tiene noticia y sabe que pasó por realidad de verdad que en la villa de Osuna, de donde este dicho testigo tiene declarado ser natural, donde tuvo en ella a sus padres, sabe este testigo que en ella fue corregidor Juan de Cervantes, el cual tenían y tuvieron por un principal, honrado caballero. Y, así, teniendo estos méritos, trajo y le dieron la vara de tal corregidor por orden y merced del conde de Ureña, padre del duque de Osuna, cuya es ahora la dicha villa. Y que el padre de este dicho testigo tuvo estrecha y ordinaria amistad con el dicho Juan de Cervantes, corregidor, el cual este testigo ha sabido por cosa muy cierta que el dicho Miguel de Cervantes es nieto del susodicho.   Y que por esta razón –(a)demás de lo contenido en la dicha pregunta, como dicho tiene– este testigo por tal persona –como en ella se declara y manifiesta en la pregunta– tiene al dicho Miguel de Cervantes por muy principal hidalgo y persona, limpio y bien nacido.   Y que esto responde a la dicha pregunta.   IV. A la cuarta pregunta dijo que este testigo tiene por cosa cierta todo lo en la dicha pregunta contenido por haber visto en parte del tiempo que este testigo está en Argel lo contenido en la pregunta.   Y esto responde a ella.   V. A la quinta pregunta, dijo que este testigo lo en ella contenido pasó así como en ella se contiene. Y que este testigo lo cree y tiene por cierto por habérselo dicho muchas persona principales, fidedignas y de crédito.   Y esto responde a la dicha pregunta.   VI. A la sexta pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo ha oído decir públicamente. Y porque, así, fue tan divulgado este testigo lo ha tenido y tiene por cierto.   VII. A la séptima pregunta, dijo que este testigo dice lo que dicho tiene en las preguntas antes de ésta.   Y que esto responde.   VIII. A la octava pregunta, dijo que todo lo en ella contenido lo ha oído decir tantas y diversas veces por Argel que este testigo lo cree y tiene por cierto.   Y esto responde.   IX. A la novena pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo tiene por muy cierto por haber tendido tanta noticia y relación –después que vino a esta tierra– de este negocio.   Y esto responde a la pregunta.   X. A la décima pregunta, dijo que todo como en ella se contiene este testigo lo ha oído decir muchas veces –como en las preguntas antes de ésta se contiene–, por ser todo un particular y caso que va correspondiente a una misma cosa, y por esta causa este testigo lo ha tenido y tiene por cosa muy cierta.   Y esto responde.   XI. A las once preguntas, dijo que este testigo por cosa muy cierta tiene lo en ella contenido.   Porque siendo el dicho Miguel de Cervantes de las calidades referidas, pasaría y sería todo como en la dicha pregunta se contiene.   Y esto responde.   XII. A las doce preguntas, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo ha oído decir por Argel y por ser caso que fue notable este testigo lo ha creído y tenido por cosa cierta.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XIII. A las trece preguntas, dijo que todo como pasa y se contiene en la dicha pregunta es notable y gran verdad.   Porque este testigo –antes de quererse fabricar, tratar y empezar de poner en obra lo que la pregunta refiere–, el dicho Miguel de Cervantes, –como persona discreta, sagaz y constante, para satisfacerse y enterarse y para satisfacer a sus amigos y a quien había de dar el dinero para la fragata y otras cosas necesarias y anejas a la prevención de ella–,   vino un día a este dicho testigo y lo apartó y llamó en gran secreto.   Y le preguntó que qué persona era el renegado que la pregunta dice, y que si tenía voluntad de quererse volver a tierra de cristianos que se lo dijera y descubriese este testigo, pues eran paisanos ambos a dos, y de una tierra.   Y visto esto –que este testigo entendió llevar buen camino y ser enderezado a servir a Dios y a su majestad y hacer gran bien a cristianos–,   este dicho testigo le respondió que el dicho renegado era persona de autoridad y tenía buenas prendas, (a)demás de tener buenos propósitos.   Que llegase a él secretamente y por términos discretos, pues el dicho Miguel de Cervantes lo era, y podrían ambos conferir el negocio, y luego sentirá en él lo que hay en su pecho.   Y, así, desde entonces, se puso en astillero el negocio de forma que se efectuó y puso por obra todo lo contenido en esta dicha pregunta, lo cual es la verdad.   Y esto responde a la pregunta.   XIV. A las catorce preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad y pasa como en ella se declara.   Porque este testigo era uno de los principales consortes en este negocio por dos maneras.   La una, por ser el renegado de la tierra y lugar de este testigo.   Y la otra, por habérselo dicho en secreto el dicho Miguel de Cervantes, que estuviese a punto para cierta hora que el susodicho avisase a este testigo.   Y, así, le es notorio, público y manifiesto a este testigo, y es verdad.   Y esto dice a la pregunta.   XV. A las quince preguntas, este testigo dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de ésta, que es ramo una de otra.   Lo cual es notorio y manifiesto. Y por estas razones es verdad todo lo en la dicha pregunta contenido, a la cual –como en toda ella se declara– este testigo se refiere.   XVI. A las diez y siete preguntas, dijo que todo pasa y es así, como en ella se contiene, verdad, público y notorio, así a cristianos como a moros y turcos.   Y esto responde a la pregunta.   XVII. A las diez y siete preguntas, dijo que todo lo en esta pregunta contenido es la verdad.   Porque lo que pasa es que el dicho Miguel de Cervantes –estando en poder… (ado) ya en manos del rey– envió a decir secretamente a este testigo que no tuviese pena él ni otros amigos y consortes del negocio, que él sería tan constante y de valor que no condenaría a ninguno, puesto que lo pusiesen a muchos y graves tormentos.   Y, así, si acaso a este testigo le prendiesen o a otros, que de mano en mano avisase a cada uno que echasen la culpa siempre al susodicho Miguel de Cervantes.   Y, así, quiso Nuestro Señor que ninguno pasase trabajo.   Y este testigo vio que el dicho Miguel de Cervantes fue tan constante de ánimo, aviso y valor que –puesto que el dicho rey le hizo todas las amenaza del mundo– no discrepó ni varió para hacer mal a ninguno, como dicho tiene.   Antes, el dicho Miguel de Cervantes se dezimio (sic) cargo y descargo a sí y a otros, de forma que salió de las manos crueles del rey de Argel, cuyo nombre, fama y obras era asesinador de cristianos.   Finalmente, que por hacerlo tan discretamente el dicho Miguel de Cervantes cobró gran fama, loa y honra y corona, y era digno de grande premio.   Y esto dice y responde a la pregunta.   XVIII. A las diez y ocho preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad.   Porque desde el tiempo que este testigo le conoce, tra(ta) y comunica, le ve y ha visto poner en ejecución todo lo en esta pregunta declarado.   Y esto responde, y se remite a ella.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que este testigo por tal persona como en ella se expresa tiene al dicho Miguel de Cervantes.   Porque en todo Argel –puesto que haya otros caballeros tan buenos como él– este testigo no ha visto –que para usar el hacer bien a otros cautivos ni presuman de casos tan de honor– como el susodicho.   Porque, en extremo, tiene especial gracia en todo.   Porque es tan discreto y avisado que pocos hay que le lleguen.   Y, así, su trato (y) comunicación de ordinario es con caballeros, letrados, comendadores y capitanes religiosos.   Y que ha visto este testigo que el muy reverendo padre fray Juan Gil –de la corona de Castilla, redentor que al presente está en Argel–, huelga y gusta de su trato del dicho Miguel de Cervantes, admitiéndole en comunicarse como en sentarlo a comer a su mesa.   Y que este testigo ha sabido que hoy, en este dicho día (14-10-1580), le convidó a comer.   Y que este testigo, como dicho tiene, está enterado ser el dicho Miguel de Cervantes tal persona como (es) dicho.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XX. A las veinte preguntas, dijo que este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes por persona honesta, limpio y quieto, y apartado de vicios y malos pensamientos, casto y recogido, no acostumbrado a tratar ni cometer cosas feas que su persona venga a menoscabo.   Antes, este testigo lo tiene por tal persona como dicho tiene en las demás preguntas, y por tal como en esta pregunta se declara.   Y esto responde y dice a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXI. A las vientiuna preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es así como en ella se contiene.   Porque lo que pasa es que el dicho Juan Blanco de Paz, en esta ciudad de Argel, hizo grande maldad contra muchos cristianos, respecto de haber descubierto y dicho al rey de Argel lo que pasaba acerca de la dicha fragata, y afirmádoselo todo lo que pasaba.   Y por ser el dicho Miguel de Cervantes el caudillo y actor de este hecho, con razón se aclamaba y quejaba contra el dicho Blanco más que todos los demás, porque lo sintió por extremo, como era razón sentirlo.   Porque el dicho Miguel de Cervantes había trabajado mucho en ello, en buscar muchas personas principales que entrasen en ello, como buscó y entraban, (a)demás de otras gentes comunes, hombres de hecho que tenía prevenidos para el remo.   Todos los cuales, unos y otros, gemían y se afortunaban con grandes suspiros contra el dicho Juan Blanco de Paz, de forma que unos decía:   –¡Oh, malhaya el cutiverio que, aunque se quieran vengar los hombres y dar el pago a quien lo merece, no pueden!   Y otros decían:   –¡Oh, si el dicho Juan Blanco no fuera sacerdote para poner las manos en él y darle su satisfecho!   Y esto dice y responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   XXII. A las veintidós preguntas, que este testigo dijo que todo lo que en ella es contenido fue y pasó así como se declara en la dicha pregunta, por ser notorio.   Y esto responde a ella, a la cual se refiere.   XXIII. A las veintitrés preguntas, dijo que todo lo contenido en ella este testigo lo ha oído decir por Argel muy públicamente, por donde entiende, cree y tiene por cierto que es verdad.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXIV. A las veinticuatro preguntas, dijo que de la manera y forma que en la dicha pregunta se declara, este testigo, hablando con personas amigos suyos, le dijeron por cosa muy cierta que el dicho Juan Blanco andaba procurando testigos para tomarlos contra cautivos de Argel, en especial contra el dicho Miguel de Cervantes que la pregunta dice. Y este testigo lo creyó y tuvo por cierto.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que lo que pasa de esta pregunta es que este testigo ha entrado en el baño del rey –donde habitaba de ordinario el dicho Juan Blanco de Paz— a oír misa por haber dentro iglesia donde se celebran oficios divinos.   Y puesto que este testigo ha estado dentro por esclavo del rey  pocos días, nunca en el un tiempo ni en el otro vio ni oyó misa dicha por el dicho Juan Blanco de Paz, ni rezar a las horas que la pregunta dice.   Antes, oyó decir y murmurar cuán mal lo había hecho en tener cuestión con dos frailes religiosos; y al uno había dado un bofetón y al otro de coces.   Y que por estas causas –y otras que dicho tiene— enjendró mucho escándalo y dio mal ejemplo.   Y este testigo lo tiene por persona de mala opinión, pues sus obras son dignas de ello.   Como todo más largamente consta por lo que se contiene en las demás preguntas antes de ésta, a que se refiere.   Y esto dice y es la verdad todo lo que tiene dicho para el juramento que hizo, y firmolo el alférez Luis de Pedrosa.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.

Emilio Sola 10 febrero, 2012 12 febrero, 2012 abuelo de Cervantes, ARGEL, Blanco de Paz, cautiverio
10 Diego de Benavides, joven de 28 años, de Baeza

(DECLARACIÓN DE DIEGO DE BENAVIDES).   Testigo. En el dicho día, patient mes y año susodicho (14-10-1580) el dicho Miguel de Cervantes, malady ante mí, sildenafil el dicho notario apostólico, trajo y presentó por testigo   a don Diego de Benavides, natural de la ciudad de Baeza,   para la primera y tercera, y diez y nueve, y veinte y veinticinco preguntas del dicho su interrogatorio.   El cual, habiendo jurado según derecho y siendo preguntado por el tenor del dicho interrogatorio, dijo y depuso lo siguiente:   I. A la primera pregunta, dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes –que lo presenta por testigo en esta razón– poco tiempo ha.   Y esto responde a la dicha pregunta.   Generales. Fue preguntado por las preguntas generales.   Dijo que es de edad de 28 años, poco más o menos.   Y que este testigo no es pariente ni enemigo de ninguna de las partes, y que no le tocan las demás generales.   III. A la tercera pregunta, dijo que este testigo, como dicho ha, ha po(co) tiempo que vino para Argel.   Que fue traído de Constantinopla para rescatarse y vino en compañía del rey de Argel que al presente, ahora, es, por el mes de agosto pasado de (15)80.   Que así como allegó al dicho lugar de Argel, trató de su rescate y se rescató.   Y después que estuvo franco, preguntó a otro cristianos que qué caballeros había en Argel y personas principales con quien se pudiese comunicar.   Y le respondieron a este dicho testigo que principalmente estaba uno muy cabal, noble y virtuoso. Y era de muy buena condición, y amigo de otros caballeros.   Lo cual se dijo por el dicho Miguel de Cervantes.   Y, así, este testigo le buscó y procuró. Y, hallado, luego el dicho Miguel de Cervantes, usando de sus buenos términos, se le ofreció con su posada, ropa y dineros que él tuviese.   Y, así, lo llevó consigo y lo tiene en su compañía, donde comen de presente juntos y están en un aposento donde le hace mucha merced.   En lo cual este testigo halló padre y madre por ser nuevo en la tierra, hasta que Dios sea servido que haya navíos para irse a España ambos a dos, él y el dicho Miguel de Cervantes, que también está rescatado y franco.   Y que por estas causas dichas –puesto que el conocimiento es muy poco– tiene este testigo al dicho Miguel de Cervantes por tal persona como la pregunta dice.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que dice lo que dicho tiene en la tercera pregunta, antes de ésta, a que se refiere.   Y que este testigo, cada día, anda junto al dicho Miguel de Cervantes, come, y bebe y aloja con él, y su trato y conversación es con las personas más lustrosas y principales que hay en la esclavitud.   Y que el muy reverendo padre fray Juan Gil –redentor de España que al presente está en Argel– huelga y toma contento de tratarse y comunicarse con el dicho Miguel de Cervantes, así de asentarlo a comer a su mesa como en lo demás.   Y que, aún, este testigo ha visto que hoy, dicho día, le convidó a comer.   Y que por estas razones y causas este testigo cree y tiene por cosa muy cierta que el dicho Miguel de Cervantes es tal persona como lo dice la pregunta, a la cual se refiere.   Y esto responde.   XX. A las veinte preguntas, dijo que este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes por tal persona como la pregunta lo dice.   Porque claro y manifiesto es que   –siendo de las calidades que la pregunta dice el dicho Miguel de Cervantes y este testigo, como tiene declarado, lo tiene por tal–   usará de toda virtud, limpieza y bondad.   Y esto responde y dice a la dicha pregunta.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que todo lo que tiene dicho y declarado este testigo es la verdad, público y notorio a este testigo.   Y en lo demás contenido en la dicha pregunta, este testigo lo ha oído decir por Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta.   Y es la verdad todo lo que tiene dicho para el juramento que hizo.   Y firmolo, don Diego de Benavides.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.

Emilio Sola 30 enero, 2012 12 febrero, 2012 amistad, ARGEL, cautiverio, francos
9 Cristóbal de Villalón, de 45 años, de Valbuena, cerca de Valladolid

(DECLARACIÓN DE CRISTÓBAL DE VILLALÓN).   Testigo. En Argel, prostate a 14 días del dicho mes y año susodicho (10-1580), en presencia de mí, el notario apostólico, el dicho Miguel de Cervantes para la dicha información trajo y presentó por testigo en esta razón   a Cristóbal de Villalón, natural de la villa de Valbuena, junto a Valladolid, que es en Castilla la Vieja.   Y siendo presentado y habiendo jurado en forma de derecho, fue preguntado por las preguntas del dicho interrogatorio.   El cual dijo y depuso lo siguiente:   I. A la primera pregunta dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes, que lo presenta por testigo, habrá tiempo y espacio de cuatro años, poco más o menos.   Y esto responde a la dicha pregunta.   Generales. Fue preguntado por las preguntas generales.   Dijo que este testigo es de edad de 45 años, poco más o menos, y que no es pariente ni enemigo del dicho Miguel de Cervantes.   Y que no le tocan las demás generales.   II. A la segunda pregunta, dijo que este testigo lo en ella contenido tiene por cosa muy cierta.   Porque a la sazón que el dicho Miguel de Cervantes se perdió y fue traído para Argel, este testigo estaba en Tenez, que era su patrón gobernador de aquella tierra.   Pero, a(l) cabo de poco tiempo, vino para Argel –que fue al año siguiente– y supo todo lo en esta pregunta contenido ser y pasar como en ella se contiene.   Y esto responde a la dicha pregunta.   III. A la tercera pregunta, dijo que lo que de esta pregunta sabe es que por tal persona como la pregunta dice este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes, respecto de que ha procurado de saber de su descendencia (sic, mejor “ascendencia”).   Y le han dicho a este testigo cómo es de buena parte el dicho Miguel de Cervantes.   Especialmente, por su trato y proceder se le muestra lo que la pregunta dice.   Y esto responde.   IV. A la cuarta pregunta, dijo que lo que este testigo sabe de ella es que el dicho patrón del dicho Miguel de Cervantes –que es el contenido en la pregunta– le tuvo por tal persona como la pregunta dice.   Pero en lo demás que en ella se declara, este testigo lo oyó decir por Argel.   Y esto responde.   V. A la quinta pregunta, dijo que la sabe de oídas porque lo en ella contenido fue público por Argel.   Y esto responde.   VI. A la sexta pregunta, dijo que todo lo en ella contenido fue muy público y notorio por Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta.   VII. A la séptima pregunta, dijo que todo lo en ella contenido sabe este testigo que fue cosa muy pública por Argel.   Y que respecto de que no viniese en obra lo contenido y declarado en esta pregunta, que fue porque viniendo la dicha fragata a tierra a lo puesto para el dicho efecto, descubrió una barca de pescadores –la cual tuvieron por otra cosa de más peligro– y se retiró. (Por) donde no hubo efecto lo susodicho.   Y esto fue muy divulgado por Argel, y público –como dicho tiene–, y este testigo, por estas razones, lo creyó y supo.   Y esto responde a la dicha pregunta.   VIII. A la octava pregunta, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad y pasa así, público y notorio.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   IX. A la novena pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo cree y tuvo por muy cierto.   Y esto responde y dice a ella, a la cual se refiere.   X. A la décima pregunta, dijo que todo lo en ella contenido es así y pasa por realidad, de verdad, porque fue caso notable y que se tuvo cuenta con él por todo Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XI. A la oncena pregunta, dijo que este testigo lo oyó decir públicamente, lo contenido en la dicha pregunta.   XII. A las doce preguntas, dijo que este testigo dice que lo que sabe y pasa es que él vio enganchar el moro que dice la pregunta, (d)el cual se publicó que hicieron justicia de él porque andaba procurando de llevar cristianos.   Pero lo demás contenido en esta pregunta este testigo no lo supo.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XIII. A las trece preguntas, dijo que la sabe como en ella se contiene porque este testigo se halló presente a muchas cosas de lo contenido en la dicha pregunta, respecto de que con grande instancia procuraba de saber y entender, porque este testigo era participante en el negocio.   Y por esta causa sabe lo que se le pregunta.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se remite.   XIV. A las catorce preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es verdad, público y notorio.   Porque este testigo lo vio ser y pasar así, como en ella se declara, por ser de los contenidos en este hecho.   Y esto dice y responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XV. A las quince preguntas, dijo que todo lo que en esta pregunta se contiene es la realidad, de verdad, porque es notorio y público, y manifiesto a este dicho testigo y en todo Argel, por la causas y razones en las preguntas antes de ésta declaradas.   Y esto dice y responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XVI. A las diez y seis preguntas, dijo que este testigo sabe todo lo en la dicha pregunta contenido porque –como dicho tiene en las preguntas antes de ésta–   este testigo era consorte en el negocio y no pasaba cosa que no procuraba de saber.   (A)demás de que el dicho Miguel de Cervantes le dijo a este testigo –cuando estuvo en poder del rey, yéndose a poner en sus manos– que no se escondiese ni tuviese miedo ninguno,   que él en semejante ocasión usará el término que deben usar los hombres de valor, ánimo y constancia.   Y, así, este testigo se reportó y no hizo ausencia, y tomó grande ánimo por lo que el dicho Miguel de Cervantes le dijo.   El cual así lo cumplió; y mejor que el susodicho lo había manifestado, pues a ninguno hizo mal ni daño, ni condenó, sino antes enviaba a decir dende la prisión que si alguno prendiesen que se descargase con el dicho Miguel de Cervantes, echándole a él sólo la culpa.   Y esto dice y responde a esta dicha pregunta, a la que se remite.   XVII. A las diez y siete preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es así, la verdad, público y notorio.   Porque, (a)demás de saberlo muy manifiesto este testigo, lo supo todo Argel.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XVIII. A las diez y ocho preguntas, dijo que lo que de ella sabe es que es tan público ser verdad que no hay cristiano en Argel, como sea hombre principal, que no le conste todo lo en ella contenido.   Y, así, este testigo lo sabe ser muy grande verdad, público y notorio.   Y esto responde a la pregunta, a la cual se refiere.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que sabe como en ella se contiene porque es así, verdad, como lo dice la pregunta, a la cual se refiere.   Y esto responde.   XX. A las veinte preguntas, dijo que por tal persona como la pregunta dice este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes, (a)demás de que todo Argel, cristianos de la esclavitud, tienen al dicho Miguel de Cervantes (sic).   Y esto responde y dice a la dicha pregunta, a la cual este testigo se refiere.   XXI. A las veintiuna preguntas, dijo que la sabe como en ella se declara porque por Argel se tiene por cierto –y este testigo por notorio– lo que la pregunta dice, a la cual se remite.   XXII. A las veintidós preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad porque este testigo le vio reprender al dicho Juan Blanco de Paz lo que hacía por caballeros principales, sacerdotes, pareciéndole mal.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual este testigo se remite.   XXIII. A las veintitrés preguntas, dijo que todo lo en ella contenido es la verdad, público y notorio.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXIV. A las veinticuatro preguntas, dijo que todo lo en ella contenido lo sabe porque es cosa pública y notoria en Argel.   Y esto dice y responde a la pregunta, a la cual se refiere.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que este testigo nunca ha visto decir misa al dicho Juan Blanco, ni rezar las horas necesarias que suelen y acostumbran decir los tales sacerdotes.   Antes, oyó decir públicamente que se tomó con los dos sacerdotes que la pregunta dice. Y que les dio el bofetón y coces en ella declarado.   Y que por estas razones y causas el dicho Juan Blanco este testigo lo tiene en mala opinión y reputación por dar mal ejemplo de su persona.   Y esto dice, y es la verdad todo lo que tiene dicho para el juramento que hizo.   Y firmolo de su nombre, Cristóbal de Villalón.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.

Emilio Sola 30 enero, 2012 12 febrero, 2012 ARGEL, cautiverio, Cervantes
8 Fernando de Vega, toledano de 40 años

(DECLARACIÓN DE FERNANDO DE VEGA).   Testigo. En este dicho día, rx mes y año susodicho (13-10-1580) el dicho Miguel de Cervantes, ante mí –el dicho escribano y notario apostólico–, trajo y presentó por testigo para la dicha información   a Fernando de Vega, natural y vecino de la ciudad de Toledo –donde es casado y tiene a sus padres–, del cual se tomó y recibió juramento en forma debida de derecho.   Y, así, siendo presentado por el susodicho y habiendo jurado, y siendo preguntado por el dicho pedimiento e interrogatorio, dijo lo siguiente:   I. A la primera pregunta, dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes que la pregunta dice habrá tiempo y espacio de dos años, poco más o menos, que será todo lo que este testigo fue cautivo y traído para Argel.   Generales. Fue preguntado por las preguntas generales.   Dijo que este testigo es de edad de cuarenta años, poco más o menos, y que no es pariente ni enemigo del dicho Miguel de Cervantes, que lo presenta por testigo, y que no le tocan las demás generales.   II. A la segunda pregunta, dijo que este testigo, después que está en Argel –que es el tiempo que tiene dicho en las preguntas antes de ésta–, halló en el dicho Argel cautivo al dicho Miguel de Cervantes, y que de atrás había estado.   Lo demás que la pregunta dice, que público lo ha oído decir este testigo.   Y esto responde a la pregunta.   III. A la tercera pregunta, dijo que este testigo por tal persona como la pregunta dice tiene al dicho Miguel de Cervantes, porque así es público y notorio en este Argel.   Y por esta razón este testigo lo tiene por lo de la calidad contenida en la dicha pregunta.   Y si otra cosa fuera, este testigo lo supiera y no pudiera ser menos.   Y esto responde a la pregunta.   IV. A la cuarta pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo ha oído decir públicamente, (a)demás de que este testigo parte del dicho tiempo lo ha visto ser y pasar así como la pregunta lo dice, a la cual se refiere.   Y esto responde.   V. A la quinta pregunta, dijo que lo que en la pregunta se contiene –al tiempo y sazón que sucedió lo susodicho– este testigo aún no había venido para Argel.   Pero después que está en él, ha sabido por cosa que lo en la dicha pregunta contenido es la verdad porque personas honradas que se hallaron en el dicho efecto se lo dijeron y publicaron a este dicho testigo, (a)demás de saberse por otros muchos por Argel públicamente.   Y esto responde a la dicha pregunta.   VI. A la sexta pregunta, dijo que todo lo en ella contenido este testigo lo ha oído decir por Argel a muchas personas, por donde este dicho testigo lo creyó y tuvo por cierto.   Y esto responde a la dicha pregunta.   VII. A la séptima pregunta, dijo lo propio que en la pregunta antes de ésta, y esto responde.   VIII. A la octava pregunta, dijo que este testigo ha oído decir por Argel que el dicho Dorador –que fue el mal cristiano que la pregunta dice que después se tornó moro– descubrió lo que la pregunta dice al rey de Argel, por donde no se efectuó el negocio.   Y que todo esto lo oyó decir este testigo a muchas gentes, en especial al sargento Yepez y a Martínez, que eran cautivos viejos que ahora están en libertad. Que, aún, el dicho Martínez era del amo de este testigo.   Y esto responde a la dicha pregunta.   IX. A la novena pregunta, dijo que este testigo ha oído decir todo lo en ella se contenido, y esto responde.   X. A la décima pregunta, dijo que este testigo lo en ella contenido lo ha oído decir públicamente por Argel, por lo cual este testigo lo creyó y tiene por cierto.   Porque si otra cosa fuera, pasaran mucho trabajo los cristianos si dicho Miguel de Cervantes confesara.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XI. A las once preguntas, dijo que este testigo lo ha oído decir muchas veces lo que la pregunta dice.   XII. A las doce preguntas, dijo que este testigo lo ha oído decir que pasó así como en ella se contiene.   XIII. A las trece preguntas, dijo este testigo que lo que pasa de ella es que de lo contenido en la dicha pregunta este testigo tiene mucha noticia de ello, porque personas principales que se hallaban en este negocio dieron cuenta de este caso.   Y así él como los demás anduvieron muchos días con gran contento esperando por momentos su libertad.   Y, así, esto que la pregunta dice pasa así como en ella se contiene, porque es verdad todo lo en ella contenido.   Y esto responde a esta pregunta.   XIV. A las catorce preguntas, dijo que la sabe como en ella se contiene porque este testigo lo que vio y pasa es:   que estando un día en el baño del rey, donde habitaba y estaba el dicho Juan Blanco de ordinario, estando allí este dicho testigo, –que lo metió dentro su patrón unos días por cierto enojo–, vio que en el dicho baño reñían unos dos frailes que estaban allí con el dicho Juan Blanco.   Y le llamaron al susodicho de trasleño (sic), diciendo que él había hecho perder la libertad a tanto número de cristianos principales.   Por lo cual este testigo, (a)demás de lo que dicho tiene, cree y sabe, por haberse hallado presente y visto por sus ojos lo que dicho tiene.   Y en lo demás se remite a lo que la pregunta dice.   XV. A las quince preguntas, dijo que lo en ella contenido es la verdad, público y notorio, y así la sabe este testigo como en ella se contiene, a la que se refiere.   XVI. A las diez y seis preguntas, dijo que este testigo sabe lo en ella contenido porque es así la verdad, público y notorio en Argel, así por cristianos como por moros (y) turcos.   Y este testigo, como consorte en el negocio, se escondió.   Y esto responde a la pregunta, a la cual se refiere.   XVII. A las diez y siete preguntas, dijo que este testigo la sabe como en ella se contiene porque lo que pasa de este caso es que:   el dicho Miguel de Cervantes, después que estuvo en manos y en poder del rey por este negocio, vio este testigo cómo el susodicho envió a decir a muchas personas que estaban fuera escondidos sobre este negocio que no tuviesen temor ninguno ni pesadumbre, que él descargaría a todos y se haría sólo a él el daño, echándose la carga y culpa.   Y que todos, uno por uno, de mano en mano, se avisasen que si los prendiesen por el negocio que todos estuviesen advertidos de echarle a él la carga como autor del negocio. Y así muchos lo divulgaban.   Y esto dice y responde a esta pregunta, a la que se refiere.   XVIII. A las diez y ocho preguntas, dijo que lo que sabe de ella es que por tal persona como la pregunta dice este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes,   por ser, como es, de buen trato y conversación, (a)demás de ser de las calidades que dicho tiene.   Y esto responde a la pregunta, a la cual se refiere.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que este testigo sabe la dicha pregunta como en ella se contiene por las causas y razones en la pregunta contenidas.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XX. A las veinte preguntas, dijo que este testigo dice lo que dicho tiene en las preguntas antes de ésta.   Y que en el tiempo que ha que conoce al dicho Miguel de Cervantes, nunca le ha visto hacer cosa fea ni oído que haya cometido contra la fe de Jesucristo, antes le ve este testigo vivir, proceder, tratar y comunicar cosas cristianas, limpias, honestas y virtuosas.   Y esto responde y dice a la pregunta, a la cual se refiere.   XXI. A las veintiuna preguntas, dijo que lo que en ella se contiene este testigo lo cree y tiene por cierto por las causas dichas contra el dicho Juan Blanco.   Que todos los que se hallaban en este negocio de la fragata se quejaban del susodicho, en especial el dicho Miguel de Cervantes como autor más principal del dicho negocio.   Y, así, el susodicho Juan Blanco procuró de hacerle todo el mal y daño que ha podido, haciendo informaciones contra el dicho Miguel de Cervantes.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XXII. A las veintidós preguntas, dijo este testigo que lo que pasa y sabe es que oyó decir por Argel a muchas personas que se hacía comisario del Santo Oficio el dicho Juan Blanco.   Y que sobre ello había requerido que le diesen obediencia a los padres de Castilla y de Portugal que estaban allí, en el dicho Argel, rescatando.   Y siendo requerido el dicho Juan Blanco que mostrase la comisión que tenía para usar de comisario de la Inquisición, había respondido que no los tenía, ni mostró.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XXIII. A las veintitrés preguntas, dijo que este testigo dice lo que dicho tiene en las preguntas antes de ésta.   Y que ha sabido por cosa cierta que el dicho Juan Blanco de Paz ha tomado ciertas informaciones contra personas particulares, en especial contra el dicho Miguel de Cervantes.   Y esto responde y sabe de esta pregunta.   XXIV. A las veinticuatro preguntas, dijo que este testigo lo que sabe y pasa es que el dicho Juan Blanco andaba procurando testigos, prometiéndoles dineros y sobornos.   Y que tomó información contra el dicho Miguel de Cervantes, todo a fin de estorbar e impedir sus pretentos (sic) con su majestad.   Y esto responde a la dicha pregunta.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que la sabe como en ella se contiene, respecto de que este testigo estuvo ciertos días en el baño con el dicho Juan Blanco de Paz –como tiene dicho en otra pregunta–, donde los cristianos tienen su iglesia donde de ordinario se dice misa y se celebran los oficios divino.   Y en todo aquel tiempo, nunca este testigo vio decir misa al dicho Juan Blanco, ni rezar sus horas acostumbradas que son obligados a decir los sacerdotes, como el susodicho.   Antes, vio este testigo cómo el dicho Juan Blanco tuvo allí dentro, en el dicho baño, cuestiones y diferencias.   En especial, tuvo cuestión con los dos religiosos que la pregunta dice, y se murmuró allí lo mal que el dicho Juan Blanco lo había hecho en haber dado y puesto manos en dos sacerdotes, en que al uno de ellos dio un bofetón  y al otro dio de coces.   Por lo cual el susodicho dio mala cuenta de sí y puso escándalo y mal ejemplo. Y este testigo, desde entonces, le tiene en mala cuenta y reputación.   Y esto dice y responde a esta pregunta, y es verdad todo lo que en este su dicho tiene dicho, público y notorio, para el juramento que hizo.   Y firmólo de su nombre, Hernando de Vega.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.

Emilio Sola 27 enero, 2012 12 febrero, 2012 ARGEL, cautivos, Cervantes, el Dorador, información, Juan Blanco
1 Información de Argel de 1580:

El cuestionario de la Información de Argel de octubre de 1580, order sobre el que responderán los testigos que intervienen en ella, sickness puede consultarse en otro lugar de este Archivo de la frontera: http://www.archivodelafrontera.com/wp-content/uploads/2011/08/CLASICOS013.pdf   

Emilio Sola 12 febrero, 2012 12 febrero, 2012 cuestionario, Información de Argel, Miguel de Cervantes, notario Pedro de Ribera
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