ANTONIO PIGAFETTA NAVEGACIÓN Y DESCUBRIMIENTO DE LA INDIA SUPERIOR: grandes nadadores en el Pacífico

NADADORES’s Docs ANTONIO PIGAFETTA NAVEGACIÓN Y DESCUBRIMIENTO DE LA INDIA SUPERIOR: grandes nadadores en el Pacífico

El relato más fiel de la expedición iniciada por Fernando Magallanes, ambulance  que dio la primera vuelta al mundo entre agosto de 1519 y septiembre de 1522, la escribió un protagonista excepcional de la acción, el italiano, natural de Vicenza, Antonio Pigafetta. Consciente de la importancia de esa primera circunvalación del Globo Terráqueo o mundo, Pigafetta había ido llevando un diario escrito del viaje, y tuvo la fortuna de ser uno de los 17 supervivientes, de los 239 expedicionarios iniciales que salieron de Sevilla, que logró volver a España después de aquellos tres años largos de navegación.  Su presencia activa se capta a lo largo de toda la crónica, modélica relación literaria, verdadera literatura de avisos de alguien que se esfuerza por narrar con garantías de veracidad lo que cuenta, ya porque él lo ha visto y presenciado, ya porque alguien fidedigno se lo ha contado. Religiosidad y mitos del momento se combinan con fina observación, análisis y exposición, pensadas para informar, y con la conciencia clara de que si lo lograba   plasmar bien alcanzaría  fama, consciente de que era su Ocasión de ser recordado y apreciado por la posteridad.

 

El texto lo escribió a su vuelta, a la luz de las observaciones anotadas a lo largo del largo viaje, y en vida intentó su publicación, que no llegó hasta después  de su muerte; apareció en Venecia  en 1536, posiblemente al cuidado de Gian Battista Ramusio, que lo incluyó en 1550 en su colección de viajes. Se conservan tres manuscritos en francés, dos en la Biblioteca Nacional de Paris y otro en manos privadas en Nancy, y uno en italiano, el Codex Ambrosiano, en la Bibloteca Ambrosiana de Milán. Este es la base principal de las ediciones habituales, tras su publicación en 1800 por su descubridor, el conservador de esa biblioteca milanesa Cario Amoretti, que lo editó también al año siguiente traducido al francés. En 1888 el chileno José Toribio Medina publicó una notable edición española en la colección de documentos históricos para la historia de Chile (vol. II, pp.417-524), el equivalente a nuestro CODOIN o colección de documentos inéditos para la historia de España, y esa versión de José Toribio Medina se convirtió en la clásica en español, de alguna manera. Esa es la utilizada por la edición de 1986 de la editorial Orbis, a cargo de Virgilio Ortega y con una presentación de Nelson Martínez Díaz, de la que hemos recogido algunas notas aclaratorias del texto de esta nueva edición versiculada, al estilo del ADF.

 

La versión actualizada y versiculada facilita grandemente la lectura del texto, a la que se han añadido algunos titulillos marginales para esponjarlo más, así como resaltado las alusiones temporales que ayudan a seguir el desarrollo temporal de lo narrado, uno de los objetivos principales también del autor Antonio Pigafetta. Alguna pequeña licencia, como poner en mayúscula algunas, pocas, palabras resaltables, como Ocasión, es un guiño cervantino, en este caso, un pequeño homenaje a nuestro más profundo escritor de avisos de cosas que pasan en el mundo.

 

 

 

PARA NADADORES

 

Para mayor disfrute del texto con otros ojos, hemos resaltado en verde las Ocasiones en las que aparecen nadadores; a veces son animales:

“Durante los días serenos y de calma, nadaban cerca de nuestra nave grandes peces llamados tiburones”,

como escribe a la altura de la costa africana; sobre los lobos marinos, ya en la costa argentina, dice:

“Nadan rápidamente y sólo viven de pescado”,

en ambas ocasiones en el Libro I.

El más exótico de estos animales nadadores, es sin duda el jabalí nadador del libro III:

“Hay en esta isla jabalíes muy grandes, habiendo nosotros muerto uno que pasaba a nado de una isla a otra”, y se refiere a la isla de Cimbombón cerca de Borneo.

 

En otros momentos, son nadadores humanos: de los nativos de las islas Marianas, dice bellamente:

“Son buenos nadadores y no temen aventurarse en alta mar, como delfines”,

en el libro II. En uno de esos emotivos momentos, algunos ganan su libertad a nado, como sucede en el entorno de la isla de Shangir, una más del archipiélago desmesurado y mítico en que se convierte el sudeste asiático para Pigafetta:

 “En esta ocasión fue cuando los prisioneros que habíamos hecho en Sarangani saltaron del buque y se escaparon a nado con el hermano del rey de Mindanao, aunque después supimos que su hijo, no habiendo podido sostenerse en la espalda de su padre, se había ahogado.” (Libro III).

 

El momento más emotivo en el que aparecen nadadores, y muy buenos buceadores, además, fue con Ocasión de la avería de la nao Trinidad, con una gran vía de agua, que hubo de quedarse en las Molucas, dejando a la Victoria en solitario su navegación de regreso a España. El rey de Tadore, muy afectado por la noticia, llamó a expertos nadadores para intentar solucionar el problema:

 

“Con esta nueva, el rey de Tadore vino a bordo para ayudarnos a buscar la vía de agua,

aunque en vano. Hizo que se sumergieran cinco de los indígenas

que estaban acostumbrados a permanecer más tiempo debajo del agua,

y por más que lo estuvieron por más de media hora, no pudieron encontrar el sitio

por donde aquélla entraba, y como a pesar de las bombas el agua seguía subiendo,

envió a buscar al otro extremo de la isla a tres hombres

aún más reputados que los primeros como excelentes buzos.

 

“Al día siguiente, muy de mañana, regresó con ellos.

Se echaron al mar con sus cabellos sueltos, porque se imaginaban que el agua,

al entrar por la rotura, atraería sus cabellos y les indicaría por este medio dónde se hallaba;

pero después de buscarla durante una hora,

subieron a la superficie sin haber encontrado nada.”

 

Es la despedida melancólica de la nao Victoria, al final del Libro III. El libro siguiente y último, el regreso a casa, es mucho más breve que los anteriores. Y ya no aparecen en él nadadores.

 

***

 

La presente edición versiculada fue preparada por Emilio Sola y Esmeralda de Luis,

y se la dedican a Carlos Miragaya y su nueva nao Victoria Virtual,

en el inicio de un viaje de tres años por los mares de la oceánica WWW

que le deseamos próspero y pleno de Fortuna.

 

Intersticio de nomadeo CEDCS y Casa Tilo de Alcalá, 27 de agosto de 2012.