Raj Kuter: Vacaciones en Polonia. Un fanzine de literaturas no convencionales

Descripción / Resumen:

 

Vacaciones en Polonia-01

Vacaciones en Polonia-01

INTROITO PARA UN VP DIGITAL

 

En un texto titulado «Solo tengo ojos para tí (confesiones de un fan ilustrado)» (Pueblo, Madrid, 17-11-1979) acerca de la crítica de arte y, en concreto, de su propia actividad crítica, Quico Rivas se confesaba un fan de los pintores sobre los que escribía, porque le gustaban: «Uno no tiene inconveniente en reconocer que ejerce de aficionado, que ejerce de crítico, porque antes que nada es, ha sido y seguirá siendo un fan. Es decir, alguien que tiene los ojos tan enamorados como irritables y que no solo admira a sus estrellas, a sus opciones, sino que sufre y ríe con ellas; alguien que tiene muy pocos derechos y muchas obligaciones hacia ellas; alguien cuyo principal deber, en tanto que fan, es no dejarles pasar ni una, convertirse en su crítico más exigente, porque, de lo contrario, flaco favor les haría; alguien, en definitiva, cuyos consejos y opiniones nadie tiene la obligación de tomar en cuenta».

A mediados de los años setenta del siglo pasado, el punk vino a dinamitar altares y pedestales con una invitación emancipatoria: kill your idols. Al mismo tiempo se valió de una práctica tomada del anarquismo, la autogestión, el cenetista «no contamos más que con nosotros mismos», que simplificó bajo la fórmula: hazlo tú mismo. Nadie tenía la obligación de tomarse a los punks en cuenta, cosa que ellos mismos sabían, refractarios a la gran estafa social hasta el paroxismo nihilista; tampoco les importaba lo más mínimo. Su voz era un chillido rabioso que hablaba a los de su cuerda poniéndolos en guardia contra el sistema de Realidad.

Como aquellos «jóvenes pintores que atraen hoy nuestra atención» de los que hablaba Cassandre[1] y que «han preferido al aire enrarecido de los museos y de los salones, el aire libre de la calle y de las carreteras. Han dejado las academias para frecuentar las imprentas», los fanzinerosos, los hacendosos de la prensa sin empresa, dejaron un buen día las aulas para frecuentar las fotocopisterías, donde pudieron imprimir por cuatro pelas, que dicen, sus papeles; y desde las alcantarillas estos volaron hacia otras ágoras afines, impulsando otros foros ajenos a la usura. En cierta manera, deudores de Le cri du peuple (El grito del pueblo), el periódico comunero de Jules Vallés, el autor de Los Refractarios y de La calle. Y si no a todos los que un día empezaron a hacer fanzines les resultó fácil matar a sus ídolos echando abajo sus particulares columnas Vendôme, a fuerza de apasionamiento sincero y con verdadero afán de conocimiento sobre la materia a tratar, como decía Quico Rivas, no les quedó más remedio que volcar sobre —y a veces contra— sus estrellas la crítica más exigente; tan «enamorados como irritables» han de ser los ojos del fan que, además, se decide a parir un fanzine.

Totalmente contrarios a las tesis y documentos académicos pergeñados desde la autoridad, los fanzines no esperan a ser tenidos en cuenta, a ser reconocidos por Autoridad ninguna; no esperan. Sencillamente salen a la palestra pública, a menudo a una pequeña palestra común, donde compartir libremente información, experiencias y saberes. Los fanzines son los papeles depositarios de los hallazgos de los fans, los aficionados a investigar con asombrosa exhaustividad «sus opciones» (según su etimología, un fanzine sería una publicación de afi­cionados a un tema, aunque no siempre); otra cosa es que sus lectores sigan o no los consejos y opiniones en ellos vertidos.

La gente del fanzine Vacaciones en Polonia habla de una vibración simpática para referirse a las dos fuerzas, el amor y el grupo, que básicamente crearon la onda en torno a la que se generó la prensa marginal de los años setenta, las revistas del Rrollo a cuyas maneras los polacos y polacas se sienten ligados: «Llamamos aquí “amor” al interés que posee, para la persona periodista enrrollada, el asunto en torno al cual, en un momento dado, se va a poner a escribir. Los artículos del Ajoblanco, del STAR, etc., están redactados por personas que sólo escribían lo que querían y que sólo reseñaban aquello que amaban o que odiaban. Sus textos poseen un valor genuino similar al que se encuentra en algunos fanzines: una sofisticada especialización, un estilo directo y a la vez farragoso, un hálito liberador. Hoy el amor está ausente en revistas y revistillas. Lo habitual es que si alguien escribe algo enrrollado lo haga para rellenar algún contenedor cultural, previo paso por caja, o como mérito de cara a una promoción laboral personal más o menos cutre».

[1] En la cita con que se abre Función social del cartel, de Josep Renau, 1937.

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fanzine-VP-01-edición digital para Archivo de la frontera-2020

Ficha Técnica

  • Temática: A mediados de los años setenta del siglo pasado, el punk vino a dinamitar altares y pedestales con una invitación emancipatoria: kill your idols. Al mismo tiempo se valió de una práctica tomada del anarquismo, la autogestión, el cenetista «no contamos más que con nosotros mismos», que simplificó bajo la fórmula: hazlo tú mismo. Nadie tenía la obligación de tomarse a los punks en cuenta, cosa que ellos mismos sabían, refractarios a la gran estafa social hasta el paroxismo nihilista; tampoco les importaba lo más mínimo. Su voz era un chillido rabioso que hablaba a los de su cuerda poniéndolos en guardia contra el sistema de Realidad.
  • Palabras clave: , , ,
  • Zona geográfica: Mediterráneo,Eurasia
  • Cita Bibliográfica: Vacaciones en Polonia, Madrid, 2002. El Ojo Portátil.
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