Eurípides : Helena . NADADORES ABANDONAN UNA NAVE ENSANGRENTADA

Descripción / Resumen:

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Euripides

En las sagas mitológicas griegas clásicas hay dos mujeres, Helena y Clitemnestra, hijas de Zeus y de Leda, hermanas, por lo tanto, que parecen ocupar un lugar central en el desarrollo de esas sagas, pues son esposas de Menelao y de Agamenón, y punto de partida de historias de gran éxito literario y popular. Helena es causa o disculpa para la expedición griega sobre Troya, punto de partida de todo un ciclo literario de grandes tragedias, mientras que Clitemnestra, madre de Ifigenia, Orestes y Electra, mata a su marido Agamenón de regreso a casa y a su vez es muerta por su hijo Orestes, con el consentimiento y ayuda de su hermana Electra. La Helena de Eurípides, en una de las tradiciones literarias griegas en donde está Heródoto, se desdobla en una falsa Helena, hecha de nube, que es la que estaría en Troya, y en la verdadera Helena, puesta a salvo en Egipto por Hermes, en las tierras del anciano rey Proteo. Allí se reencontrará con su marido Menelao, de vuelta de Troya y que a causa de las tormentas ha llegado a Egipto como náufrago, y juntos conseguirán huir del hijo de Proteo, Teoclímeno, que pretende convertir a Helena en su esposa, con un arriesgado y exitoso plan que conciben para en una nave realizar una serie de sacrificios rituales en el mar en honor del marido anterior de la bella teóricamente muerto. Un argumento novelesco y, de alguna manera, reivindicador de la figura de Helena, aquí fiel a su marido Menelao que vuelve de la guerra. Algunos ven en la Helena de Eurípides un arranque brillante de lo que luego será la novelística griega y bizantina, con esos viajes y aventuras sin fin, naufragios, enamoramientos y anagnórisis o encuentros y reconocimientos. Al final de la tragedia, que no es tragedia para nada, sino huida gozosa de la Bella y el Náufrago marido reencontrado, aparecen los Dioscuros, Cástor y Pólux, hermanos también de Helena y Clitemnestra como hijos de Zeus y Leda, que convencen al rey Teoclímeno de que no haga terminar en tragedia aquella historia afortunada, aunque no para él, que se quedaba sin tan bella y deseada esposa.

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El mito de los Dioscuros, Helena y Clitemnestra es algo más complejo que el de meros hijos de Leda y Zeus, fruto de los amores de una mujer con un dios disimulado como cisne… El rey de Esparta y marido de Leda, Tindáreo, yació con Leda en el lecho la misma noche de la fecundación del cisne/Zeus y el resultado de esas fecundaciones sucesivas se materializó en dos huevos fecundos, en el uno, el divino, Cástor y Helena, en el otro, el humano, Pólux y Clitemnestra; eso daría lugar a otros desarrollos mitológicos más, pero ya es otro cantar que nos interesa poco aquí. Pues aquí lo que nos interesa es la presencia de Nadadores en el texto de Eurípides. Y, además, en uno de los momentos culminantes de la acción, cuando triunfa el plan de huida de Helena y Menelao en una nave, con la que consiguen abandonar Egipto y volver a su patria. Es un Mensajero Nadador quien se lo narra al príncipe o rey burlado de Egipto, Teoclímeno, en un relato modélico y ordenado. Después de narrar el encuentro de otros náufragos griegos en la costa a quienes el jefe de la expedición, el Menelao de incógnito para todos ellos, invita a embarcar con ellos; la tripulación egipcia, ya algo inquieta, guarda, sin embargo, silencio; y el Mensajero le echa la culpa de lo sucedido al mismo rey: “Per tus propias palabras nos hicieron guardar silencio; y es que lo echaste todo a perder, nombrando al extranjero capitán de la embarcación”.

Eurípides-Helena-Nadadores huidos de nave ensangrentada

Ficha Técnica y Cronológica

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Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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