América en El Jardín de las delicias, de El Bosco, por Galileo y Luis Tejero González

Descripción / Resumen:

Elbosque tiene oídos el campo tiene ojos-El Bosco2

El bosque tiene oídos el campo tiene ojos-El Bosco2

Antes siquiera de lanzarnos a interpretar la grisalla que aparece en las hojas exteriores del Jardín de las delicias, es la armazón misma de tablas abisagradas que crea tres espacios unidos, pero separados, que se cierra para abrirse, que se repliega sobre sí, la que nos sugiere la idea de ambivalencia que, según veremos, preside toda la obra. Y con ella, la firme convicción de que en el propio artefacto que sustenta la pintura se anticipan ya todas y cada una de las lecturas posibles de ese armadijo en que el Bosco encerró la «bariedad del mundo» para cautivar la mirada.

El Jardín de las delicias, qué duda cabe, es un tríptico: drieluik en neerlandés, ‘tres ventanas’ con postigos por las que, descubiertos éstos, brotan (ontluiken) enmarcadas otras tantas imágenes del mundo. Pero es también un armario, schaprade, tras cuyas puertas se atesoran, agolpadas como en un escaparate, las cosas singulares de ese mismo mundo: un gabinete de curiosidades. Es, cómo no, un teatro, en que se representa la obra del autor de este mundo, cuya imagen, al desvanecerse una vez descorrido el rígido telón, transforma el espacio pictórico (delante-detrás) en tiempo narrativo (antesdespués): un retablo de las maravillas del mundo. Por fin –¿por fin?–, la línea única de horizonte que ensarta las tres hojas extendidas, ya sin pliegues ni dobleces, nos remite a la cartografía de un solo mundo: un mapamundi.

Pero, traspasados los muros del Jardín y ya dentro, ¿hay algo que una toda esa balumba inagotable de seres que se despliega ante nuestros ojos? ¿Existe el hilo que da sentido al laberinto? Todo hilo, naturalmente, tiene un cabo, que hay que encontrar, y ese cabo, en la obra del Bosco, es el dibujo El campo tiene ojos, el bosque tiene orejas. En él, el pintor plantea un acertijo visual, un jeroglífico, cuya solución es… él mismo: a selfportrait of the artist as an artist. ¡He aquí la llave que nos franquea la puerta a la comprensión de su manera de hacer pintura y de sentir la pintura! La máscara del cárabo como autorrepresentación o el concepto de la pintura como superlenguaje son dos de las fructuosas sendas que nos desbroza El campo tiene ojos… y que nos permiten penetrar con pie seguro en el Jardín. Por ahí vamos a empezar.

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Buho de El jardín de las delicias de El Bosco

Buho de El jardín de las delicias de El Bosco

Las noticias que desde 1493 comenzaron a difundir las imprentas de toda Europa sobre las tierras recién descubiertas al otro lado del Océano, coincidían todas ellas en un rasgo que sin duda resultaba asombroso: allí se encontraba el Paraíso. Y no tanto por el hecho fabuloso –omne ignotum pro magnifico– de que pudiera realmente existir el Edén, cuanto por la significación que el movimiento humanista confirió a tal descubrimiento. No se trataba tan sólo de que, por mera oposición dialéctica, lo descubierto se hubiera convertido ex abrupto en antítesis geográfica de lo conocido – Nuevo Mundo-Viejo Mundo–; es que aquel mundo allende el Atlántico que en el relato fascinado de los primeros viajeros americanos tanto se asemejaba a la Edad de Oro, permitía también «expresar el profundo descontento con la sociedad europea y, como consecuencia, criticarla». El descubrimiento del Nuevo Mundo fue, por utilizar las palabras del propio Cristóbal Colón, el descubrimiento de «otro mundo», de un mundo al revés que, antes de quedar atraillado a la inexorable lógica de explotación y dominación del capitalismo mercantil, representó el revés de este mundo.

En los inicios del proceso de aprehensión ideológica de América por parte de Europa, el concepto de antípodas se revela crucial, toda vez que, en la dilatación de su contenido más allá de lo puramente cosmográfico, permite insertar coherentemente «el vasto imaginario del mundo al revés medieval», donde confluyen el mito de la Edad de Oro, de raigambre grecolatina, el del jardín del Edén judeocristiano y todo el acervo de la cultura popular carnavalesca. Y no solamente eso: el descubrimiento en los «antípodas occidentales» de una humanidad cuya «inocencia (…) es tal que la de Adán no sería mayor», dio pábulo, por una parte, a la tesis medieval de que Dios no había destruido el Paraíso tras el pecado original sino que se había limitado a trasladarlo al ‘antictón’ o ‘antitierra’, y desencadenó, por otra, un trastrueque de los valores y las concepciones sociales dominantes que se encuentra en la base del movimiento utópico con que se inaugura la modernidad.

01-Tejero-América y el Jardín de las delicias de El Bosco

Ficha Técnica y Cronológica

  • Personajes: El Bosco
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  • Autor de la fuente: El Bosco
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  • Archivo de procedencia: - / Volumen: - Sección: - - Legajo: - Documentos: pintura
  • Tipo de documento:Trabajo de Investigación / Estado: Fragmento
  • Época: Moderna / Siglo: XVI DC / Año:
  • Zona geográfica: América,Europa / Localización:
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