Raj Kuter: Mi enrolle con los fanzines: Una aproximación a la prensa marginal madrileña de los años 80

Descripción / Resumen:

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El Rastro, cantera de fanzinerosos

En este país que durante siglos ha tenido por máximas instituciones la taberna, la iglesia y el cuartel, los domingos por la mañana la gente, cuando no arrestada o en misa, ha solido pasarlos típicamente de resaca o lavando el auto bajo los efectos de una paella o una tortilla de patata campestres. Yo solía pasarlos en el Rastro. En la familia que me tocó éramos cinco, vivíamos en un pequeño piso en el barrio de Pacífico, entre Vallecas y Atocha. Era un primer piso, justo encima de un supermercado donde al toque de las 4, 6 y 8 de la matuti descargaban camiones de reparto, y enfrente había –hay aún– una gasolinera que no cerraba en 24 horas, así que el ruido de la urbe era constante. Muy temprano, a eso de las 8 o así, cuando yo tenía 13 o 14 años, a principios de los años 80, mi hermano y yo pillábamos las mochilas y una vieja mesa de camping plegable y nos deslizábamos por la ventana hasta la marquesina del supermercado y de ahí saltábamos a la calle, ligábamos el metro y nos íbamos para el Rastro con nuestro alijo semanal de discos, fanzines, comix y otros rrollos.

Recuerdo haber ido al Rastro desde chinorri, de la mano de Curro, mi viejo, al que le gustaba mucho ir pero no tanto que sus hijos fueran solos y menos a vender o trapichear. Me refiero al Rastro de las chatarrerías al final de la Ribera de Curtidores, el que se extendía cruzando la Ronda de Toledo hasta el Campo del Gas, donde se ponían los puestos de herramientas y los de revistas porno; el Rastro donde se vendían aún animales, donde había puestos de comida (los famosos “bocatas vequetales” altos en salmonelosis que voceaban jipis sudamericanos, los carritos con pipas, altramuces, patatas fritas, sardinas asadas, variantes en vinagre y rodajas de coco refrescadas con agua de las fuentes); el Rastro poblado de quintos, que allí se pertrechaban de gorras, botas, correajes y uniformes usados por otros soldaditos en milis anteriores;?de gitanos anticuarios, de camellos, de trileros y de manguis que te levantaban la cartera o el peluco en un fliqui sin que te dieras cuen; el Rastro de los primeros punkis, el de la Bobia, donde se trapicheaba con todo tipo de sustancias entre cañas mañaneras; el de las peleas entre mods y rockers a la puerta del Consulado, una discoteca con sesión matinal que había en Atocha, cerca de la plaza de Antón Martín, desde donde retrasmitían conciertos por la radio; el Rastro por el que pululaban los Hare Krishna, los grupos de bongos y guitarras, y los altavoces de cono metálico atronaban de sobreagudos casetes de Las Grecas o de Boney M. Aquel Rastro donde un día me presentaron a un Bambino ya decrépito, entre los puestos ropavejeros de Vara del Rey, donde solíamos citarnos “donde la gitana que más chille”. El Rastro, en fin, con sus tabernas castizas, barriobajeras todavía, con sus churros, sus barras de cinc, sus cañas bien tirás, sus gambas a la plancha, sus caracoles y sus pepinillos en vinagre. Por el Rastro pasaba todo tipo de gentes, confundiéndose todas las clases sociales, pero su esencia era lumpenproletaria, trapera, trapicheadora, vacileta, poblado de gente marginal en movimiento e intercambios…

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Qué es un fanzine. El caso polaco

Un fanzine o una publicación marginal o underground** surge por una necesidad expresiva propia o tribal y de un rechazo a los medios de propaganda y difusión ideológica oficiales u oficiosamente establecidos: la prensa de empresa. En su confección se da un acusado componente artesanal: la coordinación, redacción, maquetación, administración (je) y distribución las hacen bien una sola persona, bien unas pocas unidas por la amistad y unas inquietudes parecidas: el colectivo o, aún más escurridizo, el grupo de afinidad, a la manera ácrata. Según su etimología, un fanzine sería una publicación de aficionados a un tema. Para quienes hacen el Vacaciones en Polonia es más bien una aventura, hecha con pasión y cuidado, capaz de generar encuentros, unas voces al encuentro de otras voces. O como decía un manifesto polaco: “las pequeñas células de sus artífices bailan cada vez que, al jugar con el lenguaje o con las palabras de los otros, encuentran casuales atisbos de luz. Vacaciones en Polonia es la respuesta política a esos encuentros”.

Fanzines 80s para Archivo de la frontera

Ficha Técnica

  • Temática: Fanzines y prensa marginal o contracultural, underground o similares, en la base de la publicación Vacaciones en Polonia, cuyo número 8 se presenta este año...
  • Palabras clave: , , , , , , ,
  • Zona geográfica: Eurasia
  • Cita Bibliográfica: Vacaciones en Polonia. Literaturas a la sombra. nº 8, Granada, Bakakai, 2018.
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Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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