CICERÓN: SOBRE LA REPÚBLICA: ISLAS NADADORAS

Descripción / Resumen:

Cicerón: cita rexto república.

Cicerón sitúa su diálogo en el año 129 AEC (antes de la era común), al poner en boca de Escipión el Africano, el destructor de Cartago y de Numancia, sus reflexiones políticas sobre la república, en un tiempo muy pasado al suyo, pues es a partir del año 54 AEC cuando comienza a planear su obra de teoría política. Sólo se conservan más o menos amplios fragmentos de ella, el más importante procedente de un códice palimpsesto de la Biblioteca Vaticana, hallado en 1819 por el cardenal Angelo Mai. De fragmentos citados por otros autores, destacan los procedentes de Lactancio, de San Agustín y, sobre todo, de Macrobio (IV-V EC o era común), que recoge el llamado “Sueño de Escipión”, con el que terminaba la obra, y que tuvo mucho éxito en la cultura cristiana por teorizar a la manera platónica sobre el alma y aceptar un tipo de existencia después de la muerte.

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En el libro II de Sobre la República, de Cicerón, en la traducción y edición de Álvaro D’Ors, II, 3,5, pp.88-90 (edit. Gredos, Madrid, 1984), hay una bella evocación de la fundación de Roma por Rómulo y lo acertado de la elección del lugar, estableciendo una sugestiva tipología de lugares y gentes armonizados que nos parecen de gran belleza expresiva. Con el encanto añadido de la aparición de Nadadores, en este caso nada menos que islas nadadoras, de fuerte contenido simbólico.

 Reproducimos el texto:

 Los lugares marítimos no son convenientes para ciudades fundadas con esperanza de continuidad

 [Rómulo]…se dice que primeramente concibió establecer una ciudad

y asegurar una república, aconsejado por los buenos augurios,

y eligió el lugar de la ciudad (cosa que debe proveer con mucho cuidado

quien intenta plantar una república duradera) con increíble acierto,

pues no se acercó al mar,

lo que le resultaba fácil de conseguir con la fuerza de que disponía,

invadiendo el territorio de los rútulos y aborígenes, o fundando la ciudad

en la desembocadura del Tíber, lugar en el que, muchos años después,

el rey Anco estableció una colonia, sino que, como hombre

de excelente prudencia, pensó y vio que los lugares marítimos

no son los más convenientes para las ciudades que se fundan

con esperanza de continuidad; en primer lugar,

porque las ciudades marítimas se exponen, no sólo a muchos peligros,

sino también a peligros imprevisibles;

pues la tierra firme denuncia anticipadamente la llegada de enemigos,

no sólo cuando se les espera, sino incluso si vienen de repente,

por muchas señales y hasta por el mismo sonido estruendoso,

y no hay enemigo que pueda venir corriendo por tierra de manera

que no podamos saber que está allí, quién es y de dónde viene.

En cambio, el enemigo marítimo, que viene en naves,

puede presentarse antes de que nadie pueda sospechar que viene,

y cuando ha llegado no muestra quién es, ni de dónde viene,

ni lo que quiere, ni tampoco da señales para poder distinguir y ver

si viene en son de paz o como enemigo.

 Ansia de conocer y viajar de las ciudades costeras y corrupción de costumbres

 Por lo demás, las ciudades marítimas padecen

cierta corrupción e inestabilidad de costumbres;

quedan perturbadas por nuevas maneras de hablar y de pensar,

e importan, no sólo mercancías exóticas, sino también costumbres exóticas,

de modo que nada puede permanecer incólume de la educación tradicional.

Es más: los habitantes de tales ciudades, no echan raíces en sus hogares,

sino que la esperanza imaginativa les lleva a volar lejos de casa,

y hasta cuando permanecen corporalmente, se escapan y vagan con su mente.

Nada corrompió más a la, por largo tiempo, decadente Cartago,

y a Corinto, en otra época, que ese andar errante

y esta disipación de sus ciudadanos,

que descuidaron el trabajo del campo y del ejercicio de las armas

por el ansia de comerciar y navegar.

 Alicientes y ventajas de las ciudades marítimas

 El mar suministra a las ciudades muchos alicientes perniciosos del lujo,

que se roban o se importan, y la misma amenidad natural del lugar

tiene muchos atractivos de concupiscencia lujosa y desidiosa.

Lo que he dicho de Corinto no sé si no puede decirse con verdad

de toda Grecia, pues también casi todo el Peloponeso está rodeado de mar,

ya que excepto por Fliunte no hay otra tierra que no tenga costa,

y fuera del Peloponeso, sólo los enianos, los dorios y los dilopos

están alejados del mar.

 

¿Qué diré de las islas de Grecia?

Rodeadas por las aguas nadan ellas mismas

como las instituciones y costumbres de sus ciudades.

 

Esto, como dije, por lo que se refiere a la antigua Grecia,

pero, de las colonias, las fundadas por los griegos en el Asia Menor,

Italia, Sicilia y África ¿cuál no bañan las olas, excepto sólo Magnesia?

Así, pues, parece como si una ribera griega se hubiese como ceñido

alrededor de los territorios bárbaros, pues de estos,

ninguno era antes pueblo marítimo, excepto los etruscos y los fenicios,

unos a causa del comercio y otros por la piratería.

Y es clara esta causa de los males y alteraciones de Grecia,

a consecuencia de los vicios de las ciudades marítimas

de los que acabo de tratar brevemente; con todo,

a estos vicios es inherente la gran ventaja de la que cualquier cosa

que se produzca donde sea pueda llegar por mar a donde vives,

y, a su vez, que lo que producen de sus campos pueda exportarse

a las tierras que sea.

 Una ciudad fluvial como síntesis perfecta para ser cabeza de un gran imperio

 

¿Cómo pudo, pues, comprender Rómulo más inspiradamente las ventajas del mar,

a la vez que evitar sus defectos, que al poner la ciudad a la orilla

de un río perenne de curso constante, y que desemboca anchamente en el mar?

Para que por él pudiera la ciudad recibir del mar lo que necesitaba

y exportar lo que le sobraba, y que no sólo tomara por ese río

las cosas traídas por el mar que fueran necesarias para su mantenimiento,

sino para que recibiera también las transportadas por tierra,

de modo que me parece como si ya Rómulo hubiese adivinado que en el futuro

esta ciudad iba a ser sede y domicilio de un gran imperio;

pues no hubiera podido la ciudad tener tan gran afluencia de todo

si se hubiera colocado en cualquier otra parte de Italia.

CICERON-ISLAS-NADADORAS-TIPOLOGIA-REPUBLICANA

 

 Mi agradecimiento a cuantos me han hecho llegar su felicitación en este cumpleaños-2017. Gracias, colegas y amigos, no es tan grave ser ya un setentón… Sólo hay que mantener y ánimo y seguir con marcha.

 

Ficha Técnica

  • Temática: Un texto clásico de Cicerón, Sobre la República, reconstruido a partir de fragmentos conservados aquí y allá, y en el que aparecen Islas Nadadoras...
  • Palabras clave: , , , ,
  • Zona geográfica: Mediterráneo,Eurasia
  • Cita Bibliográfica: Cicerón, Sobre la República, (edit. Álvaro D'Ors, Gredos, Madrid, 1984).
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Profesor de Historia Moderna de la Universidad de Alcalá.

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